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Gabriel Bermúdez: “Más que una voz, el cantante ha de ser un músico”

23/6/2005 |

 

Las nuevas generaciones vocales españolas ganan terreno. Tal es el caso del madrileño Gabriel Bermúdez, un joven barítono que viene de obtener un gran éxito en la Ópera de Zurich, prólogo de sus inminentes apariciones en el Real como Papageno en La Flauta Mágica de Mozart.

La cantera española de voces ha sido muy fructífera y así el barítono David Menéndez era galardonado hace unos días en el Concurso Operalia. A ella se le ha añadido en los últimos tiempos otro barítono, Gabriel Bermúdez, que acaba de obtener el premio Ópera Actual 2005 al intérprete español más prometedor, rubricando con ello su trabajo como cantante vinculado a la Ópera de Zurich, una de las compañías más sólidas de Europa, y sus inmediatas apariciones en el Real en el papel de Papageno. Este barítono madrileño se suma así a un selecto número de figuras que, desde Pilar Lorengar, han realizado su carrera vinculándose, sobre todo, a las grandes compañías centroeuropeas, caso de Isabel Rey –que lleva años relacionada también con la Ópera de Zurich–, Ofelia Sala, Arantxa Armentia, Vicente Ombuena, Javier Perdigón, Ainhoa Garmendia –con contrato en exclusiva con Leipzig y que debuta el próximo año en Glyndebourne–, o Silvia Tro Santafé.

Bermúdez ha sido alumno de Carmen Rodríguez Aragón, en la Escuela Superior de Canto de Madrid. Posteriormente ha trabajado en el Conservatorio Richard Strauss de Munich, en la Escuela Reina Sofía, junto a Teresa Berganza, y en el taller de Les Arts Florissants de William Christie. Este admirador de Leo Nucci, Thomas Hampson o, entre los jóvenes, de Simon Keenlyside, es poco conocido en España. Sin embargo, después de haber pasado por la Opernstudio de Zurich, ha firmado un contrato en exclusiva con la compañía suiza con la que afrontará, además del estreno mundial de Harley, títulos como Bohème o Turandot. “La verdad es que, por mucho que se diga que la formación de un cantante en España no es suficiente, yo no he echado en falta nada. Me siento preparado para afrontar cualquier reto”, afirma con humildad. “Las escuelas, al menos por las que yo he pasado, son buenos centros de formación donde hay profesores muy capacitados. El problema es dar el salto y empezar a trabajar en España, donde el ¿qué hago ahora? se convierte en una obsesión. Porque un cantante, cuando sale de su escuela, se encuentra que, en los pocos teatros de nuestro país, no hay un trabajo continuado como sí sucede en Alemania o Suiza, con centros que funcionan todos los días de la semana”.

–De ahí el salto a Zurich.
–Hay ópera cinco veces por semana y además tienes la suerte de colaborar con los mejores cantantes del mundo junto a directores excepcionales. El sistema es muy positivo para un cantante joven, ya que, desde el principio, alternas papeles secundarios con otros principales. Y, poco a poco, te van dando mayores responsabilidades.

–En Zurich ha hecho su carrera otra española, Isabel Rey.
–Ha sido una ayuda permanente. Es una suerte poder colaborar con ella porque es una artista de la que se aprende mucho, tanto viendo cómo trabaja como de su experiencia y dotes musicales.

–¿Qué inconvenientes pueden ofrecer estos teatros de repertorio?
–Desde el punto de vista del cantante que empieza, casi ninguno. Quizá el hecho de ligarte a un teatro implica que éste dispone, con prioridad, de tus fechas, con lo que te ves atado. Pero es la opción más conveniente ya que consigues montar un repertorio, rodeado de personalidades y, a la vez, logras una fuerte experiencia escénica.

–Ha trabajado con directores como William Christie o Marc Minkowski, cuyas exigencias estilísticas a veces superan a los cantantes.
–Un cantante, por encima de una voz, ha de ser un músico y tiene que estar preparado para afrontar todo tipo de exigencias. Es verdad que con estos directores, lo mismo que con Harnoncourt, hay un mayor trabajo del texto y hay que conocer bien el modo de ornamentar los da capos de las arias barrocas. Hasta el punto de llegar a improvisar. Todo ello se consigue en los ensayos en colaboración con el maestro. Pero es lo mismo que un pianista, cuando éste ha de leer a primera vista.

Luis G. Iberni
El Cultural

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