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Otto Schenk: «El espíritu de Wagner sólo es posible en un entorno muy romántico»

30/4/2009 |

 

En Viena, donde nació, le conocen como hombre de teatro y como prolífico actor. En Nueva York Otto Schenk es un hombre de Wagner. En la temporada 1986-87 se estrenó en la Metropolitan Opera la primera entrega de su majestuosa producción de “El Anillo del Nibelungo”, que durante más de veinte años ha mandado en este coliseo y en esta ciudad. Ahora se representa por última vez el ciclo entero antes de dar lugar a un nuevo montaje de Robert Lepage. En el momento de la despedida, todo son recuerdos...y ardientes votos para que, con tanta modernidad y tanto lío, el mundo no olvide la humanidad de sus dioses.

- ¿Cuál es su balance después de tantos años guardando el Anillo?
Estoy muy contento de que mi producción haya aguantado tanto. Sobre todo teniendo en cuenta lo que yo quería hacer, quería contar una gran historia, llena de misterios y de fuerza. Yo no diría que es una puesta en escena tradicional, yo diría que es muy romántica. El espíritu y la música de Wagner sólo son posibles en un entorno muy romántico. Por eso Wagner describe minuciosamente el tiempo que hace casi en cada escena. El escenógrafo Günther Schneider-Siemssen supo proveer modernas variaciones de todos esos elementos, el viento, las nubes, el fuego...Los momentos humanos han hecho popular esta ópera tan larga y tan difícil, han conseguido que el público ame este monstruo- ¿Qué le preocupaba más en el momento de asumir el reto?

Expresar bien los momentos más conmovedores. Hay momentos así incluso entre Sigfried y Mime...En la muerte de Siegmund...Cuando Sigfried, cegado, le arranca el anillo a Brünhilde...Cuando Wotan se despide para siempre de su hija...Wagner subraya todos esos momentos, y mi obsesión era hacerlos visibles, porque estoy convencido que son la clave del inmenso éxito de esta ópera de más de quince horas. Estos momentos tan humanos han hecho popular una ópera tan larga y tan difícil, han hecho que el público la ame, con lo extraño que es amar a un monstruo así...Con esa increíble música...
- Quizás lo más intrigante de Wagner sea esa naturalidad, esa verosimilitud que en sus obras adopta lo sublime. Lo que pasa es extremo pero jamás incurre en el histrionismo que es casi inherente a otras óperas.

- Exacto, aquí todo es muy extremo y a la vez muy real. Incluso si uno se pierde y no lo entiende del todo, ahí está la música acompañándole, es como una genial banda sonora de película, recorre y describe todos los sentimientos...Cantar es muy distinto que hablar o que sólo actuar, yo creo que la raza humana aprendió a cantar antes que a hablar. Esta expresión ancestral alienta en Wagner.

- A usted le ha tocado encarnar un Wagner “normal” frente a otras interpretaciones más furiosamente modernas...¿cree que alguien ha llegado demasiado lejos?

- Ha habido tantos intentos de acercarse al misterio, que es fácil que alguno sea equivocado...pero yo aprecio mucho cada esfuerzo serio. Y por supuesto no voy a juzgar a nadie. Todo depende de cuán convincente el resultado sea. Si quiere saber por qué otros lo hicieron de otra manera, tendrá que preguntárselo a ellos, no a mí (ríe).

- Si tuviera que montar el Anillo ahora, volver a partir de cero, ¿qué cambiaría?
- Para empezar no lo haría, no volvería a empezar ahora. Porque ya soy viejo (tiene setenta años) y no sobreviviría. Además desde que acometí esto han pasado tantas cosas distintas en mi vida y en mi trabajo que sinceramente no sé en qué he cambiado, cómo afectaría eso al Anillo.

- ¿Algún consejo para su “sucesor”, Robert Lepage?

-Vi una producción suya por la tele...Era impresionante, con unos grandes efectos...Estoy seguro de que veremos una gran cosa, bueno, sólo el llegar a verlo ya es una cosa grande en sí...No, no tengo nada que aconsejarle...¡Suerte!

ANNA GRAU
Abc

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