ClàssicsWeb, el teu espai

Almanac

Cerca de notícies

Paraules:
Tema:
Inici: Escollir data inici
Fí: Escollir data fi
Ajuda
Verso

NOTÍCIA

Eduardo López Banzo: “En la interpretación antigua hay mucho 'amateurismo'"

14/10/2006 |

 

El clavecinista y director zaragozano Eduardo López Banzo lleva dos décadas entregado a la recuperación de nuestro patrimonio musical. A partir del 13 de octubre dirige los tres conciertos del ciclo Arriaga-Mozart organizado por el Teatro Real para celebrar el bicentenario de ambos autores. Estará al frente de su orquesta barroca Al Ayre Español, junto a la que comienza el próximo mes una gira con la soprano María Bayo para presentar su último disco, dedicado a obras de Nebra y Haendel.

Como un Quijote de la música española, Eduardo López Banzo (Zaragoza, 1961), lleva media vida volcado en rescatar del olvido parte de nuestro patrimonio sonoro anterior al s. XVIII. Hace casi dos décadas creó el conjunto Al Ayre Español, Premio Nacional de Música en 2004, con el que ha recorrido algunas de las mejores salas del mundo poniendo los nombres de Lliteras, Durón o Nebra al lado de los Scarlatti, Vivaldi, Haendel, Rameau o Monteverdi. Esa pasión “de descubrir mundos escondidos en las partituras del pasado” se fraguó en Ámsterdam donde llegó con 18 años para estudiar al lado del clavecinista Gustav Leonhardt, quizás, junto a Harnoncourt, el máximo instigador de la revolución historicista que sacó a la música antigua de su marginalidad. “Al margen de sus enormes capacidades como músico, de las que tanto aprendí, supo inculcarnos una gran curiosidad hacia lo que nadie prestaba atención, para que, como anticuarios, supiéramos encontrar tesoros ocultos, quitarles el polvo y devolverles el brillo que un día tuvieron”. Fue en Holanda donde, alentado por la embajada española para que montara un programa con repertorio barroco español, se fraguó Al Ayre Español: “Resultó un éxito. Pero fue algo intuitivo, no premeditado”, señala con pasión.

–Hoy, casi 20 años más tarde, han alcanzado su velocidad de crucero.
–La apuesta del Gobierno de Aragón fue definitiva. Hasta la concesión del Premio Nacional de Música funcionábamos como conjunto de cámara, con un repertorio anterior al s. XVIII ausente en los programas de cualquier formación tradicional. La ayuda institucional nos permitió crecer y convertirnos en una orquesta con una infraestructura que nos ha hecho capaces de enfrentarnos a un programa más amplio, incluso de llegar al clasicismo. Otros factores han sido el disponer de una sede como la del Auditorio de Zaragoza, uno de los mejores de España con una acústica formidable, y el contar con una discográfica, como Harmonía Mundi, que hace posible materializar nuestras ideas y proyectos.

–¿Han desaparecido los prejuicios que veían a la música antigua como un reducto aparte?
–Ha dejado de ser un sinónimo de mala música. Antes, el mundo de la música moderna nos veía con cierta deferencia, creyendo que se refugiaban allí los que no daban la talla. Hoy ocurre todo lo contrario, hay muy buenos directores e intérpretes que se han sentido seducidos por el repertorio antiguo. Éste ofrece mayores libertades interpretativas así como el descubrimiento de colores de instrumentos desconocidos. Eso ha hecho que haya subido bastante su nivel y que ahora mismo esté en perfectas condiciones de competir con cualquier otro grupo de instrumentos modernos del mundo.

