3/1/2021 |
UN MÚSICO MODERNO
Numerosos aspectos de la música del compositor alemán, a menudo desconocidos por el gran público, lo vinculan con los géneros de masas de nuestro tiempo.
Cuando Chuck Berry cantaba en 1956 su éxito Roll Over Beethoven -cuya traducción literal es "Pasa por encima de Beethoven"-, estaba dando un mensaje a una juventud estadounidense que quería pasar página tras los rigores posteriores a la Segunda Guerra Mundial: olvídate de la ampulosidad de los clásicos, la rigidez académica, la complejidad de las sinfonías aburridas e inacabables y baila. Baila sin parar.
Con este desprecio al compositor alemán (al que, por cierto, suma al pobre Chaikovski), el pionero del rock o más tarde The Beatles -que versionaron el tema en 1963- reivindicaban su derecho a hacer una música popular para una nueva era.
Sin embargo, quizás Beethoven y los cuatro de Liverpool hubieran sido buenos amigos si hubieran coincidido en el tiempo. Siendo eso más bien una exageración, este Beethoven rígido, académico e inaccesible tiene que ver más con una imagen creada a posteriori, cuando el compositor fue canonizado por sus herederos, que a la realidad de un artista que cuenta con notables aspectos que lo vinculan a las músicas populares de los siglos XX y XXI.
Si su capacidad de improvisación nos lo aproxima al jazz; su rebeldía, su show en el escenario e impacto sonoro recuerdan necesariamente al pop y rock, mientras que sus innumerables guiños, versiones y apropiaciones esparcidas por su vasta obra equivalen a los samplers, remixes y mixtapes de nuestra era digital. Nada de ello es exclusivo de Beethoven, pero todo eso también forma parte de él.
“El mundo que vivió Beethoven se parece mucho más al mundo de las músicas populares urbanas actuales, que a lo que hoy hacemos con Beethoven en L’Auditori o en el Palau”. Así de claro se muestra Luca Chiantore, pianista, musicólogo y profesor de l’Esmuc, a la hora de acercarse a la imagen que hoy tenemos del genio de Bonn. Autor de la biografía Beethoven al piano. Improvisación, composición e investigación sonora en sus ejercicios técnicos (Nortesur Musikeon, 2010); Chiantore recuerda que en la Viena de Beethoven no existía la diferencia que hay hoy entre compositor e intérprete.
“La gente iba al teatro para ver qué show se marcaba Beethoven y, para la mayor parte del público, quién había compuesto la música era secundario. Eso ocurre hoy con los conciertos de Lady Gaga, ¿a quién le importa quién ha escrito sus canciones?”, reflexiona el musicólogo, que añade que los conciertos de Beethoven eran espectáculos únicos, en los que el intérprete jugaba con el público, que a su vez respondía con gritos, vítores, risas o incluso rechazo. “Había una interacción real, que es lo que ha ocurrido siempre en el jazz, en el rock o en el flamenco, y nada tiene que ver con la actual forma de ver la clásica”, subraya.
La improvisación era solo una parte de ese show. Aunque alerta de la dificultad de “hacer analogías entre distintas épocas”, Chiantore mantiene que el modo de improvisar del compositor se parece al de los jazzeros del XX, porque “creaba en el momento a partir de patrones e ideas previas que ya había elaborado”. La improvisación no se limitaba a sus conciertos para piano ante público reducido, sino que incluso se podía disfrutar en sus conciertos con orquestra, aunque obviamente de forma mucho más reducida y pautada. “Esto le acerca a cómo encajaban las improvisaciones en las big bands del swing”, añade Chiantore que, sin embargo, ve más semejanzas entre Beethoven y la revolución del bebop en el mundo del jazz.
“Charlie Parker y los jóvenes del bebop se rebelaron contra una música para entretener a blancos -mantiene-, mientras que Beethoven abandonó los rígidos patrones de la música para entretener a la nobleza. Ambos apoyaron su rebeldía en una gran creatividad y experimentación, más improvisación y más complejidad en el lenguaje musical”. En este sentido, resulta curioso como en la primera mención de la historia a Beethoven, se habla de él como el músico de Viena capaz de tocar el piano a más velocidad y no como el compositor que hoy todos conocemos.
