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Para Bartoli «la moda de los castrati es tan mala como la de la anorexia»

20/9/2009 |

 

 «En el siglo XVIII los castrati fueron un gran negocio», reconoce la mezzosoprano Cecilia Bartoli. Durante casi siglo y medio, y por amor al arte -en particular a la música- y también al dinero, que podía salvar de la miseria a una familia, cientos de miles de niños fueron castrados en Italia. Esta dramática historia es la que ha investigado durante los últimos años la cantante italiana -«tengo alma de Sherlock Holmes»-, una labor que ha vertido en un disco con un nombre más que explícito, «Sacrificium», con una fotografía inquietante que se asoma desde su portada donde se puede ver una escultura clásica con cuerpo de hombre culminado por la cabeza de la cantante.

Grabado en el Auditorio Miguel Delibes de Valladolid, donde tiene su residencia el grupo -de instrumentos originales- Il Giardino Armonico, que acompaña a la Bartoli, el volumen, que saldrá a la venta el próximo 6 de octubre, reúne once arias compuestas por los compositores más sobresalientes -encabezados por Nicola Porpora- de la Escuela de Nápoles, ciudad donde esta práctica estaba muy generalizada.

De la fama a la prostitución

«Al año eran castrados entre 3.000 y 4.000 niños», apunta Bartoli, «muchos de ellos morían por las infecciones, y de los que sobrevivián muy pocos lograban alcanzar la fama. Uno tal vez». Los que si lo hacían eran tratados como estrellas por la sociedad, los compositores y la corte -basta recordar como Felipe V tuvo a su servicio a Farinelli para que aliviara sus noches de insomnio-. Los que no, «muchos fueron sacrificados para nada», tuvieron que sobrevivir dedicándose a la prostitución «o cantando en el coro de la iglesia», una institución que demostró una completa ambigüedad respecto a esta moda. «La castración estaba prohibida por la Iglesia pero a los castrati que vivían en la pobreza les daban trabajo en sus coros. Treinta y dos papas disfrutaron de los castrati en la Capilla Sixtina».

Este no es el primer acercamiento al mundo de los castrati para la Bartoli, ya lo hizo en otro de sus discos, «Opera proibita», que incluía arias escritas para ellos pues la Iglesia tampoco permitía cantar a las mujeres. «Entonces se trataba de música sacra», aclara la cantante para quien la moda de los castrati es tan mala como la moda de la cirugía estética o la anorexia, «todo para dar entretenimiento». A la pregunta de si valió la pena el sacrificio de tantos niños por alcanzar una música tan exquisita, Bartoli afirma: «Cualquier respuesta es una contestación inmoral».

La mezzosoprano presentará el libro-disco (que contiene un centenar de páginas, con ilustraciones, explicando la historia de los castrati) en España en dos mini giras. La primera, a partir del 10 de diciembre, la llevará a Barcelona, el Teatro Real de Madrid, Murcia y Las Palmas; la segunda, en abril, pasará por San Sebastián, Bilbao, Oviedo y Valladolid.

Entre sus futuros proyectos, adelanta la interpretación de «Norma», de Bellini, en la versión para mezzo en Alemania el próximo verano.

SUSANA GAVIÑA
Abc

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