Joaquín Achúcarro: «Yo sólo he intentado hacerlo bien»
17/7/2003 |
Pianista afable y enamorado de la música, Joaquín Achúcarro recibe hoy de manos del presidente del Gobierno la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil, en reconocimiento a su trayectoria. En esta entrevista, habla de sus sueños en los inicios de su carrera y de lo que le queda por hacer
-Ha dicho muchas veces que disfruta tanto tocando el piano que no puede dejar de hacerlo. Ahora se suceden los homenajes por haber hecho lo que le apasiona.
-Sí, toda la vida he estado haciendo música con el piano. Este otoño se cumplirán cincuenta años de mi primer concierto profesional, en la Sociedad Filarmónica de Bilbao, una carrera que comenzó poquito a poco.
-Muchos artistas dicen que el mejor reconocimiento es el del público. ¿Es así o debe ir acompañado del reconocimiento oficial para que sea completo?
-Es así, el mejor es el del público. El oficial llega después de años de aceptación del público. Es algo que tiene que ver con el «pelo blanco», te llegan ya a una edad. En los homenajes de estos meses para mí lo mejor ha sido notar el afecto, el calor del público y de quienes los han promovido. Todos hablaban de mi carrera y yo, en estos años, sólo he intentado hacerlo bien.
-¿Cuando comenzó su carrera pensó alguna vez que discurriría como luego lo ha hecho?
-Yo siempre soñé con una carrera bastante parecida a como ha sido. Es cierto que la realidad ajusta luego las cosas, pero básicamente ha sido así. Desde aquel concierto en la Filarmónica, en el que tuvieron que poner sillas en el escenario, soñé con tocar en Viena, en Nueva York, en Londres... y lo he hecho.
-Alicia de Larrocha se ha retirado, así que es usted el decano de los pianistas españoles...
-Sí, me temo que soy el más viejo. Todavía no lo he digerido, aunque empiezo a hacerlo. Hasta hace muy poco me he considerado un maletilla en esto, y ahora soy el mayor.
-¿En su vocabulario existe la palabra «retirada»?
-Sí, pero está bastante «retirada» (sonríe). Aunque cuando piensas en lo que te puede quedar sientes una presión continua. Al principio, cuando daba un concierto pedía una semana antes de dar otro. Ahora, acabo uno y esa misma noche ya estoy pensando en el siguiente.
-¿Un músico se ve prolongado mejor en el recuerdo en sus discos o en sus alumnos?
-Entre mis alumnos sí hay algunos que vienen a buscar justo lo que yo les
doy. Intento proveerles de los ladrillos, y luego que ellos construyan lo que quieran.
-No habla de los discos...
-Nunca me han gustado demasiado. Con los discos pasa como con los cuadros de un artista: sirven para ver su evolución, pero son el retrato de un momento. Y están cambiando mucho los moldes a la hora de hacer discos.
-¿Tiene algún proyecto discográfico?
-Sí, en octubre grabaré uno con la «Kreisleriana» y la «Fantasía» de Schumann. Será al viejo estilo, para el sello «Ensayo». Y en el futuro probablemente haga otros con obras de Debussy y Chopin; quizá antes este último.
-¿Nunca ha tenido la tentación de combinar la clásica con otras músicas, como el jazz?
-Antes hablaba de sueños, y ése fue uno de los míos. Cuando era niño tenía un disco con una obra de jazz titulada «Triste y brumoso». Una tarde me puse a descifrarlo de oído, para poder tocarlo. Y cincuenta años más tarde lo hice, en un maratón radiofónico para recaudar fondos para la Filarmónica de Nueva York. Me hubiese gustado hacer cosas así con más frecuencia, pero la vida es una y hay que elegir en cada momento.
-En la música no hay nada parecido al Nobel. ¿Habría que crearlo?
-Quizá sí. Porque además, de la misma forma que el Nobel de Literatura repercute en ventas del autor premiado, un galardón así repercutiría en más conciertos si era para un intérprete, o una programación mayor de sus obras si era para un compositor. ¿Y a quién habría que dárselo? Si hablamos de intérpretes, yo creo que los primeros candidatos serían Daniel Barenboim, Zubin Mehta y Claudio Abbado.
-Algunos críticos dicen que España vive una edad de oro del piano. ¿Lo piensa usted también?
-Hay un montón de gente nueva muy válida. Hace años, los únicos que salíamos por ahí a tocar éramos Alicia (de Larrocha), Rafael (Orozco) y yo. Lo que sucede ahora es un efecto de la globalización; de la posibilidad de ir a aprender a San Petersburgo o Londres; de oír discos de todos y aprender.
Aunque luego cada uno debe saber lo que tiene que decir.
César Coca
Abc