Una historia medieval sigue siendo un buen revulsivo a la hora de parir una ópera en pleno siglo XXI. El ejemplo más cercano es la exitosa Written on Skin (2012) del compositor londinense George Benjamin, que llega este miércoles al Liceu –estreno en España– y al día siguiente al Teatro Real: dos citas imperdibles de esta temporada en la siempre exigua programación de ópera contemporánea. Máxime cuando esa historia medieval en la que se basa el libreto del dramaturgo británico Martin Crimp (que ya había colaborado con Benjamin en Into the Little Hill) es atribuible al trovador catalán Guillaume de Cabestany (1162-1212), que según la leyenda provenzal glosada por Boccaccio en el Decamerón, se enamoró de la esposa del Senyor de Rosselló. Written on Skin parte de esta truculenta historia en la que la esposa adúltera es inducida a comer, sin saberlo, el corazón de su amante. Violencia de género, despotismo, traición, erotismo, venganza, asesinato.... y antropofagia, en un relato con doble marco temporal en el que los personajes actuales –una suerte de ángeles modernos– glosan los arquetipos del relato medieval, atravesando el tiempo. Comisionada por el director del festival de Aix-en-Provence, el título de nuevo cuño sólo tenía que cumplir con una condición: que la trama transcurriera en la Provenza. “Buscamos historias del tiempo de los trovadores y dimos fácilmente con Le Coeur Mangé , que nos pareció simple, poderosa, poética y extrema”, cuenta George Benjamin (Londres, 1960) a través del correo electrónico. “Pero el factor decisivo fue ese final en el que la mujer responde a la brutal crueldad de
su marido con valentía y con desafío”.
El propio Benjamin dirigirá esta vez la Mahler Chamber Orcchestra, la formación para la que fue compuesta la obra –“tenía su sonido en mi cabeza mientras la componía”–, lo que añade un plus de fidelidad a la partitura... “Bueno, a veces es sorprendente lo que hace otro maestro con tu música: Ken Nagano le sacó unos graves en la première vienesa del pasado verano que le daban un color y un sentimiento distintos –comenta el compositor–; y Alen Gilbert hizo en Nueva York una interpretación soberbia pero muy diferente. Viéndola desde fuera me fascina cuán oscura y trágica es la historia que hemos creado Martin y yo”. A caballo entre lo tonal y lo atonal, esta pieza es un ejemplo del inclasificable trabajo de este discípulo de Olivier Messiaen. “Tanto en las grandes decisiones como en los pequeños detalles, aspiro a mantenerme independiente, no seguir otro criterio que el mío propio”. En cuanto a las voces, las del Liceu y el Real son las mismas que participaron en el estreno: la soprano Barbara Hannigan y el barítono Cristopher Purves, como la esposa y el Protector. Pero acaso la voz más esperada sea la del contratenor Tim Mead en el papel de primer ángel. ¿Usa un contratenor como Britten hizo con Alfred Deller en El sueño de una noche de verano ? ¿Cómo es la relación de Benjamin con la tradición? “La voz del contratenor me fascina, y aunque admiro la ópera de Britten, no fue una influencia directa en mi ópera. Lo que me atrajo fue la idea de entrelazar una voz de hombre y una de mujer en la misma tesitura, como se ve en la escena de amor de la primera parte. Pero no pienso mucho en la tradición, francamente”, explica Benjamin.
¿Existe lo que llamaríamos ópera británica del siglo XXI? “Sin duda después de morir Purcell, la ópera británica cayó un letargo de 250 años. Pero con Britten el género floreció, aunque tampoco creo que exista un fuerte deseo de mantener una tradición nacionalista”, concluye el compositor.