¿Es celoso? ¿Se ve capaz de comprender la locura de Otelo?
Los celos nacen de la inseguridad y no se aplican sólo a las relaciones de pareja. La fragilidad de la situación de Otelo no depende sólo de los celos, sino de una serie de factores muy complejos y de preocupante vigencia: el drama del “extranjero” aceptado, usado y luego descartado, el no menos grave drama de la xenofobia, tan tristemente actual, o el de la violencia de género, por nombrar algunos. Por lo que le respondo: Comprenderlo sí, pues es mi trabajo. Identificarme con él, no.
¿Pero empatiza con los personajes para interpretarlos como algunos actores de Hollywood?
Si definimos “empatizar” como el “sintonizar con las emociones de otro”, la respuesta es sí. Creo que es obligación del actor el no tener miedo a manipular tanto lo bello deun personaje, como su lado “oscuro”. ¡Pero con guantes! No por “empatizar” se debe terminar en el manicomio.
¿Cómo afronta el revisitar ese papel? ¿Le interesa ir al origen, a Shakespeare?
Llevo casi veinte años interpretando Otelo y revisitándolo… Es, por suerte, la historia del nunca acabar… Reconozco que he bebido de Shakespeare desde el primer día en que me puse a estudiar la obra, pero sin descuidar a Boito quien, hay que reconocerlo, hizo un trabajo de síntesis tan magistral que algunos estudiosos insinúan que su texto, por momentos, supera al de Bardo.
¿Qué ofrece ahora respecto al Otelo que hizo hace una década en el Liceu? ¿Le angustia volver sobre papeles en los que estuvo brillante en el pasado?
Dentro de los márgenes de maniobra que me da esta producción, mi Otelo, hoy, tiene una sinceridad física que no tenía cuando era más joven. Recientemente, un crítico notaba el cambio en mi lenguaje corporal. Me gustó que se notara algo tan importante. La voz de un cantante cambia a diario, ¡no hablemos a distancia de 10 años! Según los gustos, para bien o para mal. Toca al público el saber gozar con serenidad de la madurez expresiva del artista, que, como la madurez del hombre en general, suele ser indirectamente proporcional a su belleza física.
¿Qué opina del referente nacional que es Plácido Domingo en Otelo en su faceta de barítono?
En un mundo cada vez más neurótico, que pretende controlar todo y a todos, olvidamos que es un derecho del artista el expresarse como más crea conveniente en un momento de su vida, reivindicando su libertad de expresión. La sociedad no debería pretender “controlar” también este derecho, y menos con reclamaciones de catálogo. Puedes negarte a seguir un cambio, pero no puedes negarle a dicho cambio su derecho a ser tal.
¿Han variado sus intereses en la ópera? ¿En qué aspectos disfruta más de su arte ahora?
Mis intereses artísticos en general no han variado. Si eso, la serenidad que da el saber que puedes vivir de lo que te gusta, hace que pueda volver a mis orígenes como músico, a la composición y a la dirección de orquesta, además de estar desarrollando con satisfacción la faceta de director de escena y escenógrafo, en la cual estoy creciendo desde hace ya casi diez años, desde mi primera producción en Croacia en el 2007 hasta hoy, en que acabo de estrenar con suceso mi producción de La bohème en Estocolmo.
¿Y piensa seguir con es carrera alternativa de reggista/director?
Eso espero, salud e interés de la “industria” mediante. Los años pasan e, independientemente del tema vocal, que lleva su curso natural, cada vez me siento más “incómodo”, como actor, a encarnar los roles del “muchachito” con los cuales se identifica al tenor. A los 53, y con suerte sumando, pretender tener la edad física e intelectual de un Rodolfo, un Manrico, un De Grieux, por nombrar algunos, raya en la caricatura. Hoy, más que nunca, me siento identificado con Otelo, con Canio, con Grimes, pero estos son roles en los que la tiranía del tiempo se impone y, tarde o temprano, hay que abandonar por razones de resistencia. Para ese entonces, que espero sea no muy pronto, tener una carrera de director reconocida y de la que disfrutas tanto como de la de cantante, es una alternativa feliz.
¿Qué le parece el montaje de la Deutsche Oper Berlin, en el que ya ha participado?
Se puede o no estar de acuerdo con Andreas Kriegenburg, pero dramatúrgicamente, sin duda la puestano es gratuita y el drama funciona.
¿Qué opinión le merece la escena operística actual? ¿Somos conservadores?
La razón de mantener abiertas las salas es la interpretación, entendida como un “todo”. Ser conservadores es comprensible cuando se trata de revelarse contra el sinsentido que suele reinar, pero puede ser peligroso pues, repetir lo que ya se ha hecho –con tal de evitar roces–, conlleva el riesgo de matar la razón de ser de nuestros escenarios. Es verdad que experimentando se yerra, pero también lo es que no haciéndolo se muere de inmovilismo. Hacer, acertar, corregir. Es la fórmula ideal.