Carlos Álvarez: «Lo realmente difícil es sobreponerse a un éxito»
9/12/2003 |
-Cuando recibió el premio Nacional de Música, dotado con 30.050 euros, decidió donar el dinero a una fundación que está por nacer.
-Todavía no se han presentado los estatutos pero será algo inmediato. Además el premio éste servirá para que se catapulte mucho más. Es una fundación que tendrá que ver con la formación musical pero de momento no puedo adelantar mucho más.
-Usted pertenece a un cantera de voces que surgió del Teatro de la Zarzuela, dirigido entonces por Emilio Sagi, muy comprometido por impulsar y dar oportunidades a jóvenes voces. ¿Cree que es preciso retomar este tipo de iniciativas?
-Absolutamente. Las voces no se desarrollan en la sala de un conservatorio, sino encima de un escenario, donde está el trabajo real. Si no son los teatros los que nos ayudan en ese sentido, seguirá dándose el cliché del cantante español con talento que tiene que salir fuera a convertirse en un profesional y que vuelve a España para ser refrendado.
-El Teatro Real tiene entre sus proyectos la creación de una academia, donde profesionales con proyección impartirán cursos de perfeccionamiento. ¿Le gustaría participar en ella?
-Sí, claro, y espero que el Real se convierta, no en una escuela, sino en una oportunidad valiente para la gente más joven que necesita esa primera posibilidad.
-«Rigoletto», «Macbet» o «La traviata» son títulos que aparecen en su agenda. ¿Verdi continúa siendo el norte de su carrera?
-Más que el norte es mi mapamundi (se ríe). Últimamente, excepto alguna oportunidad que tengo de poder saltar en el repertorio, lo fundamental es Verdi. De hecho, estoy muy contento porque esta temporada cantaré por primera vez «Macbeth», primero en Sevilla y luego en el Liceo. También cabe la posibilidad de hacer una producción con Bolonia en el festival de Rávena en verano.
-¿Pero es por gusto o porque ya le han encasillado?
-Espero que tenga más que ver con mis características vocales a que no existan muchas voces verdianas donde elegir. De todas maneras, de vez en cuando yo también hago sugerencias de lo que me gustaría cantar.
-Acaba de cantar en Florencia el «Rigoletto» que se vio en el Real, con dirección de Graham Vick, con el que va a repetir en una nueva producción de «Traviata». ¿Es el comienzo de una gran amistad?
-Para mí es una gran satisfacción saber que la gente se siente bien cuando trabaja conmigo, que quiera repetir y que enseguida brote la sonrisa y nos divirtamos juntos, eso es más gratificante que recibir un premio.
-Usted aborda mucho repertorio español, ¿es la otra niña de sus ojos?
-Espero que cada vez sea mayor y lo que me gustaría enormemente es hacer zarzuela sobre un escenario.
-Eso lo ha repetido en numerosas ocasiones pero no le vemos en las programaciones.
-No veo a nadie que asuma esa petición (vuelve a reírse).
-Tal vez parece impensable que usted dedique un mes a una zarzuela.
-El problema es por qué se trata a la zarzuela de manera distinta a la ópera. También creo que existe un problema de programación. Por otra parte, yo realmente no he hecho tanta zarzuela -dos títulos en toda mi trayectoria- como la gente cree, por eso me gustaría que fuera real. De todas maneras, con la iniciativa de Plácido de llevar «Luisa Fernanda» a la Scala de Milán, ya hemos logrado abrir la caja de Pandora.
-¿Le gustaría seguir sus pasos?
-Me gustaría que en Viena se desarrollará un proyecto de música española y estar implicado en él.
-Pronto cantará en el Real «Ildegonda». ¿Ha visto ya la partitura?
-Sí, es una ópera italiana. Arrieta tenía esa influencia tanto en el tratamiento del tema como en el desarrollo de la forma musical y el trato de las voces. Lo que más me gusta es que vamos a coincidir en ella unos cuantos amigos: Ana María Sánchez, Josep Bros, el maestro López Cobos... Así es como mejor se trabaja. A veces creo que no soy consciente de mi trayectoria porque me siento como hace 13 ó 14 años. Sigo siendo «Carlitos». Me subo sobre un escenario y a la gente le gusta mi trabajo, pero no tengo la sensación de ser alguien relevante.
-Acaba de publicar un disco sobre Andalucía. ¿Es un homenaje a su tierra?
-Sí, era necesario porque yo no había tenido la oportunidad de hacer ninguna grabación con la orquesta de mi ciudad, la Filarmónica de Málaga, y tenía una deuda pendiente con ellos. Y por otra parte quería utilizar las armas que tenemos. Andalucía ha dado a mucha gente la oportunidad y la excusa de hacer música y literatura con una gran calidad. El sello RTVE aceptó el reto y lo llevamos a cabo en condiciones estupendas. Es un disco prácticamente grabado en directo donde participa Miguel Ortega, quien ha hecho la orquestación de una selección de canciones populares de García Lorca. También hay música de Albéniz, Falla... Música española, en definitiva.
-Después de tantas representaciones, tantos reconocimientos, ¿cuáles son sus proyectos, sus sueños?
-Cada vez tengo más claro que mi meta es la función del día siguiente porque es ahí donde se hace el trabajo. Lo realmente difícil es sobreponerse a un éxito. Los fracasos nos hacen reflexionar y madurar, pero el éxito te mantiene en una nebulosa que no nos podemos permitir porque esto es un examen continuo. Por supuesto que quiero añadir más personajes a mi repertorio, pero deseo hacerlo con un esfuerzo añadido, es decir, creando un personaje. Entre mis retos se encuentran cantar por primera vez, dentro de dos temporadas, «Un ballo in maschera» en el Metropolitan; asumir «Simon Boccanegra» y, dentro de varios años, interpretar «Andrea Chenier», en Japón.
-¿Se ha emborrachado alguna vez de éxito?
-No. Nunca me he emborrachado y mucho menos de éxito. Tengo los pies muy en el suelo porque miro alrededor constantemente. No soy creyente pero en cierto modo pienso que existe una ley de la compensación y tener éxito cuando alguien de tu familia está pasando un mal momento hace que uno no pierda el sentido de la realidad.
Susana Gaviña
Abc