23/2/2025 |
https://www.lavanguardia.com/cultura/20250223/10409624/andres-orozco-estrada-jardinero-fiel-clasica-ibercamera-entrevista.html
El maestro de Medellín regresa a los ciclos Ibercamera con la WDR Colonia cuando está a punto de convertirse en director general de música de la ciudad alemana
Así como un jardinero cuida sus plantas, Andrés Orozco-Estrada (Medellín, 1977) cultiva la clásica y la mantiene en armonía, a salvo de desacuerdos y malas energías. Y si para ello ha de renunciar a un cargo fabuloso como el de titular de la Sinfónica de Viena, no dudará. Lo hizo en 2022. Pero el maestro colombiano tiene el respeto del mundo germano de la clásica y al poco le ofrecieron sustituir a François-Xavier Roth como director general de música de la ciudad de Colonia, lo que implica tanto la Orquesta Gürzenich como la Ópera.
El artista colombiano supervisará, así, la dirección musical de ambas instituciones a partir de 2025-26, consolidando su liderazgo en la escena musical de la ciudad. Ahora regresa de gira por España con la otra orquesta de Colonia, la WDR de la radio. Son cinco conciertos que ha programado Ibercamera: este domingo en el Auditori de Girona, el lunes en el de Barcelona y luego Zaragoza, València y Madrid. Orozco-Estrada atiende a La Vanguardia por teléfono.
Estoy contento de estar en Colonia, que próximamente será mi nueva residencia musical, y trabajar con esa orquesta que, tras mi tiempo con la Orquesta de Radio Frankfurt, conozco bien desde el punto de vista de las orquesta de la radio. Traemos un programa casi demasiado bonito, porque es un hit tras otro. Primero la Obertura Egmont de Beethoven, luego el Concierto de cello de Schumann con Pablo Ferrández y, en la segunda parte, tocamos en algunos lugares la Quina Sinfonía de Chaikovski y, en otros, la Primera de Brahms.
¿Lo propuso usted el programa?
Bueno, son dos obras del romanticismo pero con las emociones vistas desde los extremos: una muy extrovertida, la de Chaikovski, muy emocional, casi patética, y Brahms, súper emocional, súper intenso, pero mucho más introvertido, íntimo.
¿Su propia naturaleza está más cerca de la extrovertida patética o de la intimista torturada?
No sabría decir. Yo estoy aquí para servir la partitura, no para ser el egocéntrico. Y para ello tengo que tratar de acercarme a esa esencia y ver todo lo que ello conlleva. Ahora en los ensayos hacemos un bloque de Chaikovski y acto seguido uno de Brahms. Y he de decir que me sienta bien la parte más extrovertida de Chaikovski, pero me encanta llegar a esa intimidad y trabajo tan cuidado de tantas voces y detalles que estoy descubriendo, no solo como director, sino como persona, como la persona que llegó tan joven, con 19 años, a Viena y entiende toda esa mentalidad germánica.
Entonces, ¿hubo choque cultural llegando de Medellín?
No, fue un descubrir. Era mi sueño, así que no recuerdo ninguna situación chocante o que yo me quisiera volver a ir a casa. Nunca, desde entonces no ha habido ni un solo día, porque aun vivo en Viena. Yo quería estar ahí. Y fue interesante el proceso: el idioma era complejo, fue difícil, llegamos un grupo de amigos músicos desde Colombia, casi todos desde Medellín, la ciudad en la que yo nací. Pero estudié en un colegio privado muy pequeño. En mi clase éramos ocho. Era una educación casi personalizada y centrada en la música clásica. Yo empecé con cinco años a tocar el violín y a tocar en orquestas. El lenguaje de Mozart, Haydn y un poquito de Beethoven y Schubert… toda esa Escuela vienesa la conocí desde muy pequeño. Escuchar esa música es lo que hacía todo el día. Y el colegio tenía una mentalidad muy disciplinada, porque la clásica se hace con seriedad. Así que no hubo choque, sino una gran alegría.
Me siento de muchas partes pero mi relación más estrecha es con las partituras"
¿Se siente europeo?
También. Mi misión es tratar de hacer música de la mejor manera y compartirlo con todo el mundo. Me siento de muchas partes pero mi relación más estrecha es con las partituras.
¿Cómo diría determinaron su personalidad como director las enseñanzas que recibió de Uroš Lajovic, alumno aventajado, a su vez, del profesor Hans Swarowsky?
