Partituras viejas para nuevos mercados
2/6/2007 |
Si hay algo que frustra a cualquier melómano, es la imposibilidad de escuchar a Farinelli cantando una ópera barroca, a Bach interpretando al clave Las variaciones Goldberg o a Liszt haciendo malabarismos sobre su piano con las Rapsodias Húngaras. Aunque, por el momento, no se ha llegado tan lejos, las nuevas tecnologías permiten ya recuperar las lecturas de autores como Casals o Paderewski, realizadas por ellos mismos.
Aunque las técnicas de grabación han impuesto durante años cualquier nueva versión del repertorio musical clásico, bajo el impulso de la industria discográfica y de sus divos, muchos aficionados acuden todavía a los documentos más antiguos como referente histórico y nostálgico. Éstos, conservados en materiales como cilindros de cera, rollos de pianola o de piano reproductor, y discos de pizarra, se consideraban memoria histórica de grandes compositores e intérpretes legendarios, pese a su “mediocre calidad sonora”.
La poderosa atracción que ejerció el sonido estéreo, cuadrafónico o digital que poco a poco se consideraba más fiel que el que se escuchaba en las salas de concierto, pareció desplazar estos documentos a referencias y curiosidades para “melómanos algo enfermos”, según calificó en cierta ocasión Karajan a las personas buscadoras de tesoros musicales.
Sin embargo, todo esto ha cambiado en poco tiempo. Porque, si durante años este material ha permanecido casi oculto, las tendencias de investigación de artistas y musicólogos, así como la mundialización impulsada por internet y la saturación de los mercados, ha dado un vuelco en la búsqueda de todos estos testimonios, cuya restauración se ha visto beneficiada por los avances tecnológicos que han abierto un mundo lleno de sugerencias para el melómano actual.
Danza húngara. Pocos saben que el genio de Edison permitió a Brahms grabar un fragmento de su Primera Danza Húngara; a la mítica Adelina Patti –quizá la soprano más famosa de la segunda mitad del siglo XIX– registrar el aria “Voi che sapete” de Las bodas de Fígaro de Mozart, y a Pablo Sarasate dejar testimonio en 1904, con su famoso stradivarius, de sus Aires bohemios convertidos en best-sellers de la edición de partituras.
Todos estos documentos están recibiendo tratamientos de limpieza que mejoran su escucha de un modo sorprendente. Es el caso, por ejemplo, del conocido Digital Sound Restoration, el más avanzado entre los que existen, que permite recrear en los laboratorios las mismas condiciones técnico-acústicas con que originalmente fue grabado un documento sonoro, e incluso, “reproducirlo con una calidad muy superior de la que pudieron disfrutar en su tiempo y proceder a la digitalización, restauración y registro de la grabación en un soporte estable e imperecedero”, según destaca el profesor Julio Arce, experto en la recuperación de obras clásicas.
Muchos de los discos pertenecientes al sello Naxos Historical se han beneficiado de estas innovaciones. Uno de los documentos más impactantes que acaba de aparecer, se titula Encores and transcriptions y ha pasado de ser una leyenda a convertirse en un producto accesible a cualquier aficionado. Se trata de grabaciones que llevó a cabo el mítico Casals, uno de los más abiertos intérpretes a la hora de dejar testimonio de su arte. Son versiones de principios de los años veinte de transcripciones realizadas por él mismo, o por otros compositores, de obras de Chopin, Rubinstein, Brahms, Glazunov y Chaikovski.
Entre lo más impactante, se encuentra el arreglo de su colega Cassadó del intermedio de Goyescas de Granados, apenas unos años después del fallecimiento de éste (Naxos Historical 8.110987). El listado se ve incrementado por una selección de transcripciones de valses de Strauss realizados por pianistas que conocieron al célebre compositor. Entre otros, se encuentra la realizada por Ernö Dohnanyi de El barón gitano; por Carl Tausig del opus 167; por Leonard Pennario del Vals del Emperador, y la que llevara a cabo Andrei Schultz-Evler del mítico Danubio Azul (Naxos Historical 8.111226).
Rollos de pianola. Pero, además de acudir a las grabaciones de Edison, existía también otra fuente por explotar conocida como rollos de pianola. Éste es un instrumento de origen incierto, aunque se tenga el modelo realizado por Edwin S. Votey en 1897 en un taller de Detroit como prototipo. Es un tipo de piano que se toca automáticamente, ya que las teclas se mueven a impulsos mecánicos, neumáticos o eléctricos mediante la lectura de unos rollos perforados. Aunque este modelo tiene mucho de juguete mecánico, sin embargo, supuso un trampolín, gracias a la electricidad, para el que la firma Welte inventó en Freiburg un nuevo prototipo conocido como Welte-Mignon, que se denomina “piano reproductor”.
Éste tiene la ventaja de reproducir rollos donde la dinámica está controlada de forma automática y el poder de succión se realiza a través de un motor eléctrico. Es decir, frente a la pianola que debía ser accionada por pedales, el piano reproductor, tal y como señala Timothy Day, uno de los grandes especialistas en la historia de la grabación, “presentaba no sólo las notas de las obras, sino también interpretaciones de los artistas reales. En otras palabras, en sus rollos estaban codificadas las dinámicas y los tipos de articulación originales del intérprete”.
Aunque para muchos puede resultar una sorpresa, raros fueron los grandes pianistas que no se dejaron tentar por tan interesante producto. Entre estas grabaciones, el aficionado encontrará que en 1906 Edvard Grieg, apenas un año antes de morir, dejó testimonio de la versión de dos de sus populares Piezas Líricas; que Enrique Granados, además de gran compositor, fue un espléndido pianista padre de la escuela catalana moderna, que aporta los Requiebros de la suite Goyescas, y que Alexander Scriabin legó su Poème op. 32. Todos estos documentos están ya al alcance de cualquiera a través de descargadas de internet en formato MP3 en The Pianola Institute (www.pianola.org), organismo dedicado no sólo a recuperarlos, sino a trasladarlos a aquellos aficionados más exigentes.
Recital de Paderewski. Mayor interés tiene su importante producción de compactos. Uno de los más impactantes es el recital de Paderewski, tal vez el pianista más famoso, con permiso de Rachmaninov, de principios del siglo XX, que llegó a ser presidente de la República de Polonia. En un set de dos compactos, se ha recuperado, con un sonido moderno, sus particulares versiones de obras como la Primera y la Tercera Balada de Chopin, la Segunda Rapsodia Húngara de Liszt, Reflejos en el agua de Debussy y sus propias obras (Paderewski in Recital, 2 CD, Aeolus).
Otro documento destacado incluye algunas joyas como la Rapsodia D’Auvergne por el propio Saint-Saëns; el Soneto del Petrarca de Liszt, interpretado por la mítica pianista venezolana Teresa Carreño; el vals-capricho sobre Lucia de Lammermoor de Liszt, interpretado por Busoni y la Danza Polaca de Scharwenka por él mismo (Welte-Mignon: 1905-2005, Aeolia 1003). La calidad de estos registros es muy alta, ya que la restauración se ha hecho con un gran piano Steinway-Welte, adaptado por Denis Hall, con lo que la reproducción será capaz de dejar asombrados hasta a los melómanos más exigentes.
IBERNI, Luis G.
El Cultural