Pasó «una agonía» con la música tonal hasta que descubrió el minimalismo, que le abrió las puertas a una forma de crear «completamente original», pero el director y compositor John Adams, uno de los más importantes de Estados Unidos, se considera un «clásico», un creador de emociones «nada cerebral».
El autor de «Nixon in China», «Harmonielehre» o «Doctor Atomic» acaba de cumplir 67 años y ha viajado por primera vez a España para participar en las once actividades que ha organizado la Orquesta y Coro Nacionales de España (OCNE) con motivo de la «Carta Blanca» que le ha concedido.
Está, dice en una entrevista con Efe, «feliz» con el «honor» de esta «Carta Blanca», la número diez de las que otorga la OCNE, que designa cada temporada a un compositor para que este elija las obras de su trayectoria artística que quiere que la formación interprete durante varios días.
En esta ocasión el acto central son los tres conciertos que Adams dirigirá en el Auditorio Nacional, con el Cuarteto Attacca, en el que se interpretarán, los próximos viernes, sábado y domingo, la obertura de «Fidelio», de Beethoven, y sus obras «Absolute Jest» y «Harmonielehre», aunque la primera cita será esta noche mismo en la Fundación Juan March con un recital de piano.
Programa muy difícil
El programa del Auditorio es, asegura, «muy difícil» porque compuso «Harmonielehre» hace casi 30 años y presenta «muchos problemas» por su juego «con Shoenberg y su sistema atonal»
«Para mí la tonalidad/atonalidad ha sido lo más importante en la música; pasé muchos años de agonía con ella y cuando descubrí el minimalismo encontré un modo de componer nuevo y completamente original», en la senda, dice, de sus «popes», es decir Steve Reich y Philip Glass.
La mayor parte de la música contemporánea en Europa, abunda, está influida por Arnold Shoenberg y Pierre Boulez, mientras que la suya lo está por la tradición estadounidense: «yo me considero un compositor clásico», precisa.
Siempre ha luchado por lograr una forma de música «mucho más dramática» y por eso comenzó a componer óperas. La primera fue «Nixon in China» (1987) y entonces, revela, «no sabía nada sobre las técnicas de voz y dramaturgia»..
«Por razones que aún no entiendo -se ríe de nuevo-, fue un gran éxito».
Tiene un español más que aceptable, que empezó a aprender en 2000, cuando preparaba con su inseparable Peter Sellars el oratorio «El Niño»: «quería que estuviera en el idioma original y por eso necesitaba saber español».
Debut en España
A pesar de ello, jamás había pisado España, ya que todos sus «esfuerzos» profesionales se habían concentrado en el norte de Europa, algo que esta «Carta Blanca», promete, «cambiará para siempre».
Dirige durante 12 semanas al año, porque considera que ser director es muy importante, «por la interactuación» con los músicos, pero lo más importante para él es componer.
Sus óperas han tenido «mitos» de la actualidad como motivo, y especialmente una de ellas, «Doctor Atomic» (2005), es «esencial»para él porque, detalla, la bomba atómica representa «el poder de los humanos para destruir su propio mundo».
Cree que tiene ya el asunto de su próxima ópera pero no está «listo para decirlo», aunque adelanta que los «black panther» (panteras negras) y su movimiento contra el racismo y lo que representa el presidente Barack Obama le atrae «mucho».