2/9/2008 |
El Festival Richard Wagner de Bayreuth abrió hoy una nueva era al decantarse por una dirección bicéfala entre Katharina y Eva Pasquier-Wagner, las dos hijas del patriarca Wolfgang Wagner, quien durante más de medio siglo ha llevado las riendas de esa meca de los wagnerianos de todo el mundo.
El Consejo de la Fundación del Festival optó por la vía de la dirección colegiada para zanjar la 'guerra de sucesión' que durante más de una década ha planeado sobre la Verde Colonia bávara en la que Richard Wagner fundó el teatro que consideró idóneo para sus óperas.
El tándem de las dos hermanastras contará con el puntal, con rango de asesor artístico, de Christian Thielemann, el director estrella desde hace varias temporadas en la difícil plaza de Bayreuth.
Con ello quedaron frustradas las aspiraciones de la tercera descendiente y biznieta del compositor, Nike Wagner -sobrina de Wolfgang e hija de su hermano Wieland-, quien había presentado una candidatura alternativa apuntalada en el prestigio del director belga Gérard Mortier.
Katharina, de 30 años, y Eva Wagner-Pasquier, de 63, e hijas del segundo y primer matrimonio de Wolfgang, respectivamente, se repartirán las competencias de dirección y la ejercerán de forma colegiada, aseguraron fuentes del Consejo tras anunciar su decisión.
Con ello se cierra la era de supremacía en la Verde Colina de Wolfgang Wagner, quien tras los años de sumisión a Hitler reflotó el festival como co-director junto a su hermano Wieland. Desde la muerte de éste, en 1966, ejerció el cargo en solitario y con rango de vitalicio.
La guerra de sucesión entre las tres descendientes del compositor era la comidilla en los entreactos de todas las temporadas de ese festival operístico consagrado en exclusiva al culto a Wagner.
Wolfgang se aferraba a su contrato vitalicio, pese a las presiones del Consejo para que pasara a la jubilación, que se acentuaron en 2001 con su decisión por un relevo a favor de Eva Wagner-Pasquier, hija de su primer matrimonio con Ellen Drexel.
La primogénita del patriarca conocía a la perfección los entresijos de Bayreuth, pero había roto con su padre tras la muerte de su madre y posterior matrimonio de Wolfgang con su hasta entonces colaboradora, Gudrun.
En los últimos años se había consolidado una especie de triunvirato Wolfgang-Gudrun-Katharina, destinado a perpetuar el poder absoluto del patriarca. El pasado diciembre empezó a desatarse la situación con la muerte, a los 63 años, de Gudrun, que ejercía de directora "consorte" de Bayreuth.
El viejo Wolfgang accedió a retirarse al término de la última edición, que se cerró este agosto, y las dos hermanas firmaron una especie de armisticio con la solución de compromiso bicéfala.
Pese a que se insiste en que será una dirección colegiada, se estima que Katharina asumirá la tarea de renovar el Festival, mientras que a Eva le corresponderá la de preservar su peculiar ambiente, una combinación de elitismo y provincianismo bávaro.
Katharina ha dirigido ya varias óperas de su tatarabuelo -y se ha ganado abucheos del exigente público de Bayreuth-, mientras que Eva participó en el 'Anillo del Nibelungo' de Patrice Chéreau, la más mítica entre las producciones que han pasado por la Verde Colina.
La anécdota en la última fase de la guerra por el poder en la meca wagneriana vino de la mano de una candidatura sorpresa en el último minuto, presentada por correo electrónico por otro descendiente del compositor con el que hasta ahora no se contaba.
Richard Bauer, de 44 años y al parecer hijo natural de Wieland Wagner, hizo llegar un correo electrónico al Consejo expresando su voluntad de asumir la dirección, lo que acumuló un capítulo más al culebrón.
No se contaba con una decisión a favor de este aspirante sorpresa, mucho menos consistente que la de Nike, quien desde hace décadas luchaba por la dirección de Bayreuth, ahora apuntalada en el prestigio de Mortier.
El belga es el director designado de la New York City Opera y cuenta con un sólido prestigio en el mundo de la música clásica tras dirigir, entre otras casas, la Ópera de París o el Theatre de la Monnaie de Bruselas, así como los Festivales de Salzburgo.
La Vanguardia