15/8/2010 |
Con 17 años, el compositor y director de orquesta londinense Alexander Prior es la nueva sensación del género. Alexander Prior en plena tarea No le gusta que lo califiquen de prodigio pero es difícil encontrar un adjetivo que se ajuste mejor a Alexander Prior, quien es hoy la nueva joven sensación de la música clásica. De padre británico y madre rusa ajenos a la música, este joven compositor y director de orquesta nacido en Londres puede presumir de haber escrito más de cuarenta obras incluyendo sinfonías, conciertos y ballets, además de haber dirigido la Sinfónica de Seattle. Tataranieto de Konstantin Stanislasky, Prior no puede negar que la genialidad corre por sus venas.
—¿Se considera un niño prodigio?
—Creo que la palabra prodigio generaliza y degrada porque se refiere a un talento innato. Para ser director de orquesta el talento no es suficiente. Hace falta trabajar duro.
—¿Ha sido un problema dirigir a músicos mucho mayores que usted?
—Es posible que se creen ciertos pre conceptos antes de comenzar a trabajar, pero a los pocos minutos se disipan. Además esta edad no durará para siempre.
—¿Qué es lo que le atrae de la música clásica?
—No me gusta el término música clásica porque entiendo la música como un ente viviente. Me atrae porque le habla a todo el mundo. Las palabras pueden expresar el contenido de una oración, una fotografía puede mostrar una imagen, pero la música expresa un mundo sin límites.
—¿Por qué piensas que los jóvenes no escuchan música clásica en la actualidad?
—La música clásica nunca ha sido demasiado popular. No es muy diferente de lo que sucedía hace cien o docientos años pero la gente exagera el problema. En la actualidad, la música popular, la de vanguardia, está reprensentada por canciones de tres minutos con guitarras eléctricas.
—¿Por qué cree que no es tan popular?
—Porque la música clásica requiere pensar y la mayoría de las personas cuando regresan del trabajo solo quieren relajarse. La jóvenes creen que no es cool, le tienen miedo al arte porque lo ven como algo extraño y sospechoso. Mucha gente no escucha música clásica simplemente porque no han estado en contacto con ella. Después de todo, ¿qué puede ser más conmovedor que una sinfonía de Sibelius o una ópera de Strauss?
—¿Siente que su música es más británica, rusa o americana?
—Mi música tiene influencias de todo el mundo. Anteriormente estaba más relacionado a la rusa y escandinava, pero compositores ingleses como John Williams o americanos como John Adams han sido de gran importancia para mí. Creo que categorizar por nacionalidad te limita. En mi vida me siento apegado a varios lugares, al folklore ruso, a la campiña inglesa, a la literatura escandinava, a las montañas americanas. Hay muchos sitios en los que estoy como en casa.
—¿Qué siente cuando se le compara con Dudamel? ¿Qué opina de la Orquesta Simón Bolívar?
—No me compararía con Dudamel ni con nadie porque trato de ser yo mismo, pero tengo gran respeto por él y creo que hace un trabajo único. La Orquesta de Simón Bolivar es una fuente de inspiración para todos. Además de la increíble calidad musical, es fantástica la oportunidad que le dan a los niños de tener una nueva vida de belleza y alegría a través de la música.
—¿Tiene tiempo libre o es un adicto al trabajo?
—Soy un adicto al trabajo pero como compositor no puedo crear sin inspiración y la inspiración implica estar mucho tiempo al aire libre. También me gustan la fotografía y los idiomas: además de inglés y ruso, leo francés y estoy aprendiendo danés.
—¿Qué música lleva en su iPod?
—No tengo iPpod, pero en mi discman tengo Nielsen, Sibelius, Adams, Glass, Wagner, y música antigua y medieval.
—¿Dónde se ve dentro de diez años?
—Mi objetivo es trabajar con grandes orquestas y solistas y poder expresar mi música interior
—Si estuviera en sus manos, ¿cómo alentaría a la gente para que la escuchara?
—Está en mis manos. Les mostraré cuán bella puede ser la música clásica y cuanta dicha, diversión y amor puede traerles. Uno de mis mayores deseos es que la mayor cantidad de gente posible conozca esta música porque se que luego van a amarla.
Con sólo 17 años Alexander Prior tiene un frondoso currículum. A los tres años comenzó a tocar el piano fascinado por la ópera y el ballet. A los cuatro su madre lo llevó a ver «El lago de los cisnes» y de vuelta a casa había memorizado la música. A los ocho comenzó a componer y a las once creó un réquiem en honor de los niños que murieron en el atentado de Beslan, Rusia. Más tarde, ingresó en el prestigioso Conservatorio de San Petersburgo y a los quince años creó la música de «El libro de la selva».
fernanda muslera
Abc