No es la de Bartoli una Norma más. Como en todos los trabajos de la diva italiana hay detrás un exhaustivo estudio musicológico que busca ir a la esencia de la partitura, despejando la interpretación de las adherencias que la tradición (tan traidora, a veces) ha ido depositando sobre una obra que todas las grandes de cada generación han querido hacer suya. Norma es un personaje dramáticamente muy atractivo y la ópera una de las cumbres del bel canto romántico.
A lo largo del tiempo, la interpretación de la misma ha ido variando y los grandes cantantes han dejado su sello en la misma. En el siglo XX hay ejemplos abundantes que han quedado como referencia a través de los discos. Bartoli opta por otro camino. Va a las fuentes y trabaja sobre una edición crítica de la partitura realizada, a lo largo de seis años, por Riccardo Minasi y Maurizio Biondi. «Mi primera idea al afrontar el proyecto -declara la mezzo- ha sido centrarnos en la partitura original y detectar todas las alteraciones que la han impregnado desde del estreno en la Scala en 1831».
Más cerca de Rossini
En esa búsqueda ha sido absolutamente esencial para Bartoli contar «con un reparto de cantantes que entiendan y sepan expresar el bel canto de forma convincente, ya que estamos ante un repertorio cercano al Clasicismo, a Mozart, por ejemplo».
Comparten aventura con la romana cantantes de sólida trayectoria y prestigio como Sumi Jo, John Osborn o Michele Pertusi. Giovanni Antonini lidera el proyecto al frente de la orquesta La Scintilla. Está clara la búsqueda de perfiles vocales cercanos a los del estreno de la obra protagonizado por Giuditta Pasta, Giulia Grisi o Domenico Doncelli. Ahí reivindica Bartoli la necesidad de ver el rol principal con una óptica nueva: «Tenemos que analizar cómo Giuditta Pasta abordaba otros roles de Bellini o los de Mozart, como Despina, Donna Elvira o Donna Anna, y los de Rossini, puesto que realizó numerosas interpretaciones de la Desdemona en su Otello, o los roles de mezzo de La cenerentola o Tancredi. O la Grisi, como Adalgisa, una soprano ligera, más joven que la Pasta, que fue la primera Norina de Don Pasquale».
Bartoli subraya además que «nosotros crecimos escuchando en Norma a cantantes como Del Monaco o Corelli. O las grandes Normas: Callas, Caballé o Sutherland. Ellas consolidaron una tradición que llega a nuestros días. Ahora se trata de dar otra visión que no anula a estas, sino que es una vía de trabajo distinta porque hemos de tener en cuenta que Bellini está mucho más cerca de Rossini que del verismo, y esto se ha olvidado».
«Casa siglo ofrece una estética nueva, también musicalmente»
Bartoli propone un camino a la inversa, centrándose en el repertorio anterior a Bellini: «Hablamos de bel canto, pero no podemos dejar de lado a Rossini, Paisiello o Mozart. Todo este repertorio acaba llegando de forma natural, sin forzar. Yo empiezo mi carrera como cantante rossiniana. Rossini y Mozart están en mis primeros años a través de sus grandes títulos, y ya cerca de la treintena comienzo a trabajar el Barroco. Lancé una mirada atrás que considero esencial, porque me permitió establecer un diálogo entre orquesta y voz sorteando los habituales muros de sonido que obstaculizan el proceso».
Generar polémica
Bartoli es consciente que su versión de Norma puede generar polémica y defiende con ahínco la necesidad de ser curiosos en el arte: «Creo que el público debe tener, al menos, la posibilidad de apreciar la obra interpretada con instrumentos de época. Se trata de una experiencia sonora nueva, que no es incompatible con escucharla con instrumentos modernos en un espacio grande. En Rossini, maestros como Abbado han sabido ir al origen, eliminando exageraciones. Quiero seguir esa línea de trabajo, incorporando a otros autores. Mi Norma no va contrata nadie, sólo busca otra forma de expresión, ¿por qué no hacerlo?».