Resulta curioso escuchar cómo en el segundo movimiento de la Sonata para piano nº 32, la última que compuso, el tema va acelerando y tomando un tono más saltarín a ritmo de swing, en un pasaje que recuerda indudablemente un ragtime de Scott Joplin o un boogie-woogie tocado por Albert Ammons, y sitúa a Beethoven, aunque solo sea por un momento, como una especie de jazzmen avant-la-lettre. ¿Viajó en el tiempo el genio de Bonn? Probablemente no, pero escuchando este fragmento, nadie puede estar seguro
Es precisamente ese carácter rebelde de Beethoven y de su música lo que siempre lo ha acercado al rock. Parte de la imagen que nos ha llegado del compositor parece profundamente rockera: carácter indomable y autodestructivo, quiebra con la tradición… incluso su imagen física (¡qué decir de esa melena!) ha contribuido a ello. “En este arquetipo está Beethoven pero no solamente. Cuando pensamos en el virtuosismo de los guitarristas del rock, hay más de Paganini que de Beethoven; y si pensamos en las groupies de las primeras filas y el artista que juega con su sexualidad, entonces hablaríamos más de Litsz”, aclara Chiantore, que en este caso relativiza más el parecido del compositor de Bonn con los rockeros contemporáneos y lo achaca más a una mitificación posterior.
Abunda en esta idea el también musicólogo y compañero de maestría en la Esmuc, Rubén López Cano: “Se construyó un relato de un Beethoven sufriente y atormentado para crear un ídolo, como ha ocurrido con los músicos malditos del jazz y del rock. La construcción del mito beethoveniano se parece mucho a cómo se construyó la imagen de Elvis Presley o Jimi Hendrix y, en este sentido, inaugura una tradición, aunque el propio Beethoven no tenga nada que ver”.
1972-24407. Las Vegas (United States), 08/03/1972.- A handout photo made available by the Las Vegas News Bureau on 19 March 2017 shows US musician Chuck Berry performing at the Las Vegas Hilton in Las Vegas, USA, 08 March 1972. According to a statement by the St. Charles County Police Department on 18 March 2017, Chuck Berry has died at the age of 90. (Estados Unidos) EFE/EPA/GARY ANGEL/LAS VEGAS NEWS BUREAU HANDOUT Mandatory credit: GARY ANGEL /LVNB via european pressphoto agency HANDOUT EDITORIAL USE ONLY/NO SALES/NO ARCHIVES
Chuck Berry popularizó 'Roll Over Beethoven', un tema que certifica el cliché de Beethoven como músico sesudo y aburrido EFE
De hecho, la visión del Beethoven ídolo de masas que aún se ofrece en algunas biografías no se correspondería con la realidad: el alemán no fue un músico famoso más allá de Viena. “Lo más parecido a los músicos de masas de nuestros días eran los cantantes de ópera, los castrati, y algunos compositores también de ópera, como Rossinni”, subraya Chiantore.
En lo estrictamente musical, las conexiones con el pop-rock son escasas pero significativas. El documental alemán A World without Beethoven (DW Classical, 2020) bautiza las cuatro primeras notas del archifamoso arranque de la Quinta sinfonía como el primer riff de la historia: un antecedente de (I Can't Get No) Satisfaction, de los Rolling Stones, Smoke On The Water, de Deep Purple, o de Seven Army Nation, de The White Stripes.
Beethoven habría inaugurado así la tradición de un brevísimo motivo musical de impacto y fácilmente memorable, que después el rock llevó hasta las últimas consecuencias. López Cano no niega cierta relación, pero alerta ante estas comparaciones: “El arranque de la Quinta de Beethoven es un tema que el compositor desarrolla y varía de mil maneras a lo largo de la sinfonía; un riff es algo que se repite en la canción siempre igual”.
Los expertos consultados ven otras conexiones menos forzadas. Sin salir de la quinta, Chiantore ve el citado arranque como algo absolutamente novedoso e innovador para la época. “Un vienés escuchaba esto y no entendía nada; era totalmente nuevo para él”, subraya el profesor, que compara este tipo de experimentos rítmicos y sonoros con los que grupos del rock sinfónico (no debe ser casualidad el nombre) como Pink Floyd o King Crimson hicieron casi dos siglos después. “Estos altos y bajos, esta música que evolucionaba y te transportaba de un sitio al otro y que experimentaba con efectos para impactar, si a algo se parece es a las bandas que fueron más allá de la canción de 3 minutos y crearon los álbumes conceptuales”, concluye. También sin salirnos del rock, López Cano ve en las sinfonías de Beethoven el inicio de una música que desarrolla “lo épico y lo heroico”. Una música “impulsiva” cuya tradición en el pop se recoge sobre todo en las bandas sonoras para el cine, pero también en estilos como el rock sinfónico y progresivo o el heavy metal.
