31/1/2021 |
https://www.lavanguardia.com/cultura/20210130/6209171/mischa-maisky-cello-camera-musicae-palau-dvorak.html
La Orquestra Simfònica Camera Musicae (OCM) no se amedrenta ante el covid e invita este fin de semana como solista nada menos que a Mischa Maisky, quien ofrecerá el fabuloso Concierto para violonchelo de Antonin Dvorak. A fin de guardar las distancias de seguridad, interpretarán la pieza con 52 instrumentos, tan solo ocho de cuerda menos que el mínimo que requiere la obra. El Idilio de Sigfrid de Wagner completa ese programa que se vio este viernes en Tarragona, va este sábado a la Atlántida de Vic (20 h) y domingo al Palau de la Música Catalana (17.30 h)..
Mischa Maisky (Riga, 1948), compañero de pupitre de Baryshnikov, alumno de Rostropovich en Moscú, preso durante 18 meses (por si se le ocurría seguir a su hermana hasta Israel), colaborador de Bernstein, y deudor de las grabaciones de Casals, del que asegura que tenía “un poder hipnótico” -y que le dedicó un halago curioso en una audición: “Joven, personalmente no creo que lo que ha tocado tenga nada que ver con Bach, pero lo ha hecho con tanta determinación que ha sonado muy convincente"–, es a sus 73 años un astro consagrado de la clásica, un músico de gran personalidad, templanza y sentido del humor. Y así lo refleja en conversación telefónica con este diario.
“Rostropovich hizo un chiste sobre este concierto -empieza diciendo-: ‘Un día durmiendo soñaba que tocaba Dvorak y resulta que me desperté y lo estaba tocando’. Por suerte a mí eso aún no me ha pasado, no me he dormido tocándolo. Y espero que eso de estar ahora mismo en la bella Catalunya con esta obra que es un regalo para los violonchelistas no sea solo un sueño”, afirma.
La Camera Musicae aborda la versión original de este Concierto, cuya génesis encierra en sí una historia. Resulta que Dvorak se lo dedicó en principio al cellista Hanuš Wihan, quien debía estrenarlo en Londres, aunque fue Leo Stern quien finalmente lo hizo, en marzo de 1896, bajo la batuta del propio compositor.
“Dvorak y Wihan eran tan amigos que el cellista se permitió proponerle cambios que llegaban incluso a la cadencia del último movimiento. Cambios que por suerte en su mayoría no sobrevivieron pues el autor estaba muy en contra –cuenta Maisky–. Sí que sobrevivieron los del primer movimiento, en busca de un mayor virtuosismo y lucimiento del solista. Yo la versión original la quise tocar por una cuestión de principios, por respeto al compositor, pero he de decir que no cambia tanto. Eso sí, a los intérpretes jóvenes no se lo recomiendo porque puedes ser criticado. La gente que no sabe la historia te acusa de haber escogido ‘la versión fácil’”, advierte.
Maisky resume su filosofía musical con dos historias "que pueden ser contradictorias -dice- pero que yo veo complementarias". Rachmaninov tocaba el Concierto de Beethoven con un joven director que en los ensayos le pedía todo el tiempo qué preferencias tenía en la forma de abordarlo. ‘No soy experto en Beethoven así que... ¿por qué no lo tocamos tal y como está escrito?’, le acabó espetando el pianista y compositor.
La segunda concierne a Arturo Toscanini y un Giuseppe Verdi ya muy mayor. El director le consultaba al gran compositor sobre si no en determinado pasaje no convendría tocar más accelerando, o más ritenuto en ese otro... y al final Verdi atajó: ‘Arturo, está todo en la música’. "Es decir que es imposible seguir todas las indicaciones del autor, hay que leer entre líneas, entre las notas. La partitura es un dogma que hay que llevar a la vida -añade el cellista letón-. Se trata de encontrar el equilibrio entre el respeto a la pieza y la libertad de espíritu”.
A usted los soviéticos le metieron en la cárcel durante año y medio sin causa aparente. ¿Tras cinco décadas fuera de Rusia, que conclusión saca aquel hecho?
