Inma Shara: “Ha llegado el momento de la mujer directora”
30/6/2005 |
El 5 de julio la directora alavesa Inma Shara se enfrenta a uno de los mayores retos de su carrera: dirigir a la Filarmónica de Israel en un concierto dedicado a España. Con este motivo, la joven batuta ha hablado con El Cultural sobre su carrera y la dificultad que existe en España para alcanzar cierta estabilidad en su profesión.
Tan solo dos directores españoles han sido invitados a ocupar el podio de la Filarmónica de Israel en sus setenta años de historia. Tras Frühbeck de Burgos, será Inma Shara (Amurrio, Álava, 1972), la que el próximo martes dirija un concierto que servirá para clausurar el festival de verano de la legendaria formación: “Curiosamente será la primera vez que la orquesta toque la Rapsodia española de Albéniz. Va a ser un reto el intentar transmitir las claves de una obra que desconocen”. Un compromiso que corona un lustro de actividad como directora invitada –este año participará en las temporadas de las Sinfónicas de Atlanta, Jerusalén o Roma– y en el que no ha dejado de formarse al lado de relevantes batutas como Rahbari, Colin Davis o Zubin Mehta, cerca del que ha trabajo en Florencia o Israel. Shara volverá de nuevo a España en julio para dirigir a la Nacional de Ucrania dentro del Festival Internacional de Galicia.
–¿Se lo pensó a la hora de dedicarse a una profesión tan compleja?
–Empecé con cuatro años, sin ser muy consciente de lo que hacía. A los quince vi claro que lo que quería era dirigir, que mi medio de expresión sería la orquesta. Nunca me planteé una carrera de solista. Estudié piano y viola para conocer sus posibilidades técnicas y expresivas, algo que te ayuda a saber lo que puedes pedirle o no a un músico. También composición, para profundizar desde dentro en las entrañas de la música, un bagaje fundamental para entender un lenguaje tan complejo; saber, por ejemplo, qué planos son los más importantes y cuáles secundarios dentro de una sinfonía.
–Es mujer y joven en una profesión dominada por los hombres, ¿Cómo ejerce el necesario liderazgo?
–El respecto es lo más importante. Una orquesta es una gran familia, con sus grandezas y sus miserias. Y, como cada cultura, cada una es distinta. Cuando tú amas la música, normalmente la formación te responde y es receptiva a tus indicaciones, al trabajo en conjunto. Antes dominaba un modelo más autoritario, cercano a Toscanini, pero la figura del director ha evolucionado.
–¿Cuáles han sido sus referentes?
–Para mí uno de los históricos ha sido Bernstein, ejemplo de hombre completo. Fue un gran músico y pedagogo, todo fuego y pasión. Además estaba su extraordinaria técnica, algo que siempre evita perder tiempo y ayuda a encontrar una unidad musical. Admiro también a Metha, Kleiber o Masur. Pero no existe el director perfecto que aúne técnica, trabajo, exquisitez, liderazgo...
Acceso complicado
–En España sigue siendo muy complicado acceder al mundo profesional desde el académico...
–Es duro, aquí no hay una infraestructura que canalice de alguna manera la carrera de los directores de orquesta. Ni asociación ni nada, uno acaba la carrera y ya. Y es muy difícil entrar ya que la mayoría de las veces funciona como un do ut des, tú me invitas a tu orquesta para que yo te invite a la mía, como un círculo cerrado. Y, claro, si uno no es titular de una orquesta no tiene nada que ofrecer al otro. Por eso me considero una privilegiada por vivir de una profesión a la que es muy difícil llegar.
–¿Ve lejana una titularidad?
–¡Claro que me encantaría ser directora titular de una! Pero no es fácil porque no hay tantas orquestas. Ya llegará si tiene que llegar, yo lucho y trabajo para que sea así pero a veces no depende de una misma, sino de las circunstancias de la vida.
–¿Nota que se valora más al artista que viene de fuera?
–Sin duda, me siento mucho más apreciada cuando trabajo en otros países. No tanto por el público, porque la acogida aquí siempre ha sido extraordinaria, sino por esos círculos que se generan en el ambiente profesional nacional. Además, ésta es una carrera individual, para acceder a los puestos no hay oposiciones, sino que todos son cargos de confianza cuya elección depende, a menudo, de muchos intereses.
–¿Es el mejor momento para la mujer directora?
–Al igual que la incorporación de la mujer en la orquesta ha sido algo paulatino, creo que su llegada a la dirección viene ahora. Será un cambio lento. La excepción está quizás en Estados Unidos donde la música es una carrera universitaria. Tampoco el público está habituado a ver una mujer directora. Es importante romper con esta concepción tan “clásica” que rodea a nuestra disciplina. La mujer puede tener la misma fuerza para dirigir que un hombre, y éste la misma exquisitez o sensibilidad que una mujer. Se trata más bien de amar o no la música y sentirte o no artista.
Carlos Forteza
El Cultural