Mortier quiere que Almodóvar dirija para la Ópera de París
20/4/2004 |
El responsable del teatro presenta su proyecto en Madrid.
"Almodóvar es el Verdi del siglo XXI", dice Gérard Mortier, director de la Ópera de París y, como tal, está dispuesto, y con armas, para hacer proposiciones al cineasta: "Sería un sueño trabajar con Almodóvar. Sus películas son óperas en las que dominan la música y el silencio", dijo ayer Mortier en Madrid, donde presentó su proyecto al frente del mayor teatro público del mundo.
Mortier no es persona de medias tintas. Lleva en su vida el sello del compromiso, que algunos se lo toman como provocación: "Muchos lo sienten como tal. No soy de naturaleza provocadora, pero lucho por mis ideales". Lo ha hecho en el teatro de La Moneé, en Bruselas; en Salzburgo, donde puso patas arriba un festival símbolo del conservadurismo durante 10 años; en la Trienal del Ruhr, donde ha recalado los tres últimos años, y piensa continuar en París.
"El mayor reto es poder programar como a mí me gusta en lo que es un auténtico mastodonte, con 1.400 trabajadores y 150 millones de euros de presupuesto", afirma este atizador cultural que ayer presentó su proyecto en el Teatro Real, entidad con la que va a poner en marcha varias cooproducciones, como La flauta
mágica, de Mozart, con montaje de La Fura del Baus; La casa de los muertos, con decorados de Eduardo Arroyo, o Cardiac, de Hindemith. No serán las únicas colaboraciones con artistas españoles ya que, Mortier, además contará con cantantes como Carlos Álvarez o María Bayo para su teatro.
Para su primera temporada en París, Mortier no anda con paños calientes: "El 50% de lo programado es siglo XX. Yo entiendo al público: prefiere Rossini en esta época de violencia e inseguridad, lo mismo que era el compositor favorito al final de las guerras napoleónicas, pero no podemos renunciar al riesgo". Así, para este año hay 19 títulos programados en los que se mezcla a Händel (Hércules), Monteverdi (La coronación de Poppea), Mozart (La clemencia de Tito), Rossini (El barbero de Sevilla y La italiana en Argel) y Verdi (Otello), con Wagner (Tristán e Isolda), Strauss (Elektra y Arianna en Naxos) o los franceses Debussy (Pelléas y Mélisande), Poulenc (Diálogos de Carmelitas) o Messiaen (San Francisco de Asís). Esta última, una ópera que ha programado tres veces: "Es una obra fundamental, con una figura crucial y profunda. Tengo curiosidad por ver qué haría un compositor español con una figura como san Ignacio de Loyola; debería proponérselo alguien. Son cosas que me quedan de haber estudiado con los jesuitas", aclara.
J. Ruiz Mantilla
El País