23/8/2008 |
Es el nombre del verano. Toledo, Almería o Peralada (donde actúa el 2 de agosto) y Pésaro (el 9 de agosto, junto a la Orquesta de la Comunidad Valenciana) servirán de anticipo a la gira de presentación de su último disco, Bel Canto Spectacular, que ha grabado en el Palau de Valencia y en el que participa Plácido Domingo. El Cultural ha hablado con el tenor peruano de su ya probada predilección por España y de sus roles favoritos.
Descubrió la ópera casi por casualidad. El último día de clase, un profesor de música lo eligió para cantar los solos de tenor en una representación organizada por el colegio. De ahí saltó al conservatorio, aún interesado por la música pop de su juventud. Sin embargo, la voz de Juan Diego Flórez (Lima, 1973) pedía un repertorio más refinado y belcantista, que descubriría con el Coro Nacional de Perú y, más tarde, en el Instituto Curtis de Filadelfia. El gran debut llegó en el Festival Rossini de Pésaro de 1996. Tenía 23 años. En su último disco, Bel Canto Spectacular, lo acompaña la Orquesta de la Comunidad Valenciana en la que es la primera grabación de la joven formación.
–Su relación con España no podría ser más afortunada. En el Orfeo del Real el público lo agasajó con diez minutos de aplausos.
–En España me siento como en casa, es el país donde estoy más a gusto. La relación con el Real también es buena. El público me aprecia, y yo lo agradezco mucho. Lo importante es ser exigente con uno mismo y no llegar a defraudar. Marcar un nivel y no bajar de ahí.
–Su nuevo disco lo grabó el año pasado en el Palau de les Arts Reina Sofía de Valencia, adonde volverá durante su gira española.
–Es algo que le debo a Valencia. Ya hacía años que Helga Schmidt –intendente del Palau de les Arts– me estaba pidiendo que cantase un Barbero de Sevilla. Al final lo único que se pudo hacer es un recital, y ya más tarde se concretó la grabación del disco. Lamentablemente, no he podido hacer una ópera, quizá más adelante...
Valencia en el horizonte
–¿Cómo fue la experiencia con la orquesta?
–Era la primera vez que trabajaba con ellos. Dentro de poco, el 9 de agosto, volveremos a coincidir para el concierto inaugural de Pésaro. Es una orquesta formidable, joven y divertida. Lo pasamos bien juntos.
–El año que viene cantará Rigoletto en el Teatro Real. ¿Cómo se defiende en el papel del Duque?
–Es un papel que me exige mucho. Antes lo canté en Lima y más recientemente en Dresde. Me obliga a empujar la voz, y eso tarde o temprano pasa factura.
–¿Cambiaría el repertorio?
–No, voy a mantener mi repertorio, que va desde Gluck a Rigoletto, siempre y cuando sean roles para una voz ligera, no forzada, donde no tenga que pelear con la orquesta. Respetar el repertorio te permite conservar las cualidades de la voz: la ligereza, los agudos, el canto ligado, los colores...
–Parece algo más habitual de la cuenta que las orquestas se coman las voces.
–Hay directores que están dispuestos a bajar la orquesta para que al cantante se le escuche, pero también he conocido a directores que prefieren lucirse aun cuando el cantante está prácticamente sumergido y se ve obligado a forzar la voz. Tengo suerte de cantar un repertorio en donde la orquesta, aunque suene fuerte, rara vez te va a cubrir. Eso pasó con Gianni Schicchi. La canté en Viena casi gritando, y yo no estoy acostumbrado a hacer eso. Cancelé inmediatamente los proyectos que tenía para volverla a cantar.
Un disco entre buenos amigos
–... Porque usted es de los que sabe decir que no.
–Es muy importante decir que no en un determinado momento. Yo no podría cantar Werther, ni Lucia, tampoco La Traviata. Voy a hacer Linda di Chamounix, pero le tendré mucho cuidado a La favorita, por ejemplo. Mi repertorio es Rossini, tengo la voz acostumbrada a un tipo de canto ágil y virtuosístico. No creo que a la gente le interese oírme en ciertos roles que otros tenores harían mejor que yo... Como se suele decir, zapatero, a tus zapatos.
–De todos modos su registro es amplio. En la grabación de La sonámbula, junto a Cecilia Bartoli, tuvo que bajar de tesitura.
– Se bajó la tesitura porque se utilizaron instrumentos de época, pero no porque ella lo cantara en otro tono. Para mí fue un reto cantar casi medio tono más bajo. Yo estoy acostumbrado a cantarla en teatros y me costó encontrar las posiciones. Pero ahí está, salió bien y siempre es una experiencia cantar con Bartoli.
–En su nuevo disco, Bel Canto Spectacular, encontramos arias bastante exigentes. ¿Qué ha aportado la grabación a estos míticos títulos?
