22/2/2022 |
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El coliseo catalán, bajo la batuta de Josep Pons, repone el montaje de ‘Pelléas et Mélisande’ estrenado en 2015 en Dresde
El simbolismo poético y los enigmas de Pelléas et Mélisande, la genial ópera de Claude Debussy basada en la obra teatral homónima de Maurice Maeterlinck, cautiva sin cesar a compositores, directores y cantantes. Alejado de la estética de Wagner, el compositor francés abre las puertas a la ópera del siglo XX con esta magistral partitura que regresa al Gran Teatro del Liceo bajo la dirección musical de Josep Pons y con puesta en escena de Àlex Ollé. “Es una obra misteriosa, que te obliga a hacerte preguntas, aunque muchas no tengan respuesta y cada espectador deba enfrentarse a ellas en solitario”, afirma Ollé.
No se parece a ninguna otra ópera porque es una pieza única que se desmarca de la estética wagneriana, aunque usa el leitmotiv de forma libre y apuesta por una declamación cantada sujeta a las inflexiones de lengua francesa y afín a la poética simbolista de Maeterlinck, que firma el libreto junto al compositor. “Debussy busca el éxtasis, el espacio último de la emoción y crea un universo musical propio. La orquesta anticipa al cantante y crea la atmósfera, pero nunca es descriptivo ni sentimental, sino simbólico”, asegura Pons, también director musical del Liceo.
Pons habla con pasión de la “belleza absoluta” de esta extraordinaria partitura, “exuberante en colores, pero austera en la forma”, que considera única. “Como Monteverdi, Beethoven y Wagner, Debussy es capaz de crear un universo sonoro nuevo. Lo que él hace no existía antes”.
Ollé comparte la fascinación por esta ópera y se muestra muy feliz de poder estrenar en el Liceo —siete funciones del 28 de febrero al 18 de marzo— una revisión de su propia producción original de 2015, estrenada en la Semperoper de Dresde, que refuerza la dimensión onírica de la ópera. “Su carácter simbólico permite un gran margen de libertad a la hora de interpretarla. Hemos trabajado con la idea de un espacio circular en el que Mélisande siempre regresa al punto de partida y es atrapada por su perseguidor, no puede huir: el principio y el final del relato quedan ligados”, expone.
El montaje, con escenografía de Alfons Flores, vestuario de Lluc Castells e iluminación de Marco Filibeck juega con un espacio concebido como “una moderna metáfora de la mente”, explica Ollé, artista residente del Liceo. “El público verá un lago de aguas muertas y una caja gigantesca, a la manera de un castillo que irá desvelando sus secretos con el paso de una habitación a otra, y una especie de bosque, como una telaraña en la que Mélisande queda atrapada”.
El triángulo amoroso entre Mélisande, Pelléas y su hermanastro Golaud —personajes interpretados respectivamente por la soprano Julie Fuchs, el tenor Stanislas de Barbeyrac y el barítono Simon Keenlyside— muestra al espectador una inquietante historia de amor, violencia y poesía. “Las escenas son cortas y la narración, muy fluida”, explica Ollé. “Todo es poético y simbólico, el agua es como un espejo, y la luz que irradia Mélisande hechiza a Pelléas y a su hermanastro”.
Julie Fuchs debuta como Mélisande. “Este es un papel emblemático para una cantante francesa. La música inspira la acción y te obliga a ser una actriz muy emocional. En el dúo de amor del acto cuarto, uno de los más bellos de la historia de la ópera, la primera vez he de murmurar te quiero como si no me atreviera a decirlo. La música expresa con fuerza el texto de forma muy profunda”, explica la soprano.
También Stanislav de Barbeyrac, que canta Pelléas por tercera vez en su carrera, destaca la musicalidad que respira el texto. “El papel es difícil, pero no complicado porque la puntuación sonora y la musicalidad de Debussy te dan plena libertad como intérprete para cantar. La música ya lo dice todo”. La mezzosoprano Sarah Connolly asume el papel de Geneviève, y el de Arkel corre a cargo del bajo Franz-Josef Selig en el marco de un reparto de primera completado por el también bajo Stefano Palatchi en el papel de médico, y la soprano Ruth González como Le Petite Yniold.
Desde su estreno en el Liceo, en 1930, la ópera de Debussy —clave en la historia del género, pero árida para muchos aficionados que no encuentran en ella referentes belcantistas y románticos—, se ha representado solo en otras tres ocasiones. Ahora, con un equipo artístico de primera —traer el montaje de Ollé ha costado 240.000 euros—, los responsables del coliseo lírico de la Rambla confían en el boca oreja para remontar una venta de entradas discreta.
JAVIER PÉREZ SENZ
El País