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Nanette, la fabricante de pianos que supo susurrar a la sordera de Beethoven

10/11/2020 |

 

https://www.larazon.es/cultura/20201110/ufuwyjx3s5ctzmghv35ca2ndmi.html

Además de una importante pianista y empresaria de la época, «fue una de las amigas más antiguas y sinceras de Beethoven», según el también músico Vincent Novello. En 1812, Nanette construyó en Viena una sala de conciertos de 300 asientos que se convertiría en el centro musical de Austria

¿Fue la música la que rescató a Beethoven de la locura? ¿O esta se acrecentó a cada nota que plasmaba en una partitura? Se conoce del pianista que fue uno de los más grandes compositores de la historia de la música clásica. Pero también se entiende que su ingenio era tan bestial como su genio, un carácter que no era hueso fácil de roer. Esto lo comprueba todo músico que se acerca a su obra, así como todo oyente que recibe la ira de sus sinfonías, todo espectador de «Copying Beethoven» o todo curioso que haya leído sobre su vida. No obstante, hay una figura que, hasta ahora, ha permanecido en la sombra y que fue clave para Beethoven tanto en su carrera artística como en sus peculiares episodios personales. Una mujer que fue punto de apoyo del músico para aliviar su furia ante su inminente pérdida de oído y que le proporcionó herramientas e inspiración a la hora de hacer sonar el teclado.e

Nanette Streicher fue «una de las amigas más antiguas y sinceras de Beethoven», escribió el también músico Vincent Novello al margen de un boceto original de «Hammerklavier» –almacenado en la Morgan Library & Museum de Nueva York–, una de las sonatas para piano más ambiciosas del compositor alemán. Al igual que el músico, Streicher nació en Alemania y murió en Viena, donde se mudó cuando heredó la empresa de su padre, Johann Andreas Stein, un importante fabricante de pianos.

Nanette creó los pianos Beethoven, especiales para que compensaran su sordera y fue testigo de las paraonias y crisis del pianista: le pedía que se ocupara de su ropa, que arreglara sus calcetines, le comprara comida o productos de limpieza. Incluso le llegó a confiar sus miedos de que sus criados querwían envenenarle. De esta manera, Streicher se convirtió no solo en una líder de la construcción de pianos –producía de 50 a 65 instrumentos de calidad al año–, sino que también dio con un audífono en forma de instrumento para el compositor y ocupó el papel de guardiana: le conseguía alojamiento cada vez que, por su genio o falta de higiene, algún casero le echara de donde vivía.

Nanette también impresionó a Haydn, e inclusó llegó a recibir elogios del puntilloso de Mozart: vio tocar a la pianista cuando ella tenía 8 años y, aún criticando sus gestos y muecas, aseguró que podría alcanzar el éxito en la música. Así, Nanette arrasó como pianista y con su negocio de construcción de pianos en Viena. De hecho, en 1812, construyó lo que se convertiría en el centro musical de la capital austríaca: una sala de conciertos de 300 asientos, junto a otra donde exponía sus pianos. No obstante, hasta ahora no se ha rescatado su figura ni se ha valorado su capacidad de liberar a Beethoven de la locura para apoyarle a la hora de hacer historia con la música 

Concha García
La Razón

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