5/1/2021 |
https://www.lavanguardia.com/cultura/musica/20210104/6164235/musica-romanticismo-benet-casablancas.html
El compositor y ensayista desmenuza el ideario estético y filosófico de este periodo en favor de una mejor escucha
Aunque la composición es el corpus principal de su obra, el ensayo no es tarea menor en la carrera de Benet Casablancas, músico y humanista de sólida formación, y una de esas personalidades inquietas y ávidas de saber que, si se traza un mapa de la historia reciente de la música en Catalunya y España, muestra una obra musical e intelectual de gran entidad que le sitúa entre la generación de la posguerra y otras más jóvenes, algunos de los cuales han sido sus alumnos.
Erudito y reflexivo a la vez, después de publicar el muy original El humor en la música, que prácticamente ha agotado su primera edición, Benet Casablancas (Sabadell, 1956) ha ultimado un ambicioso volumen de más de seiscientas páginas que finalmente ve la luz y que conforma un viaje por los Paisajes del Romanticismo musical (Galaxia Gutenberg). Con prólogo de Eugenio Trías y epílogo de Hermann Danuser, este ensayo en el que Casablancas se dirige no solo a melómanos sino a amantes de las artes y la literatura, lleva por subtítulo Soledad y desarraigo, noche y ensueño, quietud y éxtasis. Del estancamiento a la plenitud romántica . Y básicamente aborda la riqueza musical de este periodo que abarca un siglo, el XIX, y va observando la época y la sociedad a la que va vinculada, sin desligarla del resto de los lenguajes artísticos. Ofreciendo perspectivas inéditas sobre una época clave de nuestra tradición cultural.
“Este libro es fruto de los momentos arañados a la composición y la pedagogía, pero muy relacionados con esta última y con la divulgación. Porque toda mi vida, con pequeña pero importante dedicación, ha estado presente la pedagogía –explica el compositor desde su casa de Sabadell–. Alentado por Joan Tarrida, de Galaxia Gutenberg, hace diez o quince años me salió la posibilidad de desarrollar este proyecto. Porque hay una voluntad de compartir y una voluntad expresiva, complementaria de la propia creación musical”. Casablancas lo tenía ya muy adelantado, pero justo cuando entraba en imprenta asumió la dirección del Conservatori del Liceu y más adelante la escritura de la ópera L’enigma di Lea que estrenó en el 2019 en el Liceu con libreto de Rafael Argullol.
El compositor y ensayista llevaba más de una década con este volumen listo, pero la dirección del Conservatorio del Liceu y la ópera 'L'enigma di Lea' aplazaron su saida Xavier Cervera
La cuestión es que con el paso de los años, este proyecto ha ido madurando, con lo que su autor ha acabado revisando, añadiendo y desarrollando algunos puntos. Quería, por ejemplo, dedicar un capítulo específico al siglo XX y XXI, si bien es obvio que es el XIX el centro del canon, la vida de conciertos y óperas, y de una riqueza musical extraordinaria.
Punto de partida
Casablancas se inspira en el historiador del arte Erwin Panofsky y su método iconográfico
“Hablamos de mucho pero en realidad de bien poco, pues son cien años de música”, advierte. Y lo que hice fue inspirarme en un gran historiador del arte, Erwin Panofsky y su metodología iconográfica, porque en el siglo XIX hay unos lugares comunes en todo el arte: la noche, el caminante, el bosque, el éxtasis, lo sublime... Eso lo encuentras en cualquier cuadro pictórico de los grandes artistas románticos. Incluso en Klimt. Y ni que decir de al poesía. La relación entre poesía y música es importantísima. De hecho, todas las artes querían aspirar a la condición de música”.
Esta aspiración tiene una explicación clara: allí donde no llegan las palabras puede llegar la música.
“Quería ver cómo esas figuras tomaban forma en el terreno musical. El claro de luna, por ejemplo, es una figura central en toda narración o poema, pero también en la música, y no sólo en una canción o en un oratorio, obras estas vocales, sino también en la música instrumental. Hay una larga tradición de claros de luna: Beethoven y también en Debussy y Falla, se extiende al siglo XX. Me interesaba ver las imágenes sonoras, estos colores armónicos... Y cómo la figura del caminante de Schubert toma el pie del Allegreto de la 7ª Sinfonía y ya no digamos en el Winterreise . O la imagen solitaria de las Canciones de un camarada errante de Mahler”.