Crisis de las orquestas
–De hecho, hace ya tiempo que se habla de la crisis de las orquestas tradicionales, que limitan su perspectiva musical a un siglo y medio.
–Por ejemplo, creo sinceramente que en Zaragoza, donde reside nuestra orquesta, no hace falta la creación de una nueva formación sinfónica. Me parece que a nuestro alrededor hay orquestas suficientes –Barcelona, Pamplona, Madrid...– y hacer otra más sería innecesario. ¿Por qué no apoyar y dejar que se desarrolle un proyecto como el de Al Ayre Español haciendo que se recreen otros repertorios que complementen las programaciones tradicionales? Ése es un camino interesante que está dando buenos resultados. Aunque sigue habiendo una parte del público que está encantada de escuchar siempre lo mismo, los conjuntos modernos están azuzados por otra a la que, de alguna manera, le gustaría que renovaran su repertorio. Lo que sí pueden aportar conjuntos como el mío son experimentos que suponen una alternativa a las orquestas sinfónicas.

–¿Vivimos un boom de la música antigua, con conjuntos como el suyo, Los Músicos de su Alteza, La Capilla de Ministrers o los de Jordi Savall, conviviendo en nuestro país?
–Hay que tener cuidado cuando se comparan los grupos de música antigua. Poseemos proyectos, puntos de vista y niveles distintos. Sigue habiendo mucho amateurismo, no todo el mundo está trabajando a la altura de lo que se exige en el extranjero. Personalmente, he tenido mucho cuidado en conseguir una orquesta de calidad para llevarla fuera de nuestras fronteras y poder competir con las mejores del mundo. Si queremos viajar con nuestra música, hay que hacerlo con total garantía.

–Su apuesta por las arias de Nebra, llevada al disco, ha sido un éxito.
–Después de José de Torres o Sebastián Durón, José de Nebra es el gran compositor español de la segunda mitad del s. XVIII. Se merece una mínima atención. A veces para la gente es muy cómodo no querer conocer la música que se escribió en España, pero no podemos dar la espalda a autores como él que supieron muy bien cómo construir un aria o una cantata. Aún queda por descubrir. En España, tan sólo se ha estrenado una de sus zarzuelas, y en la Capilla Real de Madrid hay mucha música litúrgica que recuperar.

–¿Cómo selecciona el repertorio?
–A mí me gusta hacer siempre buena música, no me dejo llevar por aniversarios o efemérides. Yo prefiero ver qué música buena me encuentro, estudiarla bien y valorar qué merece ser llevado ante el público.

–¿Cómo hacer justicia al compositor ante la ausencia de “tradición”?
–La interpretación no llega a resolverse, siempre hay cantidad de posibilidades. A veces, los músicos históricos se autolimitan demasiado en su necesidad de comunicarse con el público, tenemos una tendencia de dar a la gente una “clase de estilo” para que escuchen cómo se interpretaba exactamente en una época. Creo que esto es importante, pero siempre y cuando esté acompañado de una dosis de expresividad suficiente que haga entender por qué estamos tocando esa pieza. De lo contrario, queda en un ejercicio en abstracto que no le dice nada al público. Me gusta llegar a un ensayo desprovisto de cualquier tipo de prejuicio, trato sólo de hacer música.

Exporting opera
Al Ayre Español ha llevado la música española a prestigiosos festivales de Música Antigua como los de Stuttgart, Utrecht, Ambronay o Saintes, la Opéra Comique de París, o legendarias salas de concierto como la Konzerthaus de Berlín o el Musikverein de la capital austríaca, donde, a menudo, sorprenden con un patrimonio musical por ellos desconocido: “Existe un gran respeto hacia nuestro repertorio, la gente se nos suele acercar incrédula preguntándonos de dónde sale una música tan importante”, señala López Banzo. Para él, “ser un grupo histórico no es sinónimo de calidad, el nivel hay que trabajárselo y mucho. A nosotros no nos invitan al Théatre des Champs Elysées a hacer el Rodrigo de Haendel por nuestra cara bonita, sino porque después de años de trabajo hemos conseguido un nivel interpretativo que nos permite figurar en sus programaciones”.

Carlos FORTEZA
El Cultural

Catclàssics, música clàssica de Catalunya a internet