Influencia en el rock sinfónico
Sobre la relación de Beethoven y el rock sinfónico, el documental de la DW alemana también tiene algo que decir: a juicio de muchos expertos, el ciclo de leader An die ferne Geliebte, un conjunto de poemas cantados ligados por una música de piano que no cesa en ningún momento -una innovación por aquel momento- es un antecedente de los álbumes conceptuales de los años 60
Pero si hay algo que acerca a Beethoven con la actualidad es su excelencia en el arte del sampleo, es decir, la toma de un fragmento musical o sonido ya grabado para reutilizarlo en una nueva pieza. Obviamente el compositor alemán no podía hacer estrictamente eso: en su época no había la capacidad tecnológica para registrar música. Pero lo que sí podía hacer e hizo constantemente es reciclar piezas anteriores para darles un nuevo significado en sus numerosas obras, lo cual, subrayan los musicólogos, para nada desmerece su creatividad.
“En sus creaciones podía incluir una canción infantil, una canción popular, incluso una melodía creada por un compositor anterior para ‘mejorarla’”, indica López Cano, experto en este tipo de collages y autor de Música dispersa. Apropiación, influencias, robos y remix en la era de la escucha digital (Musikeón, 2018). “Era algo común entre los compositores de la época y, de hecho, de todas las épocas. En su caso, recicla de todo de la música popular y tradicional, y la mete en sus obras para hacer estos guiños que además eran conocidos por sus contemporáneos”, agrega. De esta manera, “si Beethoven retoma fragmentos de la tradición de Mozart o Haydn para darles un nuevo significado; un chaval del Bronx en los 80 recurre para su rap a partes de James Brown o a Stevie Wonder. La única diferencia es que los segundos lo pueden grabar”.
Ejemplos hay numerosos. El famoso tema del Himno de la alegría de su novena sinfonía no deja de ser un desarrollo de una melodía que aparece en la obra Misericordias Domini, K.222, de Mozart. En este caso, no se sabe si fue consciente por parte del Beethoven o no. En cambio, sí que lo hizo con intención en el caso del segundo movimiento de la Sonata en do menor K. 457, también de Mozart, y cuya idea principal retoma para darle un significado más profundo en el segundo movimiento de su Sonata Patética. Otro ejemplo es la canción infantil francesa Mambrú se fue a la guerra, cuya melodía aparece tal cual en la obra orquestal La victoria de Wellington, con la que Beethoven quiso celebrar el triunfo del duque sobre las fuerzas napoleónicas. También están documentadas numerosas melodías en sus obras que son en realidad danzas campesinas del folclore alemán, y que se recogen en cancioneros populares.
Para López Cano, es importante subrayar que por aquel entonces “los músicos eran profesionales”, de manera que podían componer tanto para la nobleza como en otros contextos más mundanos, como canciones para sus alumnos, arreglos de todo tipo o incluso para bandas. “Probablemente hoy Beethoven estaría componiendo música para películas, para videojuegos, grandes obras para conciertos, arreglos para música pop, etc.”, mantiene.
Además, no existían los derechos de autor como los entendemos ahora. “Era una cultura oral y la idea de que la obra de arte tiene que ser pura y original se asienta más avanzado el siglo XIX. Las leyes actuales de propiedad intelectual, que discuten sobre una melodía o un fragmento, no hubieran valido para esos compositores”. Todo ello explica tal cantidad de guiños y apropiaciones.
Habiendo sido un sampleador (o versionador) tan refinado, no debería parecernos tan extraños los guiños dedicados a Beethoven por parte del pop-rock. Desde el pastiche disco A fifht of Beethoven, de Walter Murphy (1976), incluido en la banda sonora de Saturday Night Fever, hasta el sampleo de Para Elisa en I Can, del rapero Nas (2002) -por cierto, la autoría de esta pieza está discutida por el libro del propio Chiantore- o el elegante homenaje doo-wop a la Patética que le ofreció Billy Joel con This Night (1983). Sin olvidar, por supuesto, el tributo que unos Beatles ya más maduros brindaron a la Sonata Claro de Luna con el inolvidable Because del álbum Abbey Road (1969). Quizás al final la música es siempre un diálogo entre épocas y Chuck Berry no tenía tanta razón.
JAUME PI
La Vanguardia