7/10/2020 |
https://www.lavanguardia.com/musica/20201006/483878487303/francesco-tristano-piano-clasica-tecno-palau-de-la-musica.html
El pianista que ama la clásica y el tecno interpreta ‘Cuadros de una exposición’ en el Palau de la Música
Francesco Tristano: “La melodía infinita de Bach me hizo sobrevivir al confinamiento”
En Barcelona los artistas de kilómetro cero pueden resultar muy internacionales, y prueba de ello es que, cuando a causa de la pandemia el Palau de la Música Catalana ha necesitado sustituir al estelar pianista islandés Víkingur Ólafsson, ha sido suficiente con llamar al luxemburgués Francesco Tristano, quien vive a caballo entre la capital catalana y el Gran Ducado.
Figura vanguardista del piano y la composición, que abraza por igual la clásica y la electrónica, Tristano está más asociado a espacios como el Sónar y el Sit Back de L’Auditori, donde en el 2019 presentó su último disco, Tokyo Stories . Hoy ofrece (20 h) el que es su primer recital clásico en Barcelona en años, con Bach y con los Cuadros de una exposición de Mussorgski previstos en el programa. Llegará en bicicleta, comenta, “aunque usaré visera porque he aprendido que no puede darte el sol si luego has de exponerte al termómetro de pistola”.
Es tu primer gran concierto en Barcelona desde el confinamiento, aunque en verano tocaste para el Liceu en Casa Seat. ¿Qué tal te sienta esta sustitución?
Estoy encantado. He coincidido ahora con Víkingur en Alemania, pero él lo tiene complicado para venir, por la cuarentena que le impone su país al volver de España. También yo estuve primero en Luxemburgo y tuve que hacerme el PCR para entrar en Alemania. Luxemburgo también es bestia negra. ¡No nos permiten entrar en Suiza, imagínate, el país con el que hay acuerdo umbilical de secreto bancario! Las instituciones culturales están afectadas por la pandemia, viajar no es como antes y no creo que se arregle en mucho tiempo. En cuanto a apoyarnos en artistas locales, es relevante... porque es algo que se había perdido.
¿Pasaste el confinamiento en Barcelona?
Sí, para estar con mi familia. Aquello fue un antes y un después para la gente que lo vivimos en Catalunya y España. Hay un trauma colectivo que llevará años digerir. No he estado muy productivo, ni positivo, no soy muy optimista con lo que vendrá en la escena cultural en los próximos meses, pero sí que he tocado mucho Bach: estudié las Seis Suites inglesas, las memoricé, las hice en livestream y estoy agradecido de poder tocar la Sexta en el Palau, porque es la música de mi confinamiento, la que me hizo sobrevivir a esta locura. Me pude encerrar con las partituras de Bach y esa melodía infinita que nunca se acaba y que te da un motivo para seguir... El recital seguirá con una Galliarda de John Bull (una danza casi prebarroca de la que hice una versión para piano) más una especie de Passacaglia mía. Y para completar, los Cuadros que proponía Vílkingur, pieza que adoro y que hacía mucho que no tocaba.
Te acercas a la clásica insuflándole groove (sensación rítmica). Pero hay períodos en que es difícil...
¡La clásica está llena de groove! La barroca es todo baile y movimiento, y también lo hay en la contemporánea. Tal vez en el siglo XIX eso desaparece por motivos de cantabile o rubato, con una polifonía que se hace más monofonía de la mano derecha y acompañamiento de la izquierda. Pero Bach es muy groovie, recordemos grabaciones de Glenn Gould o Jordi Savall. Y sí, yo le doy una capa extra.
¿Y cómo suena tu Mussorgski, siendo una obra de 1874?
