El Teatro Real se rinde ante Hans Werner Henze
6/12/2004 |
El compositor alemán, uno de los más reverenciados en nuestros días, será homenajeado con conferencias, conciertos y la presentación de su «Autobiografía».
Hans Werner Henze es una de esas figuras incuestionadas, que concita una admiración que a veces se convierte en lo más parecido a la adoración. Su venida a Madrid para el estreno de su última ópera, «L´Upupa und der Triumph der Sohnesliebe (La abubilla y el triunfo del amor filial)» ha estado acompañada de numerosas muestras de veneración, incluso en su encuentro con la prensa, transformado prácticamente en un homenaje.
Y de homenaje ha vestido, precisamente, el Teatro Real este estreno de mañana, que estará arropado por una serie de actos durante toda la semana; no son pocos los que consideran a Henze el más importante de los compositores vivos, y es en cualquier caso uno de los nombres imprescindibles de la música de nuestros días.
El Henze que visita estos días Madrid ha perdido el brío y la locuacidad que mostraba hace cinco años y medio, cuando vino a España para asistir al estreno de «The Bassarids» (primera ópera suya que se representaba en nuestro país), pero conserva intacto su acerado sentido del humor, su cultura y su lúcida inteligencia.
«Soy viejo», dice Henze encogiéndose de hombros cuando alguien le pregunta si la vuelta al mundo infantil que supone escribir una parábola como «L´Upupa» supone que está desencantado de la política. Henze, en efecto, ha mantenido siempre una actitud combativa social y política en su música. «L´Upupa» es, sin embargo, una «comedia alemana» únicamente inspirada en un cuento árabe. «En esta cultura, la abubilla es un pájaro sacro, un mensajero de la felicidad. Incluso la Reina de Saba envía una abubilla a Salomón para decirle que en Yemen hay una Reina», explica Henze.
Eterno francotirador de la música, alejado de corrientes y generaciones, asegura el músico que «el principio más importante de mi vida ha sido, es y será no pertenecer a ningún grupo. He tenido que buscar mis propias respuestas en cuanto al estilo y a la forma de composición, y quizás por eso he necesitado más esfuerzo y tiempo para llegar a este nivel. Otros músicos ya habían llegado y yo todavía estaba buscando mi propio camino». Un camino solitario. «No me gustan las disputas ni los conflictos, y menos con mis propios compañeros. Lo considero un error innecesario. Por eso me he construido una casa en Italia, en el campo, donde vivo desde hace cuarenta años, y por eso he dejado de oír la música de los demás y de relacionarme con los demás músicos. He desarrollado una filosofía y un lenguaje musical propios».
Vive Henze efectivamente desde hace varias décadas en Italia, en una villa apartada de las grandes urbes. Allí, dice, ha pasado las tardes de los últimos meses. «No ha hecho mucho frío en Italia y yo salía todas las tardes al jardín con varios vasos de whisky a ver los movimientos de la luz, la salida de la Luna». Como Lorca, siente fascinación por ella. «Me influye mucho -reconoce-, a veces más de lo que me doy cuenta. Cuando me siento muy creativo, eufórico, contento, es porque hay luna llena... O al menos yo creo que estoy así por ella». Alguien le reprocha que no haya hablado de esta fascinación en su autobiografía, y él se defiende. «Tampoco hay que contarlo todo, y no quiero que me identifiquen con los poetas románticos, que tenían una sospechosa relación con la luna».
No sabe, aunque en alguna ocasión lo ha dicho, si «L´Upupa» será su última ópera. «¡Quién sabe! Escribir música es muy difícil», concluye.
Julio Bravo
Abc