Michael Gielen: “No hay ideas nuevas en la música actual”
19/11/2004 |
El director Michael Gielen es uno de los grandes protagonistas de esta temporada. El martes comienza en Valencia, al frente de la Tonhalle de Zurich, un ciclo dedicado a Schoenberg, en el que llevará a cabo el estreno en España de La mano feliz. Considerado como uno de los más grandes intérpretes del siglo XX, brindará en diciembre una gira con la Décima de Mahler. Con este motivo ha ofrecido una entrevista a El Cultural.
Pocas personalidades podemos encontrar en el panorama musical con el carisma de Michael Gielen, el director de orquesta alemán que, al frente de tres orquestas comienza el próximo martes un proyecto dedicado a Arnold Schoenberg en el Palau de la Música de Valencia. Poco habitual de nuestro país –“porque raramente me han invitado”, señala en su perfecto español, moldeado con acento argentino– Gielen es un reconocido intérprete de la música del siglo XX, aunque también ha afrontado con fortuna el repertorio sinfónico alemán y austriaco. “Es un proyecto muy grande”, comenta con cierta distancia a EL CULTURAL. “Ha sido una iniciativa de mi empresario alemán que piensa que yo tengo una afinidad especial con Schoenberg. Se hará con tres orquestas –la Tonhalle de Zurich, la Radio Sinfonie de Berlín y la SWR de Baden Baden-Freiburg–, completa en cuatro ciudades, París, Essen, Zurich y Valencia, y sólo una parte en Berlín. Los programas incluyen una obra de Wagner, además de algunos fragmentos del Wozzeck de Berg, junto a varias obras de Schoenberg. Desde siempre me interesó mucho la música de Schoenberg (con poco más de veinte años ofrecía la integral pianística). De hecho, se toca muy poco, el público no tiene idea exacta de su producción. Claro, mantiene el mito de música difícil y a mí me interesa mostrar que no es así. Con la Orquesta de Baden Baden lo he hecho mucho”, señala.
–Desde su punto de vista, ¿qué lugar ocupa en la Historia?
–Creo que es el compositor más importante del siglo XX. A mí me gusta establecer un paralelismo con Bach, en el XVIII, autor que cuenta con obras como los preludios y fugas que caminan al XIX y suponen el fin del Barroco. Con Schoenberg termina el post-romanticismo de corte wagneriano para dar paso al atonalismo y el serialismo. Es como el dios Jano, con dos caras y una función doble que evidencia su trascendencia.
–Para usted su música no es fácil.
–No lo es, pero hay que hacerla. Stravinski y Bartok ya se conocen y somos muy felices de ello. Incluso se toca más a sus alumnos Alban Berg y Webern. Yo me siento muy contento de hacer el estreno en España de La mano feliz, de la que hice, hace treinta años, en Londres y París la primera audición. En mi opinión tras Erwartung es su obra más señalada.
–En diciembre vuelve con su orquesta de Baden Baden a Oviedo y Madrid con su versión de la incompleta Décima de Mahler. ¿Cómo ve la revisión de Derick Cooke?
–Antes tengo que decir que las partes que son de Mahler son ya de por sí muy impresionantes. Es una obra de gran desesperación, donde muestra su dolor por sentir a su mujer, a la que adoraba, en brazos de otro hombre. Todo eso se transmite. El primer movimiento está prácticamente completo. El arreglo que hizo Deryck Cooke es mínimo y muy bueno. El primer scherzo es lo más avanzado de la obra. Es de una gran complicación del que hay un esbozo bastante completo. Las partes correspondientes a los movimientos cuarto y quinto son menos completas, apenas una melodía y un bajo. Personalmente creo que Cooke hizo un trabajo muy completo y, de algún modo, sorprendente. Es muy bueno y muy honesto al decir que su revisión sólo aspira a posibilitar la ejecución de los esbozos originales.
Mahler incompleto
–¿Conoce otras adaptaciones?
–Sólo la de un americano que llenó las páginas de notas. Pero el público tiene que darse cuenta de que no está completa.
–¿Cómo ve a las orquestas radiofónicas en el presente?
–La mayoría de las orquestas de radio hacen una vida de concierto normal. Apenas tocan música nueva y prácticamente no se distinguen del resto. En Baden Baden todavía el 50 por ciento de la programación es contemporánea. Después de todo es la formación base del Festival de Donaueschigen, que está dedicado a primeras audiciones. Radio Frankfurt también hace bastante aunque un poco menos que antes.
–¿Por qué este cambio?
