24/7/2008 |
Mañana, viernes, en el Auditorio de Zaragoza y el próximo domingo en L’Auditori de Barcelona, Josep Pons abordará una de las obras más complejas y ambiciosas del repertorio sinfónico-coral: los monumentales Gurre-Lieder de Arnold Schoenberg. Este masivo oratorio fue escrito sobre textos del poeta Jens Peter Jacobsen. La obra, en un exuberante estilo postromántico y fuertemente influida por la música de Richard Wagner, fue escrita principalmente en 1901, aunque su orquestación no se concluyó hasta 1910-11, siendo estrenada por el también compositor Franz Schreker en Viena el 23 de febrero de 1913.
En 1900, Schoenberg había iniciado la composición de un ciclo de canciones con intención de presentarlo a un concurso. Aunque las terminó demasiado tarde, constituyeron el germen de la obra. El autor trabajó en esta versión esporádicamente y en 1910, ya había desarrollado sus teorías sobre el dodecafonismo y presentado su primera obra atonal, las Tres piezas para piano op. 11, muy influido por Mahler.
Para esta gigantesca composición, que exige casi cuatrocientos músicos, el director titular de la ONE se pondrá al frente de dos orquestas juveniles, la Joven Orquesta Nacional de España (JONDE) y la Jove Orquestra Nacional de Catalunya (JOSC), así como de un nutrido contingente coral, integrado por el Coro Lieder Camera, el Coro Madrigal, el Orfeó Catalá y la Polifónica de Puig-Reig, y un compacto equipo de solistas vocales. El ascendente tenor austriaco Nikolai Shukoff dará vida al príncipe Waldemar, y la soprano norteamericana Linda Watson (la Brünnhilde de los últimos años en el Festival de Bayreuth) será su infortunada amante Tove, cuya muerte anunciará con desgarradores acentos la Paloma del Bosque (cuyo canto adaptó el propio compositor unos años después para conjunto de cámara), encarnada por la mezzosoprano holandesa Charlotte Hellekant, completando el reparto los siempre convincentes Francisco Vas y José Antonio López. La actriz alemana Barbara Sukowa aportará su magnética personalidad a la última parte de la obra, con su dominio del Sprechgesang o canto hablado, una técnica utilizada aquí por primera vez y que el músico vienés llevará a su máximo desarrollo en obras como Pierrot lunaire.
Rafael BANÚS
El Cultural