No han pasado 50 años: son 48 años, dos meses y 21 días para ser exactos. Llegué a Viena camino de Israel el 7 de noviembre de 1972 a las 9.00 de la mañana y considero este mi segundo cumpleaños. Más que ser del año 48 siento que tengo 48 años. Fue un gran paso en mi vida. Mi hermana había emigrado a Israel oficialmente con permiso del gobierno y posiblemente las autoridades pensaron que yo podría seguirla una vez me hubiera sacado, al cabo de un año, el diploma en el conservatorio con Rostropovich. Ya me habían concedido un premio en el concurso Chaikovski.
¿Su maestro no pudo evitar que lo encarcelaran?
Si Rostropovich hubiera tenido todavía poder no se habrían atrevido a tocarme, pero la defensa que hizo del escritor Alexander Solzhenitsyn le acarreó problemas y perdió la conexión con las autoridades. A mí me hacía falta un año para acabar los estudios, me arrestaron y no conseguí el diploma, pero tuve una educación de la vida más grande. No lo lamento. Intento de manera genuina no lamentar nada de lo que sucede. Todo pasa por alguna razón. Sonará extraño pero estoy agradecido a mi destino. Porque aprendes mucho como ser humano y como músico. A Rusia vuelvo regularmente a tocar cosa que me crea una amalgama de sentimientos. Pero disfruto tocando allí, el público es maravilloso, los auditorios y las orquestas son magníficos. Y conservo recuerdos fantásticos de cuando comencé a estudiar con Rostropovich, aquello fue un privilegio increíble.
¿Llegó a saber qué opinaba Rostropovich al respecto?
Nos encontramos al salir yo de la cárcel y antes de que me fuera a Israel. Me dijo que sentía envidia de mi experiencia en la cárcel. De algún modo el sufrimiento le parecía algo romántico. Es algo muy típico en parte de los rusos. Y ciertamente habría estado encantado.
La envidia de Rostropovich
"De algún modo el sufrimiento le parecía algo romántico, por eso habría estado encantado de haber ido a la cárcel. Es algo muy típico en parte de los rusos"
¿Qué cree que aprendió de esta experiencia?
Lo más importante que extraje es que no puedes dar nada por sentado, que es lo que la gente hace de manera inconsciente. Ahora mismo con la pandemia la gente piensa... 'esto a mí no me puede estar pasando', pero sí.
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Pero en su caso se trataba de una injusticia.
Es cierto, pero todo depende de cómo se mire. Tenían que caerme entre 3 y 8 años de cárcel, y mi abogado me dijo que sólo nos quedaba esperar que el juez hubiera dormido bien y estuviera de buen humor para conseguir la pena mínima. Y al final era tan obvio que yo era completamente inocente que el juez me impuso la mitad de tres. Tuve mucha suerte. Ya sé que para la gente de Occidente no es fácil de entender, yo me siento igual, me pregunto por qué me metieron en la cárcel si el gobierno había gastado tanto en mi educación musical. Que un año antes de diplomarte te metan en la cárcel no tiene mucho sentido. Pero bueno, por eso mismo el sistema colapsó.
¿Cómo recuerda su infancia en Riga?
Riga era muy europea, tenía mucha influencia cultural, pero cuando yo nací estaba muy dominada por la invasión rusa. La gente de Occidente no se da cuenta de las grandes diferencias: yo no había nacido en Rusia sino en Letonia, un país que ahora es independiente. Mis padres eran ucranianos y mi padre trabajó en Moscú después de la guerra. Yo era el único de la familia que había nacido en Letonia, donde todo ya era en ruso, la escuela, la familia.
Su familia era judía. ¿Recibían un trato diferenciado?
La primera vez que me llamaron ruso fue en Israel. Para los rusos yo no tenía nada que ver con Rusia. En mi documento de identidad mi nacionalidad era 'judío'. Era la típica contradicción del sistema: un día decidieron asimilar a los judíos, no te permitían aprender tu lengua, tu cultura y tu religión, pero tampoco te permitían olvidar que eras distinto. No llevábamos la estrella amarilla, pero teníamos un sello distinto en el pasaporte.
