22/12/2020 |
https://www.abc.es/cultura/musica/abci-symphony-o-como-sentirse-medio-orquesta-sinfonica-202012220129_noticia.html
La Fundación «la Caixa» trae a Madrid su proyecto de realidad virtual que protagoniza el director venezolano Gustavo Dudamel
Sentirse en el centro de una orquesta rodeado de músicos y bajo la batuta de uno de los grandes directores de nuestros días: Gustavo Dudamel. Eso es lo que podrán experimentar los visitantes de «Symphony», un proyecto de realidad virtual creado por la Fundación la Caixa que acaba de desembarcar en Madrid después de iniciar su andadura en Barcelona y Santander, con un objetivo claro: acercar la música clásica al gran público.
Dos trailers albergan «Symphony», «aparcada» estos días a unos metros del Palacio Real. Estará allí hasta el 19 de enero y, según Elisa Durán, directora general adjunta de la Fundación La Caixa, la intención es que durante los próximos diez años visite un centenar de ciudades españolas y la visiten más de 200.000 personas (suponiendo que las restricciones motivadas por la pandemia desaparezcan). Se trata de una experiencia sensorial dividida en dos partes. En la primera los espectadores pueden ver una película panorámica en la que a través de tres jóvenes se viaja desde la orilla del Mediterráneo, el bullicioso Manhattan y los campos colombianos hasta el Gran Teatro del Liceo de Barcelona; desde los sonidos de esos tres entornos hasta la armonía de la música.
Y ya está el visitante preparado para la experiencia de sentarse -mediante la realidad virtual- en medio de una orquesta, rodeado por violines, chelos, trompas, flautas... y demás miembros de la familia orquestal. El venezolano Gustavo Dudamel -la fundación que lleva su nombre, y que copresiden él y su mujer, la actriz María Valverde- es el maestro de ceremonias en una película que dura 12 minutos. Los celebérrimos primeros compases de la Quinta Sinfonía de Beethoven se escuchan -y se ven- como nunca antes, con los músicos de la Mahler Chamber Orchestra -en la que se han incrustado cuarenta y un jóvenes instrumentistas de veintidós países- soplándote en el cogote (literalmente). «Es algo mágico», dijo ayer en la presentación celebrada en el Teatro Real Gustavo Dudamel, al que le es imposible disimular la emoción que siente ante este proyecto. Lo califica de «sociotransformador, porque demuestra el poder transformador de la música, más allá del mero entretenimiento. A mí, esta experiencia me ha cambiado como músico». Y sobre que proyectos así puedan ser únicamente «fuegos de artificio» que ahoguen su contenido, dice el músico que «debemos usar todos los recursos para acercar las distintas artes a los jóvenes. Disney lo hizo con «Fantasía» y Leonard Bernstein con sus Conciertos para jóvenes. Con ellos llamó la atención de un público que todavía hoy acude a las salas de conciertos. Y es fascinante poder usar todos los recursos tecnológicos a nuestro alcance no simplemente para llamar la atención con propuestas más o menos atractivas, sino para dar accesibilidad al arte».
No solo permite «Symphony» meterse en el centro de una orquesta, sino que también introduce al espectador en el interior de un violín y sentir desde allí la vibración de sus cuerdas; o ver como se deconstruye una trompeta. «Yo soy violinista -dice Dudamel-, y nunca me imaginé poder estar dentro de un violín, donde hay una pequeña, pero fundamental para el sonido, llamada alma». Y sigue: «para convertir los sonidos en música se utilizan la madera y el metal. Pero se necesita un tercer elemento: el alma». «Es donde la música nos habla», interviene Igor Cortadellas, guionista y director de «Symphony»
En la locución de la película, dice Dudamel que hace trescientos años se alcanzó la perfección en la construcción de los instrumentos y hoy en día, con todos los adelantos tecnológicos, nadie ha conseguido encontrar el secreto para superarla. Quizás por eso «Symphony» le da protagonismo a un lutier, David Bagué, al que se ve creando con mimo un violín. «Igual que se hacía en el siglo XIX», apunta Dudamel.
Un contraste, sin duda, con la realización del proyecto, en la que se han empleado cuatro años, y para el que se han utilizado tecnologías que no existían cuando se concibió. La parte central, la intervención de la orquesta, se grabó en el escenario del Liceo barcelonés con una sola cámara que graba en 360º, y que se colocó en distintas posiciones -hubo así que repetir varias veces los mismos compases-. «Estábamos tan adelantados, que tuvimos que crear incluso un prototipo para poder ver lo que grabábamos; y solo lo podía ver, una vez, una persona», cuenta Cortadellas».
Imposible abstraerse a la situación actual. Elisa Durán asegura que ha habido que «reorganizar el proyecto para garantizar la seguridad y la confortabilidad. Esperamos que el público se olvide del virus durante cuarenta minutos», concluye.
Julio Bravo
Abc