26/8/2014 |
Transcurridas más de tres décadas y media desde su muerte, la cantante grecoamericana (1923-1977) que definió o redefinió la ópera en el siglo XX, sigue destacando entre los artistas clásicos que hoy venden más discos. La Callas es ante todo un mito, del que nos han quedado sus grabaciones como legado de una voz extensa e inclasificable y de esa entrega absoluta a sus personajes con una intensidad dramática inédita hasta entonces en la escena operística.
El compendio que está a punto de lanzar Warner Classics recoge toda la versatilidad de una soprano absoluta que podía cantarlo todo, a través del repertorio completo de las óperas que la convirtieron en la estrella de su tiempo y de una variada colección de arias, algunas interpretadas en recitales pero nunca en el teatro.
Los 69 discos son el producto de la remasterización de todas sus grabaciones originales entre 1949, con su carrera internacional ya propulsada a raíz de La Gioconda de Ponchielli que cantó al aire libre en la arena de Verona, y 1969. Cuatro años después comparecería por última vez en escena cuando contaba 42 años y su vida pivotaba sólo en torno a Aristóteles Onassis, el amor que quebró su carácter indomable y la apartó de los teatros, para luego abandonarla por la viuda de John F. Kennedy. Para entonces, su voz se había tornado más frágil y ya nunca tentó el regreso por la puerta grande. Por el camino, una carrera fulgurante y fugaz que había alcanzado el pico de la aclamación —aunque la rendición no fue unánime— y una fama derivada también de su protagonismo en la crónica social, por la que paseó ese físico de cisne, afilado a fuerza de dietas draconianas.
La Callas saboreaba un momento de esplendor cuando en 1953 grabó aquella Tosca, bajo la batuta de Victor de Sabata y la producción de Walter Legge, que se convirtió en una referencia de los discos de ópera. Los ingenieros de sonido de Abbey Road creen, sin embargo, haber dado un paso más gracias a los actuales avances tecnológicos. En el antiguo remaster de la cinta original el oído experto percibe ligeros errores técnicos, como por ejemplo ese amplificador que falla cuando la intérprete empieza a encarar el aria Vissi D'arte. “Hasta hace pocos años, intentar arreglar este tipo de fallos implicaba un enfoque muy primitivo y arriesgado. El software de edición digital se ha vuelto tan sofisticado que hoy podemos corregirlos sin tocar la voz de la cantante ni el sonido de la orquesta y coros de La Scala de Milán”, explica Allan Ramsay, productor ejecutivo del proyecto.
El resultado es una grabación que califica de “más limpia” y que rescata la claridad de la voz de la intérprete, su perfecta dicción y un mayor cuerpo en la escala. “Está mucho más presente, suena más humana”, es el veredicto de un reducido grupo de expertos en música clásica reunidos para la presentación en los estudios del barrio de St John's Wood, la antigua casa de los Beatles en Abbey Road. El equipo responsable de remasterizar 26 óperas completas y 13 álbums de recitales de la Callas subraya para despejar suspicacias que se ha limitado a eliminar las imperfecciones técnicas “sin interferencias” en el aspecto musical. “El mejor modo de definir un remastering de alta definición”, explica Ramsay, “es usando el ejemplo de la cámara digital e imaginando la diferencia en claridad de imagen entre una de 1 megapixel y otra de 12. Eso da una idea de la resolución que hoy somos capaces de conseguir”.
El equipo de los estudios ha volcado en ello un año de trabajo o, como lo define el productor, “un año de viaje a través de la voz de Maria Callas”, incluidas todas sus imperfecciones pero sobre todo “aquellos momentos dorados en los que estaba en la cima de sus facultades”.
La Divina, que murió sola en París a los 53 años, fue un fenómeno irrepetible. Con las nuevas herramientas tecnológicas ni se pretende ni se puede reconstruir a la diva, aunque al menos se aspira a recuperar “un sonido lo más próximo posible a las sesiones reales” que dejaron grabadas para la posteridad la expresión de su arte.
Patricia Tubella
El País