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Enquesta

Qué es la zarzuela

22/4/2010 |

 

Que la zarzuela está viva es algo evidente, aunque no fuera previsible. Porque la zarzuela había muerto mediado el siglo XX enterrada en escenografías de cartón piedra, vestuarios de guardarropía, intérpretes sin fortuna y orquestas de tres al cuarto. Pero hoy no es así, gracias a José Tamayo, José Luis Alonso, Adolfo Marsillach, Emilio Sagi... gentes de teatro con visión del espectáculo. Hay otros muchos, pero toca elogiar a los directores de escena que supieron hacer bueno un repertorio de enormes posibilidades.

Fue Marsillach quien describió la filosofía hace veinticinco años: «Me he acercado a las obras con el tacto, la corrección, la mesura e incluso el mimo que, a mi juicio, debe inscribirse en las reglas de la buena educación teatral. Ahora bien, los gustos cambian, las modas pasan y las circunstancias históricas que propician una obra de teatro mueren en el tiempo y son sustituidas por otras. Si demostramos a la larga que los cantantes pueden interpretar, los intérpretes cantar, todos bailar, y, que al mismo tiempo, las músicas se abrillantan, los textos se explican, las escenografías mejoran y el público aumenta, habremos alcanzado algo maravilloso».

Poco hay que añadir, salvo reconocer la categoría del trabajo de Lluís Pasqual sobre «La viejecita» y «Chateaux Margaux» en los Teatros del Canal, donde estas músicas sirven de pretexto para poner sobre el escenario una estupenda y divertida producción que llega tras recibir mil parabienes de todos aquellos que creen en la zarzuela como género vivo. En Madrid, con el trabajo de varios intérpretes entusiastas. De la Orquesta de la Comunidad a Jesús Castejón (sirva su nombre en representación de todos), un cómico de los que no hay. Un maestro. Hay que verlo.

ALBERTO GONZÁLEZ LAPUENTE
Abc