ClàssicsWeb, el teu espai

Almanac

Cerca de notícies

Paraules:
Tema:
Inici: Escollir data inici
Fí: Escollir data fi
Ajuda
Verso

NOTÍCIA

Los seis magníficos

1/10/2005 |

 

Sin duda La Gioconda debe mucho a la Gran Ópera francesa, ya que se presenta del mismo modo como lo hacen El Profeta, Robert le Diable y Los Hugonotes de Meyerbeer, o el Guillermo Tell de Rossini, todas creadas en los años anteriores al estreno del título de Ponchielli. Estas composiciones se dan hoy raramente quizá por su enorme duración y, posiblemente también, porque poseen una cierta monotonía para lo que es el gusto del público actual.

Podríamos decir, incluso, que son consideradas algo pesanti, todo lo contrario de cómo las veía el público contemporáneo de su estreno, amante entonces de un cierto “despilfarro” de elementos musicales y temáticos, algunos fruto de la adaptación de los grandes dramas románticos.

Pero La Gioconda es mucho más moderna de concepción, pues caminamos hacia el final del siglo XIX. El libretista Arrigo Boito (el mismo compositor de la célebre Mefistofele) adaptó una obra de Victor Hugo, L’Angélo, tyran de Padoue. Y lo primero que hizo fue cambiar el lugar de la acción, sustituyendo a Padua por Venecia. ¡Qué más atractivo que poder usar las máscaras venecianas en pleno carnaval, el misterio de la ciudad de las góndolas dominada por los Dux, donde el espionaje era un hecho imposible de eliminar al ser promovido por los mismos gobernantes para preservar un orden, ¡su orden!

El argumento tiene todos los “números” que pueden gustar al público operístico: intriga política en la Venecia de los Dux, amores imposibles entre príncipe desterrado y mujer del Dux, cantante callejera que sacrifica su amor por lealtad y que antes de entregarse a un verdadero extorsionador (el espía del gobierno de Venecia), prefiere quitarse la vida. La música tiene innumerables melodías, algunas de ellas entre las más famosas de la historia de la música. Ahí está, ni más ni menos, que la célebre Danza de las horas, llevada al cine por Walt Disney en su genial película Fantasía.

Una posible causa de programar pocas veces esta ópera, que no tiene que ver con el cambio de gusto del público, podría ser la necesidad de contar con seis cantantes de primer orden: una soprano dramática, una mezzo, una contralto, un tenor, un barítono y un bajo. En papeles –al menos en lo que respecta a soprano, tenor y barítono–, realmente difíciles. Sin desdeñar las dificultades que encuentran la mezzo y el bajo en sus respectivas arias.

Todos los grandes cantantes han afrontado el reto. La protagonista ofrece un abanico inmenso de posibilidades vocales e interpretativas. Éste fue el primer gran éxito de Maria Callas, en su debut en la Arena de Verona, que le valió el reconocimiento internacional. Giannina Arangi-Lombardi, Zinka Milanov, Anita Cerquetti, Renata Tebaldi, Ángeles Gulín, son otras figuras legendarias. Ahora, Deborah Voigt tendrá la oportunidad de medirse como ellas lo hicieron.

Esto quiere decir que hay que encontrar primero estos seis grandes cantantes quienes probablemente han de ser “famosos”. Por esto un administrador de teatro dirá que La Gioconda es una ópera cara de programar y de todos es sabido que los presupuestos de los teatros de ópera no son precisamente boyantes en nuestros días.

Sin embargo, hay intervenciones del coro en abundancia, las arias son impactantes, las escenas de conjunto de gran fuerza dramática. Y, por descontado, el ballet siempre es éxito de antemano. ¿Qué diferencia hay entre una ópera como ésta y algunas de Donizetti o del Verdi menos conocido? No la hay, y además con el añadido que entramos en plena corriente verista. Porque las emociones están a flor de piel, la palabra es vital, como anticipando a Puccini. Quizá la dificultad principal estriba en encontrar estos seis “Magníficos”. Pero, si se encuentran, el éxito está asegurado.

Francisco Vilardell
El Cultural

Catclàssics, música clàssica de Catalunya a internet