Infalible, preciso y austero
19/5/2006 |
Poco a poco, el adusto, tímido y austero Sokolov ha ido haciéndose un sitio en nuestra filarmonía. En su primera visita a España con la Sinfónica de Moscú en 1986 pasó desapercibido. Luego ha venido mucho: hasta ocho veces en el ciclo de Grandes Intérpretes de Scherzo. Ilustres críticos, como Harold C. Schonberg y Piero Rattalino no lo han tenido precisamente en cuenta a la hora de analizar el arte de los mejores. Pero Sokolov es un espléndido pianista.
Lo primero que aplaudimos del teclista de San Petersburgo es la mecánica, la infalibilidad, el ataque preciso. Después, el manejo de las dinámicas, de una notable amplitud, el control de un pedal que le permite extraer insólitas luces y recrear múltiples colores, con un magnífico sentido de la articulación. La exposición, siempre bien ligada, es así fluida, iridiscente y minuciosa; sin que el discurso pierda un formidable ensimismamiento. Escuchar su dramático y bien medido Beeethoven, su refinado Chopin, quizá en exceso severo, pero no exento de un sabio rubato, su coloreado Schumann o su espiritual y abstracto Bach es siempre una experiencia enriquecedora. Libera tensiones en Chaikovski, sin recurrir a un pathos exagerado; lo canta con una extraña naturalidad. Resultados sorprendentes, fruto de un trabajo de ensayos stajanovista. Lo difícil es lograr que la interpretación parezca, ya en el concierto, espontánea. Sokolov lo consigue.
Arturo REVERTER
El Cultural