¿Recuperó su religión? ¿Se considera una persona espiritual?
Depende de lo que se entienda por espiritual. Me criaron en una sociedad atea, no sé mucho de religión ni la practico. Mi religión es la música y Bach es la biblia. Pero sí que creo que hay algo inexplicable, que yo no intentaría entender. En la URSS tenemos un chiste al respecto... En el colegio cada semana un profesor dedicaba 45 minutos a ridiculizar la creencia en Dios. Y aquella clase acababa con todos haciendo un gesto feo dedicado a Dios. Y el rincón de los judíos no lo hacíamos. "Si no hay Dios no tiene sentido hacerle esto, pero solo si acaso existe, no le hagamos enfadar'.
¿Cómo fue su amistad con Mijail Baryshnikov? ¿Se veía que iba a ser un bailarín grandioso ya de niño?
Pasamos años compartiendo pupitre, éramos muy amigos. Hasta que a los 14 me fui a Moscú y el luego se fue a San Petersburgo. Cuando desertó en 1974 me llamó en Estados Unidos, al final no nos hemos encontrado mucho por nuestras ajetreadas carreras pero estamos en contacto y recuerdo el día de su cumpleaños, que es justamente hoy [por el jueves, 27].
No me diga.
En la escuela artística compartíamos danza, música y canto. Éramos jovencitos pero recuerdo que todo el mundo predecía que tendría un gran futuro proque tenía un gran don como bailarín. No tenía altura para los papeles masculinos del ballet pero se las arregló para compensarlo con su talento increíble. La práctica era muy distinta para él, físicamente era durísimo pues el régimen era muy estricto. Los músicos también debíamos pasar horas y horas practicando, no teníamos una infancia normal.
¿Compartían juegos?
Yo hasta los 13 jugué quizás demasiado al fútbol pero la de la escuela especializada es una infancia muy distinta. Pero lo que hacían los bailarines era, uau, aquello era un auténtico reto. Recuerdo cuando fui al encuentro de Misha en Nueva York, en los años en que era director del American Ballet Theater, y cuando salió para ir a comer estaba completamente empapado, como si le hubieran tirado un cubo de agua por encima... La gente no sabe la disciplina que requiere, el sacrificio enorme...
Ha tocado con superestrellas. ¿Se acaba teniendo otra actitud cuando los conciertos son con grandes nombres?
Hay una historia de Hemingway y Fitzgerald, que eran amigos. Y uno le dice al otro: "¿Sabes? La gente rica es muy distinta a nosotros". Y el otro le responde, "Sí, tiene mucho más dinero". Sí, esta es la gran diferencia. Y habrá músicos más o menos famosos, con más o menos dinero, con este o aquel tipo de instrumento, pero al final estamos todos tocando la misma música. Ahora bien, si comparas los más grandes intérpretes con los más grandes compositores, entonces nosotros somos insignificantes, gente que trata de tocar la gran música sin estropearla demasiado.
Tocó hora y media para Pau Casals en Jerusalén, en 1973...
Sí, dos meses antes de que muriera. Estaban él, Isaac Stern, Eugene Istomin y Schasha Schneider. Tengo fotos que lo demuestran. Lo que me dijo me lo tomé como una censura, pero me dijeron que debía tomármelo como un gran elogio... "Suena muy convincente", dijo. Luego está mi larga colaboración Bernstein, más de veinte conciertos toqué con él. Luego Radu Lupu, en Moscú 1969; y desde luego Martha Argerich, con la que llevamos 45 años siendo amigos y colegas... Y luego están Evgeni Kissin, Gidon Kremer, Janine Jansen, etc etc. He tenido mucha suerte de compartir la música con estos grandes pero me hace muy feliz tocar con orquestas jóvenes que no están necesariamente entre las top.
Las entradas para el concierto del domingo en el Palau de la Música están disponibles para suscriptores con descuentos del 20% y una oferta 2x1 para las 50 primeras localidades.
MARICEL CHAVARRÍA
La Vanguardia