Hago la versión original de Cuadros de una exposición, una obra que tuvo muchas formas: la más famosa ha sido la orquestada por Ravel y desde entonces los pianistas vuelven a la partitura y le cambian cosas. Horowitz hizo una versión con bastante ornamentación propia. A mí me fascina tal y como es: minimalista, poco pianística, casi una partitura barroca. La Promenade tiene una parte de armónico y funcional bastante cruda. Hay partes groovie como el Ballet de los polluelos, y otra visionaria en que parece que el tiempo se detiene. Juega mucho con la relatividad, los contrastes espacio-tiempo son casi de ciencia ficción, me fascinan. Es un contraste interesante respecto al Romanticismo, por algo la partitura no se hizo popular hasta mucho más tarde y la gente ha tenido necesidad de hacer versiones propias. Yo la tocaré tal cual. Es un ejercicio de estilo y de paciencia pues hay varios problemas de la partitura que uno resuelve con diligencia. No parece que sea para piano, va más allá de las 88 teclas. Por eso supongo que Ravel la orquestó.
¿Está listo para esa crítica que a veces le acusa de intrascendente por su reelaboración de la clásica?
Lo importante es que la clásica no sea un juego de rol del pasado. Su es eso no me interesa, porque vivo en el 2020 y porque toda la música, aunque ahora se llame clásica, fue en su tiempo contemporánea. Mozart nunca escribió una sonata clásica, ni Beethoven una sinfonía clásica. Hizo lo más vanguardista posible. A los compositores no les interesa escribir en un estilo del pasado, a no ser que sea un pastiche o un ejercicio de estilo. Para mí está muy viva la clásica, tanto como el tecno y como todas las músicas. No está muerta: es de actualidad y de relevancia. Y en los últimos veinte años ni siquiera las instituciones y las discográficas quieren que se comunique una imagen retro, no es un juego de rol. Lo ha sido durante un siglo, desde que llamamos clásica a la clásica.
¿Qué supones que pasó?
Igual entendimos mal que todo alrededor debía ser como en el pasado. Una música tan visionaria como la de Mussorgski suena increíble en el Palau pero también lo haría en el CaixaForum. La arquitectura no va para atrás, va para delante y necesitamos a los ingenieros acústicos y a los arquitectos para crear estos espacios. A mí el juego de rol de tocar en una sala antigua vestido con frac no me ha interesado nunca. A mí me gusta ponerla en contexto contemporáneo, y no es para ilustrar lo antigua que es, al contrario: la pones una yuxtaposición con dos compositores distantes en el tiempo y ves cuán contemporáneo suena el compositor de hace 300 años. Hay puristas que dirán lo contrario y tal vez también los necesitamos, pero yo no lo soy. Para empezar, yo no tocaría Bach al piano si fuera purista, porque nunca existió el piano para él. Hay que ser consecuente y yo intento ser lógico en mi manera de hacer... El programa del Palau le hace justicia a lo que digo, porque interpreto a mis grandes amores… Bach y la música antigua, y una composición mía y una obra del repertorio pianístico clásico que tiene un potencia de visión futurista.
¿Utilizas el pedal en Bach?
No, él tampoco tuvo opción porque no existía, y ademas es problemático para la polifonía. Nos ayuda pianísticamente pero para el contrapunto es un obstáculo. Hay pianistas, de todos modos, que lo saben hacer...
La gente recuerda tu Consagración de la primavera de Stravinski, con Alice Sara Ott, o tu Bolero de Ravel… Un escándalo.
Tuvimos críticas buenas, lo que pasa es que ya la Creación fue un escandalo en su misma cuando la estrenó Stravinski. A Alice y a mí nos gustó esa faceta de escándalo y queríamos tratarla en nuestra versión como si fuera música actual. De todos modos, como este álbum ya es del 2014, el mundo era ya muy distinto, primero grabamos y luego giramos por el mundo. Lo tocamos unas 40 veces y creció mucho nuestra versión, tomó muchas dimensiones. Hace 50 años se hacia al revés, incluso los artistas de rock tocaban antes una set list de gira mundial y luego grababan. Fíjate que el escenario nos permite realmente crecer con una partitura. Podemos estudiar, grabar, streamear, analizar, pero hasta que no se toque varias veces en un escenario es muy difícil penetrar en todo detalle en una partitura.
