2/2/2012 |
Treemonisha es la ópera truncada de Scott Joplin (1867-1917). Truncada no por falta de envergadura musical, sino porque el compositor afroamericano, exegeta del ragtime y autor póstumo de la banda sonora de "El golpe", nunca consiguió que la obra se estrenara en condiciones.
Joplin tuvo que resignarse a una versión doméstica, rudimentaria y frustrante. Sobre todo, frustrante: el autor se enorgullecía de haber escrito la primera ópera afroamericana y le resultaba traumático no haber vencido la resistencia de la burguesía cultural norteamericana.
Pudo haberle perjudicado la pujanza del jazz, sin olvidar que las comedias musicales genuinas y explícitas comenzaban a descararse en la escena neoyorquina. Equidistante de las modas, Joplin reivindicaba su formación académica y agitaba la coctelera con fantasía (rag, opereta, góspel, música de salón…), pero Treemonisha, financiada hasta la ruina con los ahorros del propio compositor, no conoció mejor suerte que una lectura al piano en Harlem.
Transcurrido casi un siglo desde la fecha de composición (1911), el título fue rehabilitado el pasado año en París con los síntomas y el entusiasmo de un acontecimiento. Se había representado la ópera en Europa después del feliz revival que conoció en Atlanta (1972) y Houston (1975), pero nunca con los medios, la credibilidad y la firma de un gran teatro.
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Así se entiende la responsabilidad de Blanca Li, cuya versión de la ópera de Joplin antepuso la magia y la fantasía a la lectura política y social. Salieron beneficiados el color, la frescura, la apuesta de una coreografía trepidante, pero el espectáculo se resintió de una excesiva naïveté. Especialmente en la segunda parte y en la lluvia de estrellas del desenlace.
Quizá no era sencillo extrapolar los términos y el contexto en que Joplin había compuesto Treemonisha. La trama, ubicada en una plantación del Río Rojo, se plantea al hilo de la abolición de la esclavitud, mientras que el libreto exalta la capacidad de liderazgo femenino frente a la superstición general y la elementalidad masculinas.
Semejantes extremos sobrentendían un mensaje revolucionario para la época, pero Treemonisha no contiene la menor pretensión vengativa. Se trata de un himno a la razón y al perdón, escrito con audacia y con extraordinaria vitalidad.
Rubén Amón
Blog de Pecho