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Cuarteto Quiroga: «La música de cámara es la más sostenible»

11/6/2013 |

 

La agrupación española acaba de publicar su segundo disco «(R)evolutions» con obras de Schoenberg, Berg y Webern

Cuarteto Quiroga: «La música de cámara es la más sostenible»
josep molina
Imagen promocional del Cuarteto Quiroga
 

El Cuarteto Quiroga se ha convertido en poco tiempo en una de nuestras agrupaciones de música de cámara con mayor proyección, fuera y dentro de España. Integrado por Aitor Hevia (violín), Cibrán Sierra (violón), Josep Puchades (viola) y Helena Poggio (violonchelo), este cuarteto de cuerdas nacióhace diez años pero fue alcanzando su velocidad de crucero hace un año y medio, con la grabación de su primer disco «Statements», publicado por el sello Cobra en septiembre de 2011.

La grabación ponía sobre la mesa su declaración de intenciones al incluir obras de Haydn, Webern y Sollima. «El cuarteto parece reivindicarse en estas músicas y a lo largo de su historia como el laboratorio ideológico de la estética musical de la modernidad, donde se experimenta con temeridad y audacia poniendo en conflicto y conversación forma y contenido, dibujando una dialéctica de espacios mágicos que proponen una poesía de lo íntimo y lo universal», explicaban entonces.

Ahora regresan al mercado discográfico con «(R)evolutions», también grabado con Cobra, donde el grupo español, que toma el nombre del violinista gallego Manuel Quiroga, realiza un viaje por la Segunda Escuela de Viena, a través de partituras de Schoenberg, Webern y Berg.

Aquí va a pasar algo

El disco realiza un recorrido cronológico que permite entender la evolución de la música y la revolución que supuso esta nueva forma de componer música. Así, el registro comienza con «una obra de juventud» de Schoenberg, «Streichquartett D-dur» (1897), «de la que hay pocas grabaciones y merecía una relectura», afirma Cibrán Sierra. El motivo de su escasa presencia se debe, en opinión de Helena Poggio, «a que esta música no suena a Schoenberg». «Es una obra muy buena y muy interesante, que al estudiarla en profundidad revela unas pautas de que aquí va a pasar algo, aunque todavía estaba vinculada con la herencia clásico romántica», añade Sierra.

Este fue el punto de partida que pretendía abarcar un arco temporal y estético. «Hemos elegido cuatro obras que dibujan qué es lo que pasó y cómo se llegó a disolver la tonalidad en tan poco tiempo. Una revolución emprendida paradógicamente por unas personas que curiosamente solo querían ser fieles a su legado y a su patrimonio. Y eso es algo que dejaron por escrito y creo que en este disco se puede ver bien. Si escuchas Schoenberg puedes comprobar que está enmarcado en la tradición, pero si escuchas el "Rondo" (1906) de Webern ves que este lenguaje no se sostiene más». Completan el arco un cuarteto de Berg, de 1910, y la obra «Sechs Bagatellen für Streichquartett» de Webern, de 1913.

«Con ellas se ve una evolución -que para ellos fue natural- en la que consiguieron mantener la lealtad y devolverle continuidad a la música alemana. Y eso es muy interesante. Esto se convirtió para el mundo en la gran revolución musical que ha ocurrido en los últimos cien años. Eso es lo que queremos ilustrar con este disco», indica Sierra.

Un clásico contemporáneo

A pesar de que estamos hablando de música compuesta hace más de un siglo, para muchos los nombres de Schoenberg, Webern y Berg representan música difícil de escuchar, y la tachan de vanguardista o contemporánea. «Para mucha gente todavía resulta chocante que hayamos elegido este repertorio. La Segunda Escuela de Viena sigue teniendo el sello de rompedora, escandalosa y revolucionaria. Es cierto que rompieron con algo tan tradicional de Occidente como la tonalidad, que hasta entonces no se había hecho -indica Poggio-. También es cierto que Beethoven y Brahms fueron revolucionarios en otros sentidos, pero no se había llegado nunca hasta el final. Había que investigar algo nuevo. Y después de esa revolución la música ha seguido existiendo».

«En muchos aspectos -interrumpe Sierra- Beethoven fue mucho más rompedor que ellos». «El peso de sus apellidos -Schoenberg, Webern, Berg- no les ayuda mucho a que su música se escuche», argumenta el asturiano Aitor Hevia, que considera «mucho más complejo escuchar los últimos cuartetos de Beethoven o de Brahms que las obras de este CD. Esta música es mucho más cercana al momento que estamos viviendo».

Una sorpresa

La grabación, en cuya aportada asoma una potente fotografía de los cuatro miembros del grupo unidos por cuerdas -una clara metáfora de que todos dependen de todos y son imprescindibles-, se cierra con una sorpresa, un compositor que no pertenece a la Segunda Escuela de Viena. «Es para demostrar de dónde viene realmente todo, y como la música de Schoenberg, Webern y Berg supuso realmente una evolución», indica el valenciano Josep Puchades. «Ahí -en ese compositor misterioso- se creó un germen que luego no se investigó pero que marcó un camino a seguir», completa Poggio.

El Cuarteto Quiroga, que acaba de presentar el disco en el Museo Cerralbo de Madrid, donde tiene su residencia habitual, ofrecerá conciertos próximamente ena Burdeos, Zaragoza, Barcelona,La Coruña, y el 21 repetirá en el Cerralbo. En Agosto, harán las maletas -en las que incluirán esta grabación- para viajar a Amsterdam, La Haya, Londres, Nueva York, Los Ángeles, Bogotá, Holanda, Polonia y Estocolmo.

Esta nutrida agenda, fruto de una trayectoria sólida y pensada en cada uno de los pasos que da la formación, hace pensar que en tiempos de recortes presupuestarios las agrupaciones con una plantilla más reducida, como la del Cuarteto Quiroga, gozan de más oportunidades que las grandes orquestas, pero la realidad es bien distinta.

Mientras en Centroeuropa la música de cámara es entendida como una necesidad, no sucede lo mismo en nuestro país donde sobrevive gracias a los esfuerzos de unos pocos programadores. «Es muy curioso que lo primero que se recorte sea la música de cámara.Los grandes festivales prefieren ofrecer menos actividad pero algunos conciertos sinfónicos, cuando con lo que cuesta una orquesta se puede programar un ciclo de cámara completo», reivindica Sierra. «Y si ya hay solistas, se dispara el presupuesto», añade Poggio refiriéndose a los conciertos sinfónicos.

Esa falta de intéres por este repertorio se sufre más en España que los países que la rodean. «En Europa, el verdadero melómano se crea escuchando música de cámara. Es la música en estado puro, sin artificios», dice Sierra. «Es además la semilla para que se cree un nuevo público, a través de proyectos pedagógicos. Un gestor avispado se daría cuenta de esto. Además es mucho más barata de programar», continúa Poggio. «Es la más sostenible, esa palabra tan de moda. Además con doble sentido pues es el andamiaje en el que se forja todo. La cultura de Centroeuropa no se hizo a base de grandes orquesta y grandes festivales. Se hizo pueblo a pueblo, casa a casa con buenos conciertos de cámara», remata Sierra.

susana gaviña
Abc

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