23/2/2009 |
Si alguien tiene obligación de defender al bueno de Mendelssohn en el bicentenario de su nacimiento es la Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig, la más antigua del mundo y aquella que lo tuvo como director. Al escucharla, es agradable pensar que algo queda de aquel tiempo. Desde luego, si no lo es, así lo parece, y eso es lo importante. En tiempos rebufados por la homogeneización y alguna esteril «world music», la escucha de una orquesta como ésta reconcilia con el planeta. El aterciopelado color de la cuerda, la peculiar amalgama del viento, la sonoridad hecha, abundante y nunca estridente, son singularidades en las que el oído se recrea. Como si se penetrara en el túnel del tiempo.
Pero no sólo por ello. La orquesta leipzigiana tiene a su frente a Riccardo Chailly, cuya visita madrileña llama la atención ante la muy posible llegada a Valencia como titular del Palau de les Arts. Musicalmente, la combinación de temperamentos es formidable. Al regular, ameno y nada problemático Mendelssohn (según los libros) se le ha descubierto su lado agitado. Sin duda que la sinfonía «Escocesa» pudo defraudar a algunos, pero a otros (a la mayoría habría que decir) les acercó a un compositor tantas veces expuesto desde la cándida inocencia. Al margen del carácter, la realización fue implacable de principio a fin, siempre tersa, engarzada, con garra y buen gusto. Asumiendo el límite de lo revolucionario y con la espada de Damocles de traspasar la línea, como sucedió con la acelerada y olvidada obertura «trompeta» oída en el arranque.
Tienen su atractivo estos ejercicios de equilibrismos. Alguien que los hace habitualmente es el pianista Lang Lang. Estuvo cerca de caer en el esteticismo en el segundo movimiento del primer concierto de Mendelssohn, pero fue genial la realización del último tiempo. El sonido prudente, el toque perlado, la articulación suelta, el ritmo balanceado. Cada uno tiene sus manías, somos humanos, pero hoy gracias a la Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig, Chailly y Lang Lang, a Mendelssohn se le quiere un poco más.
ALBERTO GONZÁLEZ LAPUENTE
Abc