–El público no viene, se queda en casa y eso está pasando en todo el mundo. Las sinfónicas de la Radio se han visto obligadas a cambiar. En fin, también creo que una orquesta puede evolucionar tocando el pasado. Pero el tiempo ha cambiado. En una época hubo un público pequeño y fiel para la música contemporánea, pero ahora hay que llegar a un público más grande, y quizá no quede más remedio que mezclar la música actual con otras piezas de la gran tradición.
–¿Qué le parece lo que escriben los jóvenes?
–Tienen 25 años y yo 77. Son épocas muy diferentes y las personas de mi edad difícilmente entienden a los jóvenes. Por eso dejé la titularidad de la Orquesta de Baden Baden. Los responsables de la Radio tenían unos criterios que no cuadraban conmigo. Es normal.
–¿Piensa que haya un proceso regresivo en la creación actual?
–En alguna medida, sí. No veo muchas ideas nuevas. La gran aportación que supuso la música de corte serial de Boulez y Stockhausen no ha tenido continuación. Sinceramente, creo que la producción de hoy día es menos interesante que la de los años cincuenta y sesenta. Puede ser sólo una opinión mía.
–¿Qué piensa del minimalismo?
–No me toca. En general no me interesa su propuesta, aunque Steve Reich hizo obras muy interesantes y hasta fascinantes. Es posible que también haya una sensibilidad de vuelta al post-romanticismo.
–Acaba de acometer en la Staatsoper de Berlín su versión de una ópera de Franz Schreker.
–¡Ah, es una música muy sensual, fascinante! Schreker tenía su propia técnica de composición y la llevó a cabo en Die Ferne Klang (El sonido lejano). Cuando murió, en Frankfurt, no había cumplido ni 30 años. Pero en Alemania fue muy importante. Entre los años 10 y los 20 se tocaba mucho más Schreker en Berlín que a Richard Strauss. Adapta un estilo más objetivista sin éxito. Luego llegó Hitler y desapareció del repertorio. En el 45 se quedó en la oscuridad. Dohnanyi hizo un esfuerzo en Kassel, y yo en Baden Baden hice Las Estigmatizadas. Es una pena que la gente apenas le conozca. La Staatsoper ha estado a medio llenar prácticamente todos los días.
Berlín en crisis
–Vinculado a Berlín, la situación de su vida musical es crítica.
–Hay falta de dinero en el Senado desde la reunificación. Dicen que no se puede pagar nueve orquestas, tres teatros de óperas, además de varios teatros de prosa. No hay dinero. Por otro lado, no quieren herir los sentimientos de cada público. De momento siguen trabajando.
–¿No hay solución?
–Difícil. Creo que el problema es que la gran industria no paga impuestos o de lo contrario advierte que se marcha a países más baratos. Y no hay forma de sacar el presupuesto suficiente. Soy pesimista, pero creo que se acabará cerrando un teatro y se disolverán 2 ó 3 orquestas.
–¿Cómo valora las orquestas en la actualidad?
–Las orquestas han evolucionado enormemente, tanto en el terreno técnico como en su mentalidad. En los sesenta, si hacías ciertas obras, te encontrabas con una oposición temible. Los músicos no estaban nada educados para la música contemporánea. Actualmente, en los conservatorios, los jóvenes están mucho mejor preparados.
–A cambio se ha perdido algo de personalidad sonora.
–En Centroeuropa la tienen la Filarmónica de Viena, la de Berlín y, posiblemente, también la Staatskapelle de Dresde. En la actualidad es difícil reconocer un sonido diferente entre las distintas formaciones.
–¿Qué opina de la música industrial contemporánea?
–La ignoro. No sé nada de eso. La evito como puedo. No me interesa. Tengo mucho que hacer y prefiero mantenerme al margen.
Michael Gielen. Hijo del director de escena Josef Gielen y nieto del pianista Eduard Steuermann, Michael Gielen (Dresde, 1927) estudió piano, composición y filosofía en Buenos Aires, donde su familia había emigrado en 1940. Fue repetidor del Teatro Colón hasta su marcha a Viena, donde será asistente en el Teatro de la Ópera. Ha sido director general de música de Frankfurt y titular de la Orquesta de Cincinnati, aunque su mayor labor la ha realizado al frente de la Südwestfunk de Baden Baden-Freiburg, de la que ha sido titular durante trece años y con la que sigue vinculado. Actualmente es principal invitado de la Staatsoper de Berlín. Defensor de la música contemporánea, ha llevado a cabo estrenos tan importantes como Los Soldados de Zimmermann, junto a obras de Henze, Ligeti, Rihm, Stockhausen o Cerha. Igualmente ha compuesto varias obras.
Luís G. Iberni
El Cultural