¿Echas de menos las giras en esta pandemia?
No echo de menos los aeropuertos ni los aviones, viajar no es confortable, pero que durante tres o cuatro meses no hubiera escenarios con artistas tocando fue un trauma. Llevaba muchos meses esperando tocar en escenario. Se ha abierto con cuidado, los escenarios clásicos son muy seguros, y la electrónica no lo es, no hay que volver aun a la cultura de club y de grandes festivales. Hay que esperar. Mejor sera la vuelta cuanto más esperemos. En Italia tuvieron que cerrar.
¿Cómo ves el futuro escénico inmediato?
El futuro va a ser eso, actos presenciales con aforo limitado y abiertos al mundo en streaming, es una formula que se puede desarrollar y hay herramientas por descubrir y explorar, pero no veo que un livestream pueda sustituir un concierto físico. Porque lo importante es la sensación de estar en un sitio y vivir un estado excepcional, unos artistas en el escenario que comunican. Eso no lo he notado ni tocando en casa para mi público en livestream ni mirando en mi sofá un ordenador. La magia del concierto en vivo no se puede sustituir.
Siempre explicas que estando en Nueva York, en la Juilliard school descubriste el tecno, pero ¿de donde viene esta capacidad de no ver fronteras entre las músicas?
Yo crecí en una casa donde sonaba mucha música clásica pero también Pink Floyd y músicas del mundo: África, Asia, cantos búlgaros, música electrónica, Jean-Michel Jarre, Kitarō… crecí con muchos sonidos diferentes. Y hay fotos mías con un piano en la mano derecha y un teclado en la izquierda. Es lo que hago hoy. Soy fiel a mi mismo. Quería asimilar todos los sonidos. Juilliard en Nueva York fue una experiencia increíble, pero es un conservatorio, lo que hacen es conservar un arte y fue tarde cuando se abrió al jazz… yo ya era estudiante, en el 2000, cuando eso sucedió y ya muchos conservatorios en el mundo tenían sección de jazz. Pero lo que me abrió fue la ciudad de Nueva York, tenías una escena cultural bestial, cosa que ahora ya no existe. Me abrió muchas puertas, entendí que había muchas más cosas, descubrí la música electrónica que fue la que realmente me inspiró para cambiar alguna percepción de la música contemporánea.
¿De dónde viene tu apellido italiano?
Mi abuela era italiana pero Luxemburgo tuvo una fuerte inmigración italiana a principios del siglo XX. Mi familia hizo ruta vía Francia buscando trabajo, y allí había industria de hierro muy fuerte que ahora ya ha desaparecido. Pero tengo una filiación muy especial con Italia, me siento más italiano que el 25% que soy.
¿Y en Catalunya cómo vives el conflicto territorial?
Como un outsider. Lo importante es que los catalanes se puedan pronunciar en un referéndum legal y a partir de ahí ver cómo seguir, porque con la crispación tan fuerte que hay es difícil ver una solución. Ahora la pandemia es bastante más urgente, pero ahí veo que Europa esta totalmente desposeída, no existe, están cerrando fronteras, no hay protocolo ni prevención ni sistema de nada. Es una improvisaron que me hace perder bastante la fe, pero al final ¿qué es Europa? Es una unión de estados soberanos. Y es lo que es. Cada uno hace como quiere, y no hay ningún programa paneuropeo de información y prevención. Lo que habría podido ser la última gran idea política del siglo XX se esta evaporando. Me preguntan si soy pro europeo... es que yo soy europeo. Y pensaba que este continente tenía eso increíble, con tantos territorios definidos por su cultura y su lengua, por los que me encanta poder viajar sin pasar frontera ni cambiar dinero. Pero se esta quebrando. Ha sido una buena idea, pero no se puede tener una alianza financiera si no la hay política.
MARICEL CHAVARRÍA
La Vanguardia