14/1/2021 |
https://www.lavanguardia.com/cultura/20210114/6182266/rattle-decide-irse-munich.html
El Brexit crea un ambiente de depresión en la música clásica de Gran Bretaña
El Brexit pasa factura y el mundo cultural británico -y londinense en particular- está en depresión profunda. El director de orquesta Simon Rattle, disgustado por la salida de la Unión Europea, va a cambiar la London Symphony por Munich, y eso no es más que la punta del iceberg.
Rattle se pasó diecisiete años en Birmingham y otros dieciséis al frente de la Filarmónica de Berlín, a la que llegó en el 2017, y se daba por sentado que su etapa llevando la batuta de la orquesta del Barbican Centre no sería menos larga. Pero el músico ha anunciado que dentro de dos años pasará a dirigir a la Sinfónica de la Radio Bávara. Diplomático hasta el final, ha aducido razones personales (su mujer, la cantante checa Magdalena Kozeva, y sus tres hijos viven en Berlín), pero ese es sólo uno de las factores en juego.
En el trasfondo de la decisión, según explican quienes le conocen, se hallan el Brexit, los problemas para la construcción de la nueva sala de conciertos en la capital inglesa que le habían prometido (que se encuentra paralizada y es probable que se cancele) y el escaso apoyo del Gobierno a la cultura. Rattle cumplirá el año de contrato que le queda y uno de propina, marchándose en el 2023.
No es el único, dentro del desolador panorama de la música clásica en el país, que tiene tres grandes orquestas pero ninguna de ellas de primera fila mundial, a la altura de las de Berlín, Chicago, Viena, Munich o Cleveland. El finlandés va a dejar la Philarmonia, el ruso Vladimir Jurowsky la Filarmónica de Londres, especulándose que Antonio Pappano va también a abandonar la Royal Opera. TambEsa-Pekka Salonenién ha contribuido a la marcha de Rattle -considerada en algunos círculos como una “traición”- su compleja relación con los músicos de la LSO, que se han resistido a concederle el poder para despedir y contratar que demandaba el director, y no están conformes con una ampliación del repertorio a obras menos conocidas que les obliga a ensayar muchas más horas.
Así como su llegada a Londres desde Berlín fue interpretado como un voto de confianza en la música clásica y la cultura británicas, su partida es visto como un castigo y un ataque, sobre todo en los círculos pro Brexit. El anuncio coincide con las crecientes dificultades para que los músicos de este país vayan de gira por el continente europeo, ya que el gobierno de Boris Johnson ha rechazado la propuesta de la UE de un convenio para eliminar la necesidad de visado en viajes de menos de tres meses. A los artistas de primer nivel no les afectará en gran medida, pero para el resto significará una considerable burocracia que les puede disuadir de desplazarse.
A pesar de tener algunos de los mejores compositores, directores, cantantes e instrumentalistas del mundo, las élites británicas son bastante indiferentes a la música clásica, y el Gobierno estima que no merece especial protección en la actual crisis.
RAFAEL RAMOS
La Vanguardia