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Thomas Dausgaard: “Me considero una persona inquieta; busco mi propio camino”

29/1/2014 |

 

 

 

dausgaard

PABLO-L. RODRÍGUEZ /

(Entrevista publicada en el número 195 del Boletín de Diverdi, septiembre 2010)

Thomas Dausgaard (1963) combina como pocos directores de su generación encanto personal, exquisitez musical, capacidad de trabajo y una inagotable sed de conocimiento. Este maestro danés se ha hecho a sí mismo y, tras una sólida formación internacional, ha concentrado toda su labor desde hace más de diez años en las dos orquestas nórdicas de las que es responsable en la actualidad: la Svenska Kammarorkestern o Swedish Chamber Orchestra y la DR Symfoniorkestret o Danish National Symphony Orchestra. La primera es una formación de cámara que surgió en 1995 añadiendo a la orquesta de cámara de  la ciudad de Örebro una sección de viento hasta completar la plantilla de 38 músicos que tiene en la actualidad; desde 1997, en que el joven Dausgaard asumió la titularidad del conjunto, esta formación ha pasado de una actividad regional a convertirse en una de las más prestigiosas e interesantes orquestas de cámara del mundo, gracias también a los sensacionales proyectos fonográficos que está realizando con ella tanto para el sello Simax (Naxos), centrado en la obra orquestal de Beethoven, como para BIS, titulado “Opening Doors” y relacionado con la interpretación con una orquesta de cámara de sinfonías de Schubert, Schumann o Dvorak. La segunda orquesta es la principal formación sinfónica de Dinamarca  con sede en Copenhague y también una de las orquestas radiofónicas más antiguas; fue fundada allá por 1925 e impulsada desde sus primeras décadas de vida por directores invitados de la talla de Fritz Busch, Nikolai Malko, Eugene Ormandy, Rafael Kubelik o Sergiu Celibidache. Con ella Dausgaard ha iniciado hace más de una década una impresionante discografía tanto para el sello Chandos como especialmente para el danés Dacapo en donde, aparte de pequeñas incursiones en obras de Berlioz o Liszt, ha predominado la recuperación de obras de compositores románticos y post-románticos nórdicos como Berwald, Svendsen, Hamerik,  Nielsen, Langgaard o Riisager, junto a estrenos del principal compositor danés del momento, Per Nørgård, con quien Dausgaard ha colaborado estrechamente en los últimos años.

PABLO-L. RODRÍGUEZ: He leído que usted se formó en Copenhague y después en Londres con Norman del Mar, que dio clases magistrales con Leonard Bernstein o Franco Ferrara, y que después trabajó como asistente de Seiji Ozawa en Boston. Sin embargo, tras escuchar sus recientes grabaciones de la serie “Opening Doors”  con la Swedish Chamber Orchestra para BIS, que incluyen la integral de las sinfonías de Schumann junto a otras de Dvorak y Schubert, me he preguntado cómo ha llegado a cultivar un estilo interpretativo tan diferente al de sus maestros y donde combina aspectos de la práctica interpretativa historicista con el uso de instrumentos modernos.

THOMAS DAUSGAARD: Ciertamente todos los lugares y directores que ha mencionado me han marcado de una u otra forma, pero por encima de todo yo soy yo; me considero una persona inquieta y trato de relacionarme de la forma más honesta posible con el compositor que estoy interpretando. Adoptar esos elementos que usted llama historicistas con la Swedish Chamber Orchestra no es para mí algo relacionado con una moda ni tampoco tiene que ver con cuestiones estéticas; simplemente es mi modo de pensar. He interpretado innumerables veces las sinfonías de Beethoven o Schumann y mi concepto de estas obras siempre está cambiando. Trato de buscar mi propio camino en estas composiciones y en ese camino para mí lo más importante de todo ha sido siempre encontrar las tensiones y distensiones o las respiraciones internas que hay en la música.

dausgaard2P.-L. R.: Pero no sólo ha buscado su propio camino en el repertorio, digamos convencional, grabando la obra orquestal de Beethoven para Simax o sinfonías de Schumann, Schubert o Dvorak para BIS con una orquesta de cámara formada por 38 músicos, sino que también ha grabado innumerables discos principalmente para Chandos y Dacapo junto a su otra orquesta, la Danish National Symphony Orchestra, donde destaca una impresionante colección de registros de compositores daneses, suecos y noruegos, románticos y post-románticos, que le han permitido dar a conocer algunas páginas orquestales ciertamente impresionantes.

