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Gerard Mortier: «El bel canto mal entendido ha hecho mucho daño a la ópera»

16/9/2010 |

 

 El director artístico del Teatro Real, Gerard Mortier, presenta la edición española del libro «Dramaturgia de una pasión»

Gerard Mortier Ayer lo volvió a decir durante la presentación, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, de la edición española del libro «Dramaturgia de una pasión» (Akal Música), que ya vio la luz hace un año en francés. La nueva traducción incluye algunos cambios, como la desaparición de aquellos comentarios relacionados con su etapa como director de la Ópera de París y la inclusión de un nuevo capítulo: «La fuerza del canto».
Con este añadido, Mortier parece querer desdecir a aquellos que le acusan de darle menos importancia a las voces, exiliando de sus programaciones grandes títulos del repertorio del siglo XIX. «No estoy en contra de las óperas que necesitan grandes cantantes, lo que sucede es que quiero hacerlas muy bien y no hay grandes cantantes», se justificó ayer.

En el libro, el nuevo director artístico del Real señala el origen del conflicto: «El hecho de que el arte del canto como elemento matriz de la ópera haya sido a menudo considerado como artificial e incluso reducido a caricatura —como en la imagen de la castafiore cantando el aria de las joyas, inventada por Hergé, el creador de «Tintín»— nos dice mucho sobre la degradación de la ópera por culpa del bel canto mal entendido».

Expresividad
Artificialidad frente a expresividad. Esta última es la que persigue el director belga, difícil de encontrar en estos tiempos. Atrás quedó Maria Callas —confiesa que no le gusta Renata Tebaldi—, «que a pesar de sus errores en las grabaciones tenía una gran expresividad». Y junta a ella menciona algunas grandes voces, Hildegard Behrens en Leonora («Fidelio»); Alfredo Kraus, en Edgardo («Lucia»); o Plácido Domingo, en Otello. «Nunca me he interesado por la fama del cantante. Me interesa el timbre de la voz, la musicalidad, el talento en escena y la capacidad de expresar el sentimiento a través del canto».

Hubo declaraciones controvertidas, como que el siglo XX alumbró más operas importantes que el XIXEso sí, las voces deber ir bien acompañadas, y ahí vuelve a evidenciarse su pasión por la escena. «Para que este milagro se realice deben encontrarse en un entorno que le ofrezca camino libre para esa expresión del alma, estando a la vez estrictamente encuadrado por el director de escena, el escenógrafo, el diseñador del vestuario, y por supuesto, el director de orquesta», explica en el libro. Pero no sólo de voz habla Mortier en este volumen, que Santiago Salaverri, responsable de la traducción, calificó ayer de «manifiesto y declaración de principios» del director belga para quien «hacer teatro es una misión, casi un sacerdocio». Un género en el que tiene claro que el primer criterio a seguir «es el de la ética y después el de la estética», y que debe de ser «político», «porque ya desde el principio, y me refiero a los autores griegos, siempre lo fue».

«Dramaturgia de una pasión» arranca con el principio de la Historia de la ópera, Monteverdi y su aportación a la dramaturgia del género teatral. Así, capítulo a capítulo, Mortier desgrana los pilares de su pasión, desde la obra a la programación de un teatro, «que deber ser pensaba para una comunidad que debe recorrer el camino juntos, y no por separado».

Tampoco faltaron ayer declaraciones controvertidas, como que el siglo XX alumbró más operas importantes que el XIX, «cincuenta títulos frente a cuarenta»: o al mostrar su desacuerdo con la interpretación siguiendo criterios historicista, «que provoca una falsa autenticidad». También defendió la ópera popular pero no populista, mostrándose a favor de colocar pantallas en la calle pero en contra de los grandes espectáculos como «la representación de “Aida” en las pirámides de Egipto». Entre sus objetivos situó el de lograr «que óperas como Wozzeck sean populares», pues está convencido de que, con algo más de educación, «el público podría disfrutar tanto de la música de Stravinsky y Janacek como con la de Bellini».

SUSANA GAVIÑA
Abc

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