Orquestas sinfónicas interpretan en vivo las bandas sonoras de los videojuegos
5/10/2007 |
Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, Valencia. Finales de julio. El director de orquesta, frac impoluto y batuta en ristre, aparece en un escenario sobre el lago que baña el edificio de Calatrava. Frente a él, los músicos esperan atentos al más ligero movimiento de su batuta mientras en una pantalla gigante surge la imagen del protagonista del videojuego Zelda.
La función está a punto de comenzar. De improviso, se encienden luces de colores y empieza la música. Pero la orquesta no interpreta Las cuatro estaciones de Vivaldi o la Novena sinfonía de Beethoven. No. Suenan las bandas sonoras de clásicos del videojuego como Zelda, Halo, Final fantasy, Súper Mario Bros y otros grandes títulos del universo jugón. Se acabaron las fronteras entre lo clásico y lo digital en el terreno sonoro del videojuego. Orquestas sinfónicas interpretan en vivo la música, cada vez más elaborada, de los videojuegos más famosos.
Ya no se trata de acompañar el juego con un montón de beeps y boops: la industria valora igual la banda sonora de un juego que sus gráficos o su jugabilidad. Mateo Pascual, compositor de la empresa española de videojuegos Pyros, describe la meteórica progresión de un sector que solía ser el patito feo en la creación del videojuego. Pero eso se acabó: "Todo ha evolucionado muy rápido, en diez años se han multiplicado presupuestos, medios y la demanda de la gente… Ahora es una maravilla y se hacen auténticas obras de arte".
La fusión entre orquestas y melodías de videojuegos no es flor de un día. Aunque en Valencia era la primera vez que una orquesta sinfónica interpretaba música de juegos en España, no es ésta una práctica nueva en otras partes del planeta. Con una gran aceptación en Japón desde hace veinte años, los conciertos sinfónicos de melodías de videojuegos se han multiplicado como setas en el resto del mundo desde que, en el 2003, la Orquesta Sinfónica Nacional Checa interpretó en Alemania el primer concierto de este tipo fuera del país nipón.
Desde entonces, las filarmónicas de ciudades como Londres, Tokio, Los Ángeles o Estocolmohan ofrecido conciertos con un repertorio lejos de los patrones clásicos. Pero hay más. Dos empresas estadounidenses han visto negocio en un espectáculo que agota las entradas por donde pasa. Video Games Live y Play! son dos espectáculos internacionales que cada año recorren decenas de países para ofrecer casi cuarenta conciertos sinfónicos de bandas sonoras de videojuegos.
Con una puesta en escena "Una tarifa de alguien con nombre se va fácilmente a los 2.000 o 3.000 euros por minuto, y en un proyecto internacional sólido con compositores que vienen del cine como John Debney (autor de la música de La pasión de Cristo y del juego Lair)o James Newton Howard (El bosque y el juego Metal Gear Solid)se pagan cifras hollywoodienses, que llegan a los tres millones de euros por juego", señala Araujo.
Aunque el mercado español aún está lejos de esas cifras, el interés por la música de videojuegos se adapta a los nuevos tiempos. Para la última entrega de la serie española Commandos,con 4 millones de juegos vendidos, se contó con coros y una orquesta de 105 miembros para cocinar su banda sonora.
Desde Hollywood ya han afinado el oído. Allí, reconocidos compositores de cine se han pasado a los videojuegos. Así, además de los dos compositores anteriormente citados, el autor de la oscarizada banda sonora de El señor de los anillos,Howard Shore, realizó la melodía del videojuego SUN, Soul of the ultimate nation con la ejecución de la Filarmónica Nacional de Rusia y el tres veces nominado a los Oscar Danny Elfman (Charlie y la fábrica de chocolate, Pesadilla antes de Navidad)o Trevor Jones (El último mohicano)dirigieron los trabajos musicales de los juegos Fable y Marvel Némesis, respectivamente. La lista es generosa. Además de colaboraciones esporádicas de Bruce Broughton (Silverado, Bambi II)en Heart of darkness, también han hecho sus pinitos en el cosmos del videojuego compositores como Graeme Revell (Daredevil),quien creó la atmósfera sombría de la II Guerra Mundial en Call of duty 2, o el francés Alexandre Desplat (Syriana,The queen)padre de la atmósfera de intriga en Splinter cell. Por último, Angelo Badalamenti, que atesora toda una legión de fans por su inquietante música de Twin Peaks,elaboró la del gélido, y no menos inquietante juego, Fahrenheit.
Las bandas sonoras de los videojuegos empiezan a sonar fuerte.
Xavier Aldekoa
La Vanguardia