Montserrat Martí Caballé «Con Carlos la vida es más fácil»
31/7/2006 |
Todo está a punto para recibir a los invitados apuntados en una lista que no para de crecer. Lógico, porque no todos los días una diva como Montserrat Caballé casa a su única hija. Monterrat Martí Caballé, conocida por quienes la rodean simplemente por Montsita, dará el «sí, quiero» el 14 de agosto en el Monasterio de Ripoll, un monumento del Románico que acogerá una boda que en un principio estaba pensada realizarse en la capilla de la finca de la familia. «Pero como la lista no ha parado de crecer hemos tenido que optar por el Monasterio, donde cabremos todos y que es precioso», comenta a ABC la novia, que, a sus 33 años, ha decidido cambiar de vida. Mañana regresa a los escenarios, esta vez al Festival Castillo de Perelada (Gerona), donde actuará por la tarde en un recital benéfico y por la noche en un concierto, en ambas ocasiones junto a su madre, Montserrat Caballé, y a un grupo de cantantes de la misma generación de Montsita.
Su futuro marido, Carlos de Navas Mir, es amigo suyo desde la infancia. «Ni yo misma hubiese imaginado que me iba a casar con él hace un par de años -comenta-. Hemos sido vecinos de toda la vida en casa de mis padres y nos hicimos amigos paseando los perros y saliendo en grupo con mis primos. Después cada uno hizo su vida y nos vimos menos, especialmente desde que yo viajo tanto. Éramos amigos de confidencias y siempre que nos veíamos nos explicábamos nuestras historias. Luego, él tuvo una relación de mucho tiempo, pero terminó. El año pasado quedamos para tomar algo y nos empezamos a ver de nuevo. Esto nos sorprendió a ambos, no lo esperábamos. Nos dimos cuenta de que juntos la vida era más fácil».
También le sorprendió el modo en que Carlos la pidió en matrimonio. De hecho, no se lo propuso a ella, sino, como manda la tradición, ¡directamente a sus padres! «Un día fue a pedir mi mano a casa de mis padres. Cuando me lo contó creí que bromeaba y llamé a mi madre; me la encontré toda emocionada, lo mismo que mi padre. Pasaron los días y mi madre me llamaba preguntándome si me lo había pedido, pero nada, hasta que en febrero, en La Coruña, me llegaron al hotel unas flores sin tarjeta y una botella de cava ¡a las 12 de la noche! Entonces me sacó el anillo y me pidió...».
La respuesta, obviamente, fue afirmativa, y decidieron preparar la ceremonia rápidamente. «Como nos conocemos tanto -explica la cantante- y ya tenemos una edad -él tiene 39-, pensamos, ¿para qué esperar? Teniendo yo tantos viajes y compromisos vimos que agosto era el mes ideal. Además, puede venir el padre Pablo Colino, que es asturiano, pero que vive en El Vaticano, donde dirige el Coro de allí. Es muy amigo de mi padre y se conocieron cuando papá estudiaba en Roma; siempre quise que él me casara, y en cuanto tuve fecha le llamé. También estará el padre del Monasterio».
Un toque de casualidad
Y, por supuesto, no faltará el toque de casualidad: «Nos casamos el 14, pero el 12 damos un concierto en la misma iglesia, o sea que -sonríe- casi que puedo dejar mi vestido de novia preparado en la sacristía dos días antes». Montserrat hija está emocionada, además, con el día elegido, porque coincide con el 42 aniversario de bodas de sus padres. «Si a ellos esta fecha les ha dado tanta suerte, espero que a mí me pase lo mismo».
El vestido de la novia es de Rosa Clará, pero, por supuesto, más allá de la firma no suelta prenda de los detalles. Con respecto a los zapatos, asegura que lleva ya siete días poniéndoselos para acostumbrarse a ellos. Eso sí, a espaldas de su pareja. «Cuando está Carlos -admite- los escondo, porque no quiero que los vea».
Montserrat se casa, pero tiene muy claro que no se replanteará su carrera «en absoluto». Carlos conoce muy bien su forma de vida («mis viajes, mis ojeras después de una función...») «Los dos sabemos muy bien lo que nos espera», sentencia. Pero no quiere que todo ese estrés sea óbice para tener hijos («ojalá tres») y confía en que podrá compatibilizarlo con su profesión: «Hay que compartir lo cotidiano y estar presente cada día de alguna manera, evitando esos tópicos de «no molestar a mamá, que está descansando»».
PABLO MELÉNDEZ-HADDAD
Abc