Mozart, un hombre ilustrado
18/3/2006 |
El Albertina de Viena muestra el tiempo del compositor mediante 1.107 obras
Apasionante en su confusión o confusa en su apasionamiento. Ambiciosa, polifacética y controvertida. Moderna pero decandente, o viceversa. Juguetona y recargada, en fin, como el estilo artístico al que rinde pleitesía, el rococó. Así es la gran exposición Mozart que ayer se abrió en el Museo Albertina de Viena, la segunda muestra en Austria dedicada al genio en su 250.º aniversario, tras la inaugurada en Salzburgo el día exacto de la efeméride, el pasado 27 de enero.
Más grande y variada que aquélla, la muestra del Albertina está centrada, tanto o más que en la vida y la obra de Mozart, en la descripción de su tiempo (arte, pensamiento, política, costumbres) y se expande hasta el eco o la influencia en la actualidad de aquella época. Mozart no fue un genio romántico aislado, sufridor, concentrado en sí mismo y en su creación. Él trabajaba para el mercado, para la nobleza, y fue un hombre muy de su tiempo, que vivió intensamente su época. Un periodo con facetas contrastadas, pero dinámico, avanzado, de espíritu abierto, en el que se pusieron las bases ideológicas de la vida moderna, afirma Herbert Lachmayer, comisario de la muestra y miembro destacado de la entidad privada que la ha organizado, el Da Ponte Institute de Viena. Lachmayer advierte que la exposición es un "conglomerado de mundos paralelos", un despliegue de "conocimientos puestos en escena" que pretende que "cada visitante cree su propio Mozart".
Ya el título de la muestra deja claro su carácter atípico y su apuesta por las múltiples lecturas, pues traduciendo del original alemán o de su versión inglesa, cabe tanto denominarlo Mozart y la ilustración: un experimento (o con una coma en lugar de la y)como Mozart: un experimento de la ilustración (o sin el la). La ilustración, el gran movimiento sociocultural que abarcó buena parte del siglo XVIII, es en efecto el hilo conductor de la muestra, pero está también muy marcada por uno de los movimientos artísticos - y de moda- de la época de Mozart, el rococó, y en menor medida el neoclasicismo.
La exposición mezcla con desparpajo piezas históricas con obras de arte y moda actuales creadas ex profeso o reunidas para la ocasión bajo el concepto Reinventando el rococó 2006. Franz West ha ideado una alfombra que cubre todos los grandes espacios de la exposición. Es de color rosa y lleva estampados membrillos - fruta adorada por los ilustrados- o un par de orejas - referencia a la música-. Klaus Pinter ha creado una instalación para el techo del hall de acceso que incluye una recreación transparente de un globo Montgolfier, admirado invento de la época de Mozart. Los vestidos de alta costura son de John Galiano, Roberto Capucci y Azzedine Alaïa. Y hay varias instalaciones de imagen virtual entre las que destaca la que recrea los magníficos jardines masónicos de Schönau.
La exposición ha costado 5,5 millones de euros y se exponen 1.107 piezas. La variedad es enorme: pinturas - algunas de grandes autores como Guardi, Tiépolo o Gaisborough-, grabados - estupendos Piranesi, por ejemplo-, muebles, trajes, esculturas, porcelanas, joyas, manuscritos, primeras ediciones de libros y partituras, cartas, objetos de uso cotidianos e incluso material científico, como impresionantes modelos anatómicos. Por momentos parece que su tiempo se come a Mozart, pero figuran también importantes piezas directamente relacionadas con él, entre las que destacan retratos y muchas partituras manuscritas o primeras ediciones de sus obras, incluidas buena parte de sus óperas, desde los 7 años (manuscritos y primera edición absoluta) hasta su muerte (Réquiem).
MARINO RODRÍGUEZ
La Vanguardia