10/5/2013 |
Si uno cesa por un segundo en el perenne lamento de nuestro tiempo y olvida un rato el atronador réquiem por la cultura que resuena en España, encontrará una vida musical en Madrid sorprendentemente fructífera en muchos aspectos. Aunque, principalmente, sea la iniciativa privada, con todas las trabas que la decimonónica burocracia y sus funcionarios todavía se empeñan en poner y el maldito IVA segando cualquier atisbo de brotes verdes, la que está manteniendo con vida una escena en otro lugares inexistente. Pero la mezcla de público/privado sigue siendo interesante: Ibermúsica, Juventudes Musicales, CNDM, Orquesta de RTVE, la ONE, el ciclo de Scherzo... El último y más claro ejemplo de ese valiente empuje es el de La Filarmónica Sociedad de Conciertos, ciclo auspiciado por la promotora catalana Ibercamera, que reincide en su locura y presenta en Madrid su segunda temporada sinfónica después de la buena acogida que ha tenido en el año de su desembarco.
La Filarmónica se instaló en la capital de España el año pasado. Contaban con una solida experiencia de tres décadas organizando conciertos en Barcelona con los mejores solistas y orquestas. Pero en aquel momento algunos pensaron que la crisis y la dura competencia no permitirían que el proyecto germinase. Sin embargo, la idea no era venir a rivalizar con otros ciclos (puede que en algún caso haya sucedido finalmente) calcando fórmulas, explicaron ellos. Se trataba de aportar algo más a la escena con un experimento que podríamos calificar de medio formato. Es decir, un ciclo de solo 7 conciertos, con buenísimos artistas (aunque en pocos casos superestrellas de cachés desorbitados) y un repertorio pensado para hacer afición y atraer a un público más joven. Este último aspecto, además, parece que se ha cumplido y La Filarmónica cuenta con el respetable de menor edad de todos los ciclos que se hacen en el Auditorio, incluido el de la ONE. En la primera temporada ha conseguido 881 abonados (más 90 abonos jóvenes) y unas 10.000 entradas vendidas.
La Filarmónica, cuentan sus ideólogos, tiene muy claro cuál es el pilar irrenunciable sobre el que debe sostenerse el diseño de su programación. Cuando Josep Maria Prat (en la imagen de la izquierda), presidente de Ibercamera, tenía 25 años y comenzaba en esto de la promoción, un consagrado Sviatoslav Richter le reprendió fuertemente por un programa en el que el nombre de un compositor estaba mal escrito. “Ellos son los importantes. Así que la próxima vez que me lo encuentre mal escrito, toca usted”, le soltó. Y a eso se refiere Prat con la“integridad” de los músicos a los que solamente contrata. Se trata de la honestidad y la capacidad de trabajo con la que aborda una obra sin caer en la tentación de colocarse él por encima del compositor. “Ni Abbado ni Gatti son mejores que Mahler. No hay que olvidar eso. Pero percibo integridad en pocos músicos. ¿