19/11/2020 |
https://www.abc.es/cultura/musica/abci-benet-casablancas-tejido-relaciones-entre-artes-mas-valioso-tradicion-humanistica-europea-202011181818_noticia.html
El compositor publica «Paisajes del Romanticismo Musical», «cartografía» de los lugares comunes que definen esa época creativa
El compositor Benet Casablancas ha publicado «Paisajes del Romanticismo Musical» (Galaxia Gutenberg), un volumen extenso e intenso en el que relaciona la música con otras disciplinas artísticas, especialmente pintura y literatura, para ofrecer lo que define como «una cartografía» de los lugares comunes que definen esa época creativa. Además, resigue su estela por sendas que pueden llevar hasta Hitchcock e incluso «Juego de tronos». Premio Nacional de Música en 2013, Casablancas se ha consolidado como uno nuestros autores con más proyección internacional. La semana pasada, sin ir más lejos, se organizó un concierto monográfico con su música en Japón, país con el que ha establecido un vínculo creativo en los últimos años.
Oiga, el libro se titula «Paisajes del Romanticismo», pero las primeras cincuenta páginas están dedicadas a Haydn, y las veinte siguientes a Mozart.
¡Y las últimas cincuenta páginas llegan al siglo XX e incluso al XXI! Haydn fue definido como Romántico por el escritor y crítico E.T.A Hoffmann. Si a Haydn algunos de sus contemporáneos ya lo leían como un compositor romántico, imagínese el Mozart de Kierkegaard, que lo lee casi como un compositor expresionista. Me parecía muy coherente empezar con las raíces inmediatas, si no incluso superpuestas del movimiento romántico del siglo XIX, y también ver la continuidad que muchos de estos elementos, figuras, motivos, tópicos, tienen incluso hasta el día de hoy.
Es fascinante pensar en los pocos años que separan al mejor Haydn del Beethoven revolucionario, son prácticamente dos mundos diferentes que se solapan.
Es una floración dorada, hay momentos en los que una serie de fuerzas estallan de una manera impresionante. A mí me ha costado no caer en la tentación de alargar aún más el libro. Uno tiene que saber limitarse, pero me interesaba transmitir al lector esta idea de continuidad histórica, sea músico o tenga interés por la música, la literatura o la pintura. Intento establecer una cartografía de los lugares comunes, los motivos, las figuras que definen la música en este periodo.
¿Por qué le parece tan importante dedicar un libro a estos hilos que unen diferentes disciplinas?
Si oigo un bajo cromático como el del «Crucifixus» de la Misa de Bach, yo pienso en las «Pietà» de su época, con el Cristo en los brazos de la Virgen. La música tiene los mismos estímulos estéticos que el resto de artes de su tiempo. Si nos centramos en lo puramente técnico, la forma de ocuparnos de la música acaba resultando reduccionista. Eso es necesario hacerlo en un conservatorio superior, pero si hablamos de disfrutar, entonces es natural que incluyamos otras claves. Lo decía Goethe: la música no necesita que la traduzcamos con palabras, pero si se pone esfuerzo y la intentamos analizar y reflexionamos a fondo sobre ella, se disfruta aún más.
Leyendo sus análisis y sus reflexiones sobre otras disciplinas me ha parecido sentirme como si estuviese en una de sus clases de composición.
Pues lamento decepcionarle porque en las clases no uso nunca nada más que las partituras con mis notas. En el libro, en cambio, trabajo de una manera diferente. La manera de preparar estas partituras, de guiar las audiciones, de hablar de cuestiones históricas, estilísticas, de temas que no son puramente musicales… Todo este tejido de relaciones entre artes es lo más valioso que tenemos en la tradición humanística europea.
¿Qué le impulsa a escribir libros, además de componer?
Me ayuda ordenar el pensamiento. Mis libros y mis escritos son consecuencia de mi actividad pedagógica, que siempre me ha parecido una actividad muy enriquecedora. Además, hay una cierta deuda moral con la gente joven, hay que ayudarlos aunque sea con un granito de arena. Todo esto ha sido para mí una manera de aprendizaje personal y una manera de responder a la sociedad y a las nuevas generaciones. Como fruto de todo esto, los libros se han ido escribiendo solos.
Hombre, este son más de seiscientas páginas. Solas no se habrán escrito.
El libro lo empecé hace mucho tiempo. Lo tenía casi a punto de ir a la imprenta, pero entonces asumí la responsabilidad como jefe de estudios del Conservatorio del Liceo. Lo fui doce años. El libro quedó aparcado, pero siempre iba tomando notas. Una vez estrenada la ópera «L'enigma di Lea», que supuso tres años de aislamiento absoluto, pensé que era el momento de retomarlo. El confinamiento lo pasé corrigiendo pruebas, ya que hay muchos ejemplos musicales que he seleccionado yo mismo, e incluye también una amplia selección de pinturas. Es mi proyecto más importante y más ambicioso, después de la ópera.
En algún pasaje no he podido evitar preguntarme si habla un determinado compositor o si, en el fondo, habla de usted mismo, de su manera de entender la música.
No hay ninguna voluntad de llevar el tema del libro a mi terreno. Los autores que aparecen no quiere decir que sean mis favoritos, aunque todos ellos creo que son del gusto de muchos lectores. Que me guste Schubert no es ninguna cosa especialmente original. Hay figuras que han construido la casa en la que habitamos gente muy diversa. La selección responde a los autores y obras que me parecían que encajaban de manera más clara en este viaje. Ahora bien, en el tono, la manera de expresarme, los comentarios, la selección, el énfasis en determinados aspectos, soy yo, por supuesto. No soy dos personas. Me habría costado mucho escribir sobre música que yo no amase, lo que no quiere decir que la selección sea mi canon. De hecho, al revisar el libro, una vez ya estaba escrito, tuve sorpresas.
Pep Gorgori
Abc