Mi esencia, llegando de Medellín, era muy emotiva, no solamente desde el punto de vista corporal sino de expresividad. Y al llegar a Viena y empezar a estudiar con Lajovic, recuerdo dos cosas que siguen siendo importantes: una es la estructura musical. Aprendí que entender la estructura de la partitura es fundamental, no solo porque los compositores componen pensando como un arquitecto, sino porque eso me permitió sacarle mucho más jugo a la lectura de la partitura y a la interpretación, y a partir de ahí dejar ir mi parte emocional. Y luego hubo muchas cosas que aprendí sobre la calidad del gesto y la manera de dirigir.
¿Recuerda cuál fue la primera ópera que le marcó?
Las bodas de Fígaro. Al llegar a Viena fui a verla en esos puestos que son de pie en la Ópera, y estaba encantado. Sigue siendo una de mis preferidas. Recuerdo ver una escena jocosa y la maestría con la que se armó la música con el libreto. Para mí era como si estuviera viendo un dvd al máximo nivel. Otra fue Salome, de R. Strauss, con una escenografía de figuras hiperdimensionadas, una enorme cabeza del profeta que descabezan… Yo no había visto una escenografía de ese tamaño. ¡Y con esa complejidad musical! Acaba de llegar a Viena y soñaba con que algún día pudiera yo hacer ópera.
Ha llegado su momento. En un teatro ha de compartir decisiones, es muy distinto a ser titular de una orquesta sinfónica donde escoge el repertorio.
Trabajar en un teatro va más allá de qué títulos se hacen. Lo que me gusta compartir es la manera de interpretar una partitura; que tenga claridad, que sea transparente, honesta, entregada, sin rococó. Que brille por lo que es y no por lo que yo le quiera añadir. Y que lo que ofrecemos esté tan lleno de honestidad, alegría y belleza, que por lo menos le llegue al público y le ponga a pensar.
Se siente más afín al repertorio operístico alemán, pero entre el italiano y el eslavo, ¿de cuál se siente más cerca?
Conozco más el repertorio eslavo desde el punto de vista sinfónico, pero estoy más cerca de la ópera italiana. Pero pasaremos por algún Chaikovski, Janácek, Dvorák, Smetana...
La Ópera de Colonia es muy amante de la ópera contemporánea. ¿Sería un reto?
Es un reto, me interesa, pero no es la prioridad. Llegará y lo asumiré con mucha alegría. Estando en la universidad, las primeras óperas que dirigí fueron de estreno, obras de colegas. Es mucho trabajo pero tienes muchas otras libertades y, con suerte, tienes al compositor o compositora cerca.
¿Qué fue lo que sucedió con la Sinfónica de Viena para dejarla a los dos años de haber cogido su titularidad?
No suelo hablar con detalle de esas cosas, no hace falta. En las relaciones humanas te encuentras con una persona con la que parece que funciona todo bien pero, en algún momento, el ciclo no puede seguir porque los intereses o maneras no están alineadas. Me siento contento y satisfecho de mi corto paso por allí, además es mi casa, vivo allí. Pero cuando las cosas no están en sintonía, es mejor dejarlo. Yo sigo para adelante.
¿Fue una cuestión de feeling con los músicos?
No puedo hablar del tema, con la orquesta acordamos no hablar de esos detalles por un respeto mutuo. Pero mi decisión tuvo que ver con cómo yo me sentía en relación con lo que estaba sucediendo. Estábamos haciendo buena música pero vi que a largo plazo no nos iba a funcionar a ambas partes. No hacía falta entrar en conflictos. Hay que entender con inteligencia que la vida es así.
Entendí que Dudamel dejaba París por razones familiares; yo dejé la Sinfónica de Viena por una cuestión de 'timming', no era la combinación ideal entonces"
Debió sentir cierta afinidad con Gustavo Dudamel cuando él dejó la Ópera de París… fue por la misma época.
Jajaja. Yo lo que entendí es que lo suyo fue por razones familiares. Lo mío era más bien una razón de timming, no era la combinación ideal en ese momento. Pero sí, sucedió por la misma época. Uno como ser humano y artista ha de poder tener la posibilidad de aprender y ver que algo de repente es distinto a lo que uno imaginaba… porque los contratos se firman con tres y cuatro años de antelación. Cuando yo empecé con la Sinfónica estábamos en la mitad del covid.
¿Se conocen con Dudamel?
