Murió dos veces, como todos los que quedan atrapados en esa enfermedad, pero Gener ha querido hacerlo inmortal cada vez que alguien lea el libro y le recuerde. Puso en orden sus sentimientos y buscó un músico para que le acompañara en cada uno. Así se suceden los capítulos, descubriendo la vida de Verdi, de Puccini, de B. B. King, de Maria Callas, de Cosima Wagner, de amantes, viudas, hijos muertos, miserias, penumbras, caídas y esperanza. Todos ellos seres inmortales ya.
Ha escrito su libro a sabiendas de que lo que puede contarse o lo que ocurre “siempre es igual. Todo se repite constantemente, da igual si ahora hay móvil y ordenador; todo es lo mismo que en la Siria de hace miles de años”. “Por eso es necesario leer la Iliada y la Odisea, porque todo es un viaje en busca de lo que uno quiere y una vuelta a casa. Todo está en esos libros. Todos los demás son absurdos. El mío es una versión cutre de la Odisea, y el Quijote una versión mejor”.
Y sobre la ópera ¿qué dice? Que no quiere llevar a nadie a la ópera, sino contarle que existe y de qué se trata. “No se es mejor por ir a la ópera”. De todas formas, “nadie sabe escuchar música, porque la música habla de forma individual a cada uno”. Nadie.