T. D.: Como le decía, me considero una persona inquieta y creo que mi discografía es un fiel reflejo de mi curiosidad personal. De todas formas, todos mis discos han tenido una razón de ser en relación con mi carrera. Por ejemplo, el proyecto que menciona de la obra orquestal de Beethoven para Simax ha sido el punto de partida de mi relación con la Swedish Chamber Orchestra de la que me convertí en director principal en 1997. Poco después empezamos también a tocar las sinfonías de Schubert, Schumann, Brahms, Dvorak, Tchaikovsky, Shostakovich, Sibelius o incluso Bruckner con la formación de orquesta de cámara de que disponíamos. Más tarde, y cuando ya teníamos muy avanzado el ciclo de Beethoven, decidimos grabar algunas de estas obras para BIS sin saber cuál sería el resultado y comenzamos a diseñar una serie de grabaciones que reflejasen nuestra visión personal donde tratábamos de buscar nuestro propio camino planteando varias sinfonías románticas de una forma más camerística; de ahí surgió el título de la serie: “Opening Doors” (“Abriendo puertas”). Por otro lado, en Dinamarca tenemos la suerte de tener esa especie de sello estatal llamado Dacapo que me ha brindado la oportunidad de grabar junto a la Danish National Symphony Orchestra, de la que fui director invitado muchos años y desde 2004 soy también el director principal, obras musicales completamente olvidadas de nuestra tradición sinfónica de los siglos XIX y XX.

P.-L. R.: Entre todos estos compositores que ha grabado me fascina especialmente Rued Langgaard (1893-1952) no sólo por lo incompredido que fue en su tiempo, sino por lo diferentes, personales y visionarias que son sus 16 sinfonías, que usted ha terminado de grabar hace dos años para Dacapo, o por lo que tiene de iluminado en su ópera Anticristo (1921-1929) que también ha grabado, o su obra para soprano, coro y orquesta titulada Música de las Esferas (1916-1919), donde utiliza procedimientos compositivos desarrollados por Ligeti varias décadas más tarde y que no sólo ha incluido en su último disco para Dacapo sino que también ha presentado con gran éxito el pasado 11 de agosto en los Proms londinenses.

T. D.: Me alegra que me diga esto, pues Langgaard es uno de mis compositores favoritos desde que allá por 1977, siendo todavía un adolescente que iba al instituto, escuché su Sexta sinfonía a John Frandsen dirigiendo a la Danish National Symphony Orchestra y descubrí esa mezcla entre lo familiar y lo extraño que tiene su música, esa atemporalidad donde todo tiene sentido por separado pero mezclado resulta siempre sorprendente. A pesar de haber sido completamente incomprendido en su tiempo (mi abuela todavía recordaba haber visto a Langgaard paseando por las calles de Riba con su extraño aspecto y ese pelo siempre alborotado), lo cierto es que hoy la música danesa no sería lo mismo sin él; su obra resulta muy significativa para nuestra tradición musical. Quizá uno de los principales momentos para su recuperación fue el estreno en 1999 de su ópera Anticristo (casi cincuenta años después de su muerte y setenta tras haberla finalizado) ya que en ella conecta directamente con sus más profundas creencias según las cuales vivía un tiempo corrupto donde la lucha entre el bien y el mal había alcanzando su zenit. En 2002 grabamos Anticristo y obtuvimos tres años después el International Internet Award como mejor DVD del año lo que ayudó mucho a difundir la música de Langgard y creo que a partir de entonces mucha gente se empezó a interesar por su obra. Por lo demás, la grabación de sus 16 sinfonías fue un proyecto enormemente ambicioso que nos ocupó más de diez años de trabajo y que coincidió con la edición crítica realizada por Bendt Viinholt Nielsen. Y, efectivamente, acaba de salir mi último disco de Langgaard en Dacapo en donde hemos grabado en vivo Música de las Esferas que es una de sus composiciones más visionarias y personales.

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P.-L. R.: Otros interesantes ciclos de su discografía tanto en Chandos como en Dacapo son los dedicados a las sinfonías de Franz Berwald (1796-1868), Johan Svendsen (1840-1911) o Asger Hamerik (1843-1923).

