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Nuevas y viejas músicas en Cuenca

16/4/2003 |

 

Semana Religiosa de Cuenca. Obras de J. L. Greco, P. Sculthorpe y B. Britten. Violonchelo: P. Wispelwey. Lugar: Fundación Antonio Pérez. Cuenca. Fecha: 13-IV-03

Excelente la Sala Millares de la Fundación Antonio Pérez (Antiguo Convento de las Carmelitas) para esta clase de conciertos: el de violonchelo solo del gran instrumentista holandés Pieter Wispelwey, artista comunicador y completísimo en todos los aspectos de una técnica fácil y un arte de excepción. Él estrenó la obra-encargo que nunca ha faltado en las «Semanas» conquenses: «Symbolica», de José Luis Greco. En sus doce minutos de duración, pasaremos del recuerdo bachiano y la frecuente utilización del «glissando», a momentos apasionados muy bien dispuestos sobre el diestro tratar del chelo, dentro de un vastísimo campo de la intensidad, ya sobre un germen de cinco notas, breves «cantabile», desarrollo en forma de estudio, sin olvidar el transcurrir de la obra sobre el mejor virtuosismo..., respirando en algún modo hacia el fuerte atractivo de la polaridad tonal. De su éxito, participó su autor, presente en la sala.

Wispelwey completó su programa con el estreno en España del «Requiem», del australiano Peter Sculthorpe, que yendo de la salmodia de su «Introito» hasta la humilde plegaria del «Lacrymosa», alcanza un interesante juego de ágiles dibujos, dentro de bien establecidas estructuras. Como final, admiraríamos al estupendo violonchelista en la «Tercera Suite», de Benjamin Britten. Sus merecidos aplausos le llevarían a conceder una «propina».

Dúo de pianos La jornada musical del Domingo de Ramos completaría esta sesión mañanera con otro interesante recital, celebrado por la tarde, en el Teatro Auditorio, teniendo como protagonistas al dúo pianístico húngaro, Dezsö Ránki-Edit Klukon, quienes desde una alta significación de compenetrados músicos, suma de voluntades apoyadas sobre ténicas con evidente capacidad, incluyeron en la primera parte de su programa el para muchos -me encuentro entre ellos- estreno de un «Via Crucis» a cuatro manos, de Franz Liszt, una Introducción seguida por catorce fragmentos breves, en un ejemplo más de la personal factura lisztiana, abrumadora en su algo más de media hora de duración. La segunda, incluyó la integral de las «Visiones del Amén», para dos pianos, de Olivier Messiaen, ejemplo de las audacias armónicas del admirado compositor francés, culminantes en los siete números con el reconfortante final felicísimo del «Amen de la Consomation».

Orphénica Lyra En la tarde del Lunes Santo y en la inhóspita Iglesia de San Felipe Neri, debido al frío tan intenso como para que la soprano Nuria Rial hubiera de actuar con una tremenda bufanda y la viola da gamba de Itziar Atutxa exigiera una constante afinación, se celebró el concierto de nuestras viejas músicas, con el añadido a los dos intérpretes anteriores del contratenor Jordi Doménech y las vihuelas que taña de muy cumplida manera José Miguel Moreno (dedos ágiles y seguros), director de este buen cuarteto, denominado Orphénica Lyra, bajo el enunciado de «Si la noche haze escura», título de Diego Pisador, interpretado en la sesión, unido a otros veintitantos más escritos en nuestro siglo XVI.

El busto gusto que responde a estas músicas de varia característica resplandeció a lo largo de la interesante sesión, integrada con los preclaros nombres de los Morales, Sermissy, Vásquez, Flecha, según arreglos o ediciones de Fuenllana, con los añadidos Daça, Ortiz, Narváez, Pisador, Guerrero y Mudarra, mosaico brillantísimo, ejemplo de la riqueza monumental que su enumeración simple nos dice. El criterio traductor de José Miguel Moreno y la calidad interpretativa de los cuatro músicos motivaron una jornada rubricada con otra propina.

Antonio Iglesias
Abc

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