Hemos coincidido un par de veces y nos hemos saludado, pero digamos que no le puedo mandar un mensaje de texto.
También le propusieron desde la ONE ser el nuevo titular, en sustitución de David Afkam, pero declinó y optaron por Kent Nagano. ¿Por qué?
Me encantaría, me parece una orquesta maravillosa, estuve allí en noviembre y al final de esta temporada estaremos en Granada y en Alemania. La respecto mucho y conozco más o menos el trabajo de Afkam, un joven talentoso que ha hecho un gran trabajo con la orquesta. Pero cuando ves tu calendario, te das cuenta de que eso hay que hacerlo con toda la seriedad y dedicación, y ahora empezando con Colonia no veo una manera coherente para dedicarle la energía y el tiempo que toda orquesta necesita. No hay otra razón. Yo todavía soy titular de la Orquesta de la RAI en Turín hasta el 2026, una de las mejores orquestas de Italia con la que saldremos de gira a inicios de la próxima temporada y pasaremos por España. Ahora la prioridad será Colonia pero no sé si habrá otra titularidad.
¿Cuán importante es grabar para usted? ¿qué le sugiere la nueva realidad de la industria discográfica y las nuevas maneras de consumir música?
Cuando comencé mi camino como director en Viena, con la Tonkünstler y luego con la de Huston, grabar era algo importante que además disfrutaba. Grabamos el ciclo Brahms, el ciclo Mendelssohn, en Houston grabamos un pequeño ciclo Dvorák y alguna música americana, etc. Y al llegar a Frankfurt descubrí las plataformas de streaming. Y ahora lo que más me interesa es el mundo de las grabaciones en vivo, en streaming, sea para YouTube o para las plataformas de cada orquesta. Porque yo de joven lo que más disfrutaba eran los VHS, que son casi de museo pero de los que tengo un montón. Y luego los DVD, de los que yo era fanático y adquiría todos los que podía, pues me encantaba la combinación de escuchar y ver la interacción del maestro, del solista… Y fue estando en Frankfurt que apareció lo de streaming, y todo el mundo comenzó a ver las grabaciones en YouTube y me las comentaban. Ese es un aspecto en el que quiero crecer. El plan que tenemos con Colonia es buscar repertorios interesantes.
¿Qué sueña con grabar?
Muchas cosas. Nunca he hecho el ciclo Mahler completo, se truncó por la pandemia. Nunca he hecho un ciclo de Shostakóvich. Me gustaría hacer grabaciones de las óperas.
¿Que papel cree que ha de tomar la alta cultura ante ese horizonte de guerra europea con Putin?
Como ser humano, yo amo la armonía, soy pacífico. Para mí un buen ensayo es con una energía positiva, casi democrática, donde se pueden intercambiar ideas con los músicos: eso es fundamental. Lo más importante es esa armonía para poder entenderse. Pero la cultura ligada a la política tiene muchas aristas. Existe la posibilidad, pero a final de cuentas, el arte por sí mismo existe como arte, y como tal no tiene por qué estar ligado a la política. Yo al hacer música no estoy dando mensajes políticos, sino musicales y, si se quiere, pues de armonía, igualdad, democracia. Eso es lo que puedo hacer de la mejor forma.
No soy político, sería inapropiado empezar a volverme político. Sin embargo, en Berlín hace tres semanas hicimos un concierto Por la democracia. Abríamos con un Salmo de Lili Boulanger y, en la segunda parte, hicimos con la Deutsches Symphonie Zaratustra, que tiene una visión desde Nietzsche casi existencial, con una reflexión del ser humano. Y esa la conecté con la obra de Schönberg Paz sobre la tierra, una obra totalmente expresiva que tiene que ver con las secuelas de la guerra y con la esperanza. Después vino una persona muy conocida en Alemania, un político que hace años renunció, Michel Friedman, y dio un discurso político hablando de la democracia y de la responsabilidad que tiene cada uno de nosotros de participar de ella para justamente decidir en contra de lo que considera que no está bien. Fue muy interesante y cien por cien político. Y acabamos la primera parte con La canción del destino para coro y orquesta de Brahms. Y vi que la gente lo escuchó de otra manera después del discurso de ese señor, y se fue reflexionando. Al final hablé con algunos en la calle y estaban todos emocionados. Estas cosas hay que hacerlas. Eso es lo que está en mis manos ante la situación actual.
Maricel Chavarría
La Vanguardia