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Ópera, ¿un lujo en época de crisis?

28/6/2010 |

 

El mundo musical cree que es una herencia vital, pero algunos piden cambios.

 

El Ministerio de Cultura anunció recientemente un drástico recorte de su aportación a los presupuestos del Liceu, un 30% durante las tres próximas temporadas. Las óperas de todo el mundo se están viendo afectadas de forma en algunos casos dramática en las subvenciones públicas, las esponsorizaciones y la venta de entradas. Si el mundo de la cultura sufre los recortes de la crisis, la ópera, de popularidad creciente en los últimos años pero sin duda el arte escénico más caro de producir, lo hace doblemente. ¿Acaso es la ópera un espectáculo demasiado caro para tiempos de crisis? La Vanguardia ha preguntado su opinión a algunos representantes del mundo de la ópera y la música.

Todos están de acuerdo en que la cultura siempre es la pagana de las crisis y en que la ópera es un elemento irrenunciable de la tradición occidental que se ha de preservar. Pero, eso sí, hay quien propone tomar la crisis como una oportunidad para "devolver el equilibrio" a un espectáculo, afirman, escorado en los últimos años hacia la parte escénica en detrimento de la musical. Acabando además con la cultura del divo de altos ingresos. Y, también, recuperando repertorios que van desde la ópera barroca a la ópera de cámara del siglo XX, con formatos más reducidos.

Una cuestión de modelo.
"¿Lujo para tiempos de crisis? Es fácil hacer demagogia, pero un teatro de ópera no es un restaurante caro", denuncia Joan Matabosch, director artístico del Liceu. "Es una maquinaria muy compleja con mucha gente implicada, un equipo humano altamente cualificado que no se improvisa. Los golpes de timón son imposibles. Te posicionas poco a poco. Una vez decidido lo que se espera del teatro y su modelo de funcionamiento, se necesita estabilidad, y cualquier reducción o recorte debe ser fruto de una reflexión sobre el modelo y no de una situación coyuntural, o de lo contrario vas a la catástrofe", afirma ante la situación a la que se enfrentan los coliseos operísticos.

Tres crisis y una necesidad.
Sin embargo, para Josep Maria Prat, el alma del ciclo de música clásica Ibercamera, la crisis en la ópera es triple. Primero, económica, porque es un espectáculo en el que, señala, la relación entre coste e ingresos funciona al revés, y cuantas más representaciones haces, más pierdes. En segundo lugar, estética, porque ha habido estos años un predominio absoluto de la imagen sobre la música. Y, en tercer lugar, de futuro, porque no se incorporan nuevas obras al repertorio, y eso puede llevar a la extinción del género. Pero en todo caso, afirma, la ópera y la música clásica son el gran patrimonio cultural común europeo y los estados tienen la obligación de defenderlo. Otra cosa es cómo se hace".

Superproducciones y divos.
En ese sentido, el compositor Albert Guinovart subraya que "el espectáculo en sí no es tan caro, pero es cierto que algunos teatros han emprendido una carrera a ver quién la hace más gorda y quizá a veces no hace falta tanto; desde luego, cuando se estrenaron las óperas que ahora se hacen no había más dinero que en nuestros días, pero tenían otras prioridades que iban más por la música que por el espectáculo, que hace que suba mucho el precio. Si quieren luchar contra los musicales de Broadway, no saben muy bien lo que están haciendo. Yo he hecho ópera con cara y ojos con un presupuesto mínimo, como se ha hecho toda la vida", afirma el autor de Alba eterna,ópera de pequeño formato estrenada este año en Reus. En ese sentido, para el compositor Benet Casablancas, "a veces los periodos de crisis pueden tener la virtud de separar lo esencial de lo que no lo es tanto y establecer prioridades". "La ópera con mayúsculas es una forma de arte a la que no podemos renunciar, tiene una gran historia y un gran futuro, pero es cierto que en los últimos años el espectáculo ha primado sobre los aspectos musicales con montajes de gran complejidad y coste, cuando es la música el lenguaje natural del género. Sólo el equilibrio da la potencia a la ópera. E impera un culto desmesurado a los divos, cuando hay muchísimos cantantes jóvenes de nivel excelente que podrían actuar", dice. Prat también se pregunta si es adecuada la adopción de formas y maneras de la cultura del pop para los cantantes. Y Guinovart apuesta por promover además "a los compositores actuales, porque tal como están las cosas ahora Puccini no hubiera estrenado más de una ópera". De hecho, para Casablancas, toca ahora además "afinar más los títulos, es posible programar no sólo ópera de gran formato, también se puede recuperar la barroca, la clásica, la de cámara del siglo XX y la de hoy".

¿Desnudo? No.
Frente a esas soluciones, Matabosch recuerda que cada teatro es distinto, pero que en coliseos como el Liceu ya se han racionalizado los pagos a las grandes estrellas. "Y al final además se trata del margen que logras, si obtienes diez pagando cinco es mejor que si obtienes uno y medio pagando uno". Sobre las superproducciones escénicas, ironiza: "Me pongo a temblar cuando un escenógrafo me dice que no quiere nada en el escenario", porque a veces los elementos lumínicos y las proyecciones que puede necesitar son más caras. Y respecto a las soluciones para el futuro, habla tanto de alguna producción propia menos, a menos funciones de ciertas ópera. En cuanto a las coproducciones, es un aspecto que ha sido prioritario en la nueva etapa del Liceu.

Sin cultura no hay futuro. Calixto Bieito de todos modos opina que aunque seguramente con los recortes se tendrán que hacer cosas probablemente más austeras, explica que él muchas veces no se gasta el dinero que tiene para la escenografía y puede hacer espectáculos sin casi nada. "El artista siempre se ha adaptado a lo que hay". El problema fundamental, opina, son los recortes. "Como decía el otro día la ministra alemana del ramo, no hay crisis que valga en educación, investigación y cultura, al contrario, es aún más importante invertir en ellas ahora. No podemos ir al modelo populista berlusconiano de la cultura: él dice ahora para justificar los recortes que la ópera es un arte para los ricos, lo que no es verdad. Lo que seguro que no recortan es el dinero del fútbol". El músico Carles Santos insiste: "La cultura está indefensa y no se tendría que cuestionar porque sin ella no vamos a ninguna parte. De hecho, no vamos a ninguna por la falta de cultura".

JUSTO BARRANCO
La Vanguardia

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