–Bueno, son arias complicadas. Se trata de una revisión de algunas de las piezas más emblemáticas del bel canto, pero puestas bajo otra luz. Una furtiva lagrima tiene las variaciones de Donizetti; Spirto gentile está en francés; La figlia del reggimento, en italiano...
–En otras ocasiones, ha sido usted mismo el que ha escrito las variaciones.
– Sí, en Rossini normalmente me encargo yo.
–Intervienen en el disco Patrizia Ciofi, Anna Netrebko, Plácido Domingo, Marius Kwiecien y Daniela Barcellona. ¿Se trabaja mejor entre amigos?
– Siempre. Plácido Domingo me había dirigido anteriormente y con el resto ya había sudado en escena en otras ocasiones. Con Kwiecien estuve hace poco en el Don Pasquale del Met, por ejemplo. Son todos amigos de trabajo y también fuera de los teatros. Claro que es un placer tenerlos en el disco. Que vinieran a Valencia a cantar conmigo, que todos estos monstruos del canto encontraran un hueco en su calendario, me hizo sentirme importante.
– ¿Cuál es su relación con Plácido Domingo?
–Excelente. Es un honor que uno de mis ídolos tenga siempre elogios para mí. Lo he encontrado varias veces entre el público de mis óperas: en el Covent Garden, en Viena, en el Metropolitan...
–¿Acude también como espectador a la ópera?
–Sí, frecuentemente. Sobre todo cuando actúo en teatros donde se hacen óperas todos los días. Tengo muchas ganas de ver el Parsifal de Bayreuth.
–Muchos lo consideran el sucesor de Pavarotti. ¿Existe tal sucesor?
–Precisamente un amigo me hizo llegar el otro día un vídeo en el que Pavarotti hablaba de mí como su posible sucesor. Yo ya lo había leído en algún lado, pero fue una grata sorpresa verlo con mis propios ojos. Muchos viven en el mundo de su repertorio y el hecho de que Pavarotti apreciara una voz diferente denota cierta apertura. Su voz era lírica, la mía es lírico-ligera. Él cantaba Verdi y Puccini, y yo canto Rossini y Bellini. No creo que se pueda hablar de sucesor.
Más allá del repertorio
– Ahora que está empezando con repertorios como Lucrezia Borgia o Pescadores de perlas, ¿se ve más en la línea de Alfredo Kraus?
–Quizá sí, aunque él cantaba un repertorio más fuerte que el mío. Me inspira muchísimo Kraus, no sólo como maestro, sino como persona. Era un gentleman.
–Antes se centraba más en las pirotecnias vocales. De un tiempo a esta parte se le ve más preocupado en la línea y el fraseo, más en Bellini o Donizetti que en Rossini.
–Como le decía , no he cambiado de repertorio, todo se debe a mi calendario. Me incorporo después de vacaciones a hacer Matilde di Shabran en el Covent Garden. Después haré La hija del regimiento en Bilbao y volveré al Covent Garden con el Barbero de Sevilla, Zelmira en Pésaro... No creo que mi repertorio esté cambiando. Trato de incluir óperas nuevas porque me parece justo. Digamos que mi única escapada fue Rigoletto, el único Verdi que haré. Así como Mozart, el Rigoletto va a estar más presente en un futuro.
Nuevas luces para el bel canto.
Después de su anterior recital discográfico, Arias for Rubini, en el que Juan Diego Flórez rendía homenaje a uno de los divos legendarios del siglo XIX, Giovanni Battista Rubini, su tercer trabajo fonográfico, Bel Canto Spectacular, está dedicado por entero al repertorio belcantista, en el que el tenor peruano, hoy por hoy, no tiene posible rival. El programa está integrado por cinco arias y otros tantos dúos de los tres autores más representativos de este exigente estilo: Gioachino Rossini, Gaetano Donizetti y Vincenzo Bellini. Hay que señalar entre las novedades que el aria de La figlia del reggimento está cantada en su versión italiana y la de La favorite, en el original francés. Del mismo modo, en Una furtiva lagrima se utilizan las variaciones escritas por el propio Donizetti. El álbum, realizado en noviembre de 2007 en el Palau de les Arts, constituye la primera grabación de la joven Orquesta de la Comunidad Valenciana. Estuvo dirigida por el maestro israelí, afincado desde hace muchos años en Italia, Daniel Oren, que imprimió al registro un lirismo particular y una ejecución especialmente poética. En Bel Canto Spectacular encontramos a una serie de buenos amigos del cantante, como la soprano rusa Anna Netrebko, quien le da la réplica en el dúo de I puritani, o el tenor madrileño Plácido Domingo, que aparece en un “cameo” de lujo, intercambiando por una vez el Otello de Verdi por el de Rossini.
Rafael BANÚS
El Cultural