Gonzalo de Olavide
8/4/2005 |
“Nadie puede enseñarte a componer”
El ciclo Música de Hoy rinde esta tarde en el Auditorio Nacional un homenaje a Gonzalo de Olavide. Con este motivo, el compositor ha hablado con El Cultural sobre su evolución creativa y la producción actual.
Algunas de las obras más emblemáticas del compositor Gonzalo de Olavide (Madrid, 1934) se escucharán esta tarde en el Auditorio Nacional de manos del Proyecto Guerrero, dirigido por Fabián Panisello, en un concierto-homenaje organizado por el ciclo Música de Hoy. Olavide, uno de nuestros más respetados autores formado en Bélgica y Colonia junto a Boulez, Ligeti, Pousseur y Stockhausen, ha pasado media vida en Ginebra, donde realizó una importante carrera. Hoy, afincado en Madrid y en plena madurez creativa, se muestra ilusionado ante este tipo de reconocimientos: “Creo que es una cuestión del tiempo. Mi música, después de más de 30 años en Alemania y Suiza, ha sido muy desconocida en España. Cuando volví me costó mucho subirme a ese tranvía en marcha ya que siempre ha habido competencia en este mundo tan pequeño”. En la actualidad, Olavide es objeto del reconocimiento de la nueva ola de creadores a las que el compositor se refiere con igual admiración: “Frente a mi generación, un grupo un tanto gregario del que sólo destacaron algunos, hoy impera la individualidad artística, cada uno con su estilo y personalidad. Creo que difícilmente se haya podido dar en la historia de la música española un momento mejor en lo que respecta a la creación. Nadie podría haber supuesto una evolución tan rápida y eficiente en el aprendizaje”.
El concierto de esta tarde constituye una buena antología del corpus de Olavide, breve y esencial, compuesto por algo más de cuarenta obras: “Nunca me he propuesto tener un catálogo muy extenso, he trabajado según mi ritmo vital. Cuando he tenido que decir algo me he puesto enseguida a escribirlo, sin haber dejado de trabajar un solo día. No por escribir más se tiene más razón”.
Casi un cuarto de siglo separan las tres obras del programa –Índices, V hymno de la desesperanza y Alternante–, y de su escucha, en palabras de Olavide, se desprende una evolución “debida a la adquisición que uno va haciendo para configurar su propio lenguaje. Nadie puede enseñarte a componer, el lenguaje se lo tiene que crear uno solo”, afirma.
La obra más antigua que figura en el programa, Índices, estrenada en 1964 por propio Stockhausen, da buena muestra de la personalidad de su autor: “En los 60 parecía utilizarse un lenguaje incomprensible para que el público desertara de las salas de concierto. Compañeros míos del conservatorio en Alemania hacían todo lo posible para hacer un arte malsonante. Índices supone una reacción, una serie de indicaciones muy gráficas, expuestas con una música absolutamente controlada. Todo el mundo me ha dicho que suena bien. Bastantes ruidos hay ya en nuestra vida como para hacer algo que suene a demonios...”.
Carlos Forteza
El Cultural