¿Cómo evolucionan, mutan y se amplían estos tópicos a lo largo del siglo, llegando incluso en compositores del XX y XXI?
En eso ahonda Casablancas. incluso llegando a colegas vivos en los que halla referencias claras de aspectos nocturnos o música inmóvil. Y sus ideas sobre el bosque en la poética romántica se corroboran con las ilustraciones que incluyen el libro. En pintura se puede ver la evolución llegando incluso al cine de Fritz Lang y sus Nibelungos , para lo que se inspira en la pintura romántica y en esa plástica en la que envuelve a Siegfried cuando cruza el bosque. Incluso en Hitchcock se ve esta maravillosa continuidad plástica, apunta el compositor.
Seguidor de les grans avantguardes del segle xx, i deixeble de Friedrich Cerha i Karl-Heinz Füssl a Viena, el resultat són obres com les Sis escenes de Hamlet (1989), La Petita música nocturna (1992) o els Tres epigrames per a orquestra (2001). Casablancas també ha estat director del Conservatori Superior de Música del Liceu, Premi Nacional de Música de la Generalitat de Catalunya (2007) i Premio Nacional de Música del Ministeri de Cultura d'Espanya (2013). El compositor català ha escrit assajos com El humor en la música. Broma, parodia e ironía, Un ensayo (Reichenberger, Berlín, 2000) i La música catalana i les avantguardes europees (1916-1938) (Publicacions de l'Abadia de Montserrat, 1999)
¿Cómo se refleja el bosque en música, ese algo sagrado y misterioso? “Hay esa profundidad de color, con inicios de cuerda, con violas y cellos, que tiene un punto maternal. O el magnífico respirar en el bosque... Hablar de bosque y escuchar al mismo tiempo Webern o Wagner es hacer un clic y ver en lo sonoro todo eso que estamos comentando. El sonido de la trompa que evoca el cazador en el bosque y por lo tanto la distancia es una figura metonímica. Por eso Beethoven –prosigue– en la Sonata Los adioses empieza con una figura que imita el sonido de las trompas en el piano, y tiene ese punto elegíaco, de despedida, una figura estilizada. Y en la 9.ª Sinfonía de Mahler ya es una despedida casi de Réquiem...”
Este ejercicio de dar una claves al oyente para que puede disfrutar de la escucha enriqueciéndose con el contexto es el objetivo básico de este libro. Una invitación a que la audiencia se predisponga a ampliar su universo de sensaciones, sin prejuicios. Sólo con la idea de conocer y así poder disfrutar más.
Y si hay un compositor que resuma en sí mismo el universo expresivo del siglo romántico este es Schumann, que hizo algo maravilloso, recuerda el autor. “Se adelanta a Pessoa generando heterónimos. Puede ser Florestan en el entusiasmo, el arrebato y la pasión. O Eusebio en la quietud, la contemplación, el sueño. Dos polos de la expresividad y la poética romántica. Y aún creó un tercer personaje... el Maestro Raro, que trata de hallar el equilibrio entre los dos extremos”.
Las manos de Benet Casablancas en una de sus partituras
Trabajando en una de sus partituras Xavier Cervera
A lo largo del libro, que se ilustra también con obras pictóricas, hay pequeñas y múltiples tramas. Como el Prélude à l’après-midi d’un faune , en la que aparece una cita de un Nocturno de Chopin que es casi literal. O se ve cómo diversas de sus obras guardan similitud con pasajes del último Beethoven.
“Esto nos confirma que la historia de la música es continuidad, profundización y desarrollo, y que todo eso que fácilmente llaman ‘nuevo’ solo hace referencia a aquello que incorpora la tradición pero la hace ir a lugares antes impensables”, añade este compositor que no cree en las revoluciones estéticas.
Hacía falta esa aproximación a la música, poniéndola en diálogo con otras ideas estéticas, como la de lo sublime o el concepto del tiempo. Ese tender puentes entre las diversas formas de pensar la música. “La experiencia de uno mismo escuchando o disfrutando de una obra de arte es única . Nos encontramos con nosotros mismos y cada persona es diferente a todas las demás. Yo propongo un viaje pero está lejos de agotarse”, concluye Casablancas.
MARICEL CHAVARRÍA
La Vanguardia