T. D.: Berwald es un compositor muy interesante y también muy difícil de interpretar, intrincado y creativo, una voz realmente única y personal. Me gustan  también mucho las dos sinfonías de Svendsen que he dirigido en múltiples ocasiones; ambas son muy bellas y están escritas para orquesta con mucha naturalidad. En cuanto a Hamerik tuve la oportunidad de conocer a su hija Valdis hace bastantes años tras un concierto en donde dirigí la Sexta sinfonía de su padre. Al conocerla no pude evitar preguntarle la razón de las indicaciones metronómicas tan lentas que utilizaba su padre en sus partituras y le pedí disculpas por la rapidez de mis tempi; me respondió que su hermano Ebbert (también compositor y director de orquesta que había fallecido en 1951) solía decir que las indicaciones metronómicas de su padre no funcionaban y suponían un trastorno. Quedé encantado con la respuesta. Después de la Sexta estudié sus otras sinfonías junto al Requiem y poco después decidimos grabarlas con Dacapo.

P.-L. R.: Pero usted además del repertorio romántico y post-romántico cultiva asiduamente la música contemporánea y, en especial, se ha convertido en los últimos años en un especialista de la música de su compatriota Per Nørgård (1932). De él estreno en 2000 la Sinfonía nº 6 “Al final del día” y a comienzos del año pasado también dirigió la première de la Séptima que también ha grabado recientemente para Dacapo.

T. D.: He tenido el enorme privilegio de trabajar con Nørgård de una forma muy estrecha durante varios años y creo que ha sido algo próspero no sólo para mí sino también para la Danish National Symphony Orchestra, pues durante muchos años su música fue considerada extremadamente difícil en Dinamarca e incluso innecesariamente complicada entre los músicos. Por fortuna esas barreras hoy han desaparecido y en la actualidad se ha impuesto el respeto y admiración por sus obras e incluso los músicos saben que merece la pena la inversión de tiempo y energía para resolver el enigma que hay tras cada una de sus composiciones y conseguir ir más allá de lo escrito en el papel. Este interés se nota en la grabación que realizamos de la Séptima sinfonía donde cada músico tenía muy claro cómo debía sonar la obra y eso ayuda mucho; de hecho, la orquesta está ya muy familiarizada con el lenguaje de Nørgård y tienen una gran afinidad con su música, algo de lo que yo me beneficio. En cuanto a la Séptima sinfonía pienso que se trata de una obra muy concisa donde el compositor deja a un lado todo lo que pueda considerarse extravagante en su Sexta sinfonía y construye una obra verdaderamente más clásica, directa y clara.

P.-L. R.: Volvamos para terminar a su relación con la Swedish Chamber Orchestra y a los dos proyectos fonográficos en curso que tiene con esa orquesta, tanto el relacionado con la obra orquestal de Beethoven en Simax como el vinculado a sinfonías románticas en BIS. ¿En qué estado se encuentra cada uno de ellos?

T. D.: Creo que el último volumen que ha aparecido del proyecto Beethoven es el décimo que incluye la Novena, aunque se trata de una grabación que hicimos hace varios años; desconozco las razones por las que unas grabaciones salen antes y otras después. De este proyecto hemos grabado recientemente el ballet Las criaturas de Prometeo completo y nos queda registrar el ConciertoEmperador” junto a la Fantasía coral con Boris Berezovsky; nos faltaría también grabar el Concierto para violín, aunque ya hemos grabado la versión para piano. En cuanto al proyecto “Opening Doors” ya hemos concluido el ciclo Schumann, ha salido el disco dedicado a las sinfonías Sexta y Novena de Dvorak y desde hace poco está en el mercado otro más dedicado a las dos últimas sinfonías de Schubert. Vamos a seguir seguramente con alguna sinfonía de Bruckner como la Segunda.

P.-L. R.: La crítica internacional ha sido unánime en aclamar la frescura y vitalidad de sus interpretaciones de Beethoven en Simax pero sus interpretaciones de Schumann o Dvorak en BIS no han cosechado las mismas alabanzas y ha habido hasta quien ha tildado sus interpretaciones de estilísticamente dogmáticas y orquestalmente raquíticas. ¿Cree que el público está más predispuesto a escuchar la música orquestal de Beethoven con una orquesta de 38 músicos, criterios de época e instrumentos modernos que las de Schumann o Dvorak?

T. D.: La verdad es que tenía mucho interés en desarrollar un proyecto como “Opening Doors”. Personalmente en algunas sinfonías de Schumann, como por ejemplo la Sinfonía “Primavera”, disfruto más dirigiendo un grupo pequeño que una gran orquesta. Con esta formación la perspectiva de la obra es completamente distinta y todo es más camerístico, hay más diálogo entre las secciones o puedes conseguir muchos más detalles que con una gran orquesta. Está claro que Schumann funciona mucho mejor así. Lo mismo podría decirse de Dvorak y hasta de Bruckner.

 


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