Aniversarios y transiciones
30/12/2006 |
El gris de las etapas de transición ha predominado en el mundo de la música. Mientras las programaciones han ampliado el repertorio, las orquestas siguen buscando su sitio. Además, los nuevos auditorios esperan impacientes su consolidación en el 2007.
Quizá por su proximidad a las elecciones municipales y autonómicas, el año 2006 se ha visto teñido de un tono grisáceo, propio de etapas de transición. En el despliegue de actividades, pocas han trascendido como para marcar una etapa en la evolución de la vida musical española. Las programaciones de los teatros han ido en la línea de los últimos años, aunque se reconoce el esfuerzo por ampliar el repertorio con títulos infrecuentes que han obtenido los excelentes resultados artísticos como La ciudad muerta de Korngold del Liceo, Die Ferne Klang del Maestranza y The turn of the screw de Oviedo. En el caso de nuestras orquestas, algunas consolidan una trayectoria ascendente, proyectada con sus apariciones en el exterior, como las de Castilla y León o la Comunidad de Madrid, en sendas visitas a China e Iberoamérica. Hay que destacar la revolución que está viviendo la Nacional de España, gracias al trabajo de Pons y a una inteligente política de solistas y directores invitados. Otras, sin embargo, viven momentos inciertos. Tenerife despide al que ha sido su alma mater, Víctor Pablo Pérez, mientras que Córdoba, Granada o Baleares deben adaptarse a sus nuevas batutas. La Orquesta de Barcelona abrió las puertas a Martínez Izquierdo, dispuesto a prepararla para nuevos tiempos, habrá que ver si el nuevo responsable, Eiji Oue, es capaz de galbanizar un conjunto que, por su trayectoria, tiene mucho de inconformista crónico. La difícil situación del Ente Público, obliga a replantear los fines de la Orquesta de RTVE.
Con entusiasmo se acogió la llegada dos nuevos y modernos auditorios que ya cuentan con momentos de gozos y de incertidumbres. El Escorial, tras una llamativa inauguración, ha decidido dejar su dirección en manos de la empresa privada, que deberá construir un público y cuadrar las cuentas. El impresionante despliegue de figuras que han acudido a la llamada del Palau de les Arts valenciano (desde Mehta a Maazel), no ha podido evitar la frustración causada por los problemas técnicos de su maquinaria escénica. Los festivales viven etapas difíciles, ante los ajustes a los que se ven sometidos y por la competencia de las temporadas. Nombres como Muti, Gardiner, Abbado o Barenboim han vuelto a llenar los auditorios, si bien destaca la intensa gira de Gergiev y el Mariinski que estrenaron en España una obra importante como es Semyon Kotko de Prokofiev.
La creación no se ha visto demasiado favorecida, aunque algunos compositores han logrado un lugar en la actualidad, como García Abril, reconocido con el Premio Tomás Luis de Victoria. Entre nuestros intérpretes, José Bros merece ser destacado por su esfuerzo y rigor. Y en plenas celebraciones de los años Mozart o Shostakovich, hay que señalar el impulso por rescatar la obra de algunos olvidados del patrimonio histórico español. Tal es el caso del valenciano Martín y Soler, que ha salido de la órbita mozartiana. Lo mismo que el vasco Arriaga, cuyo centenario se ha vivido con entusiasmo en su patria de origen. Menos suerte tuvo el murciano Fernández Caballero, desapercibido en su centenario pese a ser uno de los grandes puntales de la zarzuela. Ésta perdió una ocasión reivindicativa de oro entre poco imaginativos fuegos, coincidiendo con el 150 aniversario del Teatro que lleva su nombre. Sin embargo, el año que se va recuperó también La conquista di Granata de Emilio Arrieta e Il dissoluto punito de Ramón Carnicer a los que se les augura un futuro prometedor.
Luis G. IBERNI
El Cultural