4/11/2016 |
Durante la presentación de «Le nozze di Figaro» en el Liceu, cuyo estreno será el lunes, el ausente director de escena del espectáculo, Lluís Pasqual, se transformó en uno de los protagonistas. El director del Lliure excusó su presencia con una carta en la que explica que se encuentra enfermo, pero se le esperaba para que aclarara unas declaraciones realizadas en julio en un diálogo con Antonio Monegal publicado en el diario «La Vanguardia» y en la publicación cultural «Hänsel i Gretel» en las que cargaba contra el género operístico y contra el Liceu: «Creo que Mortier fue el único que consiguió convencer a alguien de que la ópera era un arte contemporáneo. Yo creo que no lo es. Me parece que es un arte de anticuario, una cómoda del siglo XIX estupenda que la puedes pintar azul y hacer pop. Los dineros de la ópera son muy difíciles de justificar. El Liceu tiene 47 millones y acaba haciendo “La Traviata” y “La Bohème” porque son populares y se lo podemos vender a los turistas... Entonces, quizás que cierren, ya me sabe mal, pero...». La directora artística del Liceu, Christina Scheppelmann, salió al paso de la controversia afirmando que ella, en alguna ocasión, también ha dicho «alguna barbaridad», aunque se apresuró a aclarar que «un teatro de prosa tiene muchas ventajas ante uno de ópera a la hora de montar propuestas contemporáneas. Con tres actores y algunas luces ya puedes poner en escena un texto actual. La ópera es muy distinta». Polémicas aparte, el Liceu recupera la propuesta de Pasqual, con escenografía de Paco Azorín, estrenada en el Gran Teatre en 2008 y repuesta en 2012, con Josep Pons en el podio. «No está de más recordar –apuntó el maestro respecto de la partitura– que nunca con tan poco se había dicho tanto. En la época del Barroco todo era mucho más complejo.Con Mozart los cambios se suceden y todo está en la partitura. Siempre hay un pequeño gesto (una articulación, una nota ligada) que hay que saber comprender e interpretar para crear emociones. Con ello Mozart eleva su música al nivel de la divinidad». La soprano catalana Elena Copons debutará en este montaje el papel de Susana: «Es increíble ver cómo las palabras se transforman en música en la obra de Mozart; los personajes están muy bien perfilados y el libreto –de Da Ponte– es de mucha calidad». La mezzo Anna Bonitatibus, en cambio, lleva dos décadas cantando el papel de Cherubino, y en este, su debut liceísta, lo hará por última vez. Para la ganadora del primer concurso de canto Jaume Aragall, dejar este papel significa «abandonar el mejor tratamiento anti-edad que existe para la voz». La cantante italiana debutó el personaje en 1997: «Me ha acompañado casi 20 años y creo que es una buena ocasión despedirme de él cuando canto por primera vez en el Liceu. Es un muchacho divertido, con sentimientos muy puros». Su próximo objetivo mozartiano es «Lucio Silla» y al Liceu regresaría mañana mismo si le ofrecieran un Rossini serio como «Aureliano in Palmira». Completarán el reparto de «Le nozze», Gyula Orendt, Mojca Erdmann, Kyle Ketelsen, Anett Fritsch, Maria Riccarda Wesseling, Valeriano Lanchas, José Manuel Zapata, Vicenç Esteve y Rocío Martínez.La obra maestra de Mozart vuelve a partir del lunes y se queda hasta el 20 de noviembre
P. M-H.
Abc