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Una exposición en Viena muestra desnuda la realidad vital de Mozart

13/4/2006 |

 

Amante de la diversión y trabajador infatigable, la muestra recoge partituras en las que el propio Mozart indica que fueron creadas mientras jugaba a los bolos.

Cuando Mozart murió, su viuda Constanze publicó un aviso para que sus acreedores reclamaran sus deudas. Nadie lo hizo, quizás como muestra de respeto a la enorme figura del genio o quizás por el oscuro origen de esas deudas, relacionadas con los juegos de azar, prohibidos en aquella época. Dos explicaciones posibles y que dicen mucho de cómo fue la vida de Wolfgang Amadeus Mozart en los 10 años que pasó en Viena. Esa es la intención de la exposición de la Sociedad de Amigos de la Música (http://www.a-wgm.com) que hasta el día 30 de junio muestra documentos originales del siglo XVIII, muchos expuestos por primera vez, para explicar cómo vivió y trabajo Mozart en la entonces capital del imperio Habsburgo.

Mozart rico
Cuando Mozart llegó a Viena en mayo de 1781, su prestigio y sus honorarios eran ya enormes. Sus lecciones magistrales de piano para la alta sociedad, sus trabajos de composición y sus actuaciones hasta tres veces por semana durante la temporada de conciertos le reportaban enormes cantidades de dinero. En la Viena de finales del XVIII, donde un jornalero ganaba 25 gulden al año y un burgués de clase media podía vivir cómodamente con 550, Mozart cobraba hasta 600 gulden por un recital. Según Otto Biba, historiador y organizador de la muestra, sus ingresos anuales oscilaban entre los 7.000 y los 12.000 gulden y le situaron entre los hombres más ricos de la ciudad. La familia no se privó de lujos: servicio doméstico, coche con cochero, ropas caras y residencia en las calles más céntricas.

Mozart pobre
Pero paralelamente a la bonanza, el genio de Salzburgo pasó por apuros económicos. La muestra exhibe cartas en las que el compositor solicita a sus patronos adelantos y préstamos muy elevados que requería de forma inmediata y que se cree estaban destinados a abonar deudas de juego. A su muerte, la situación de la familia ya no era tan buena, aunque el prestigio de Mozart aún ejerció su influencia. En un gesto inaudito para en aquel tiempo, el emperador Leopoldo II ordenó una pensión vitalicia para su viuda.

Pero aparte de su afición a las timbas de la época, la actividad de Mozart eran continua. Composiciones religiosas, partituras para teatros populares, representaciones para los nobles, encargos de editoriales, trabajos para el emperador..., su obsesión era ser conocido por todos.

Su popularidad era enorme y no cesaba de idear nuevas formas de sorprender a un público que siempre esperaba más de él. Un ejemplo es el «Concierto para piano en Re menor KV 466 de 1785» que Mozart interpretó con ayuda de los pies en un piano de pedal, una técnica novedosa en aquel momento, y que hoy día, según Biba, es una pieza que nadie puede ejecutar en su totalidad.

La exposición también habla de cómo pasaba su tiempo libre. Jugar al billar en casa, los bailes de la corte y acudir a las sangrientas peleas de fieras que hacían furor en la época, eran varias de sus aficiones. Pero su genio creador nunca se detenía: la muestra recoge partituras en las que el propio Mozart indica que fueron creadas mientras jugaba a los bolos.

ANTONIO SÁNCHEZ SOLÍS
Abc

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