12/11/2009 |
Renée Fleming es una de las grades divas de la ópera. Conocida como «La bella voz» y convertida en icono de diseñadores, chefs -tiene su propio postre- y perfumistas, sin embargo no se prodiga mucho por nuestro país. «La ópera requiere mucho tiempo y no quiero alejarme de mis hijos, por eso canto principalmente en el Met», reconoce. Lo que no significa que de vez en cuando se deje caer por Viena, Baden-Baden o Múnich. En nuestro país participó la temporada pasada en «Thaïs» en el Liceo, «y me sentí como una estrella de rock, la gente me esperaba a la puerta y no dejaba que me marchara», recuerda. ¿Como los Jonas Brothers? «No, más como Madonna», bromea en un encuentro con la prensa en el Teatro Real, donde hoy ofrecerá un concierto dentro del Ciclo de Grandes Voces, en el que participa por segunda vez, acompañada por la batuta de López Cobos al frente de la Sinfónica de Madrid.
Para él ha cocinado -«el mundo de la música y la comida tienen lenguajes muy similares»- un menú en el que se degustarán platos tradicionales, como algunos lieder de Strauss, «un compositor muy importante para mí», junto a otros de nueva creación para su voz -«La boh_me», tanto de Leoncavallo como de Puccini-, que se incluyen en su nuevo disco, «Verismo» (Decca). Un repertorio al que apenas se había acercado y que ahora está presentando en un tour de dos semanas y media. «Tenía que grabar un disco y me di cuenta de que mi repertorio lo tenía casi todo grabado». Entre los elegidos, Puccini, Catalani, Zandonai, Cilea, Giordano..., «que le van bien a mi voz».
La soprano norteamericana apenas se pronuncia sobre el nombramiento de Mortier como director artístico del Real («puede ser muy interesante para Madrid, sus producciones son diferentes»); pero sí comenta su polémica marcha de Nueva York: «No le dieron el presupuesto que le prometieron, pero provocó modificaciones enormes en el teatro. Otra persona se hubiera adaptado y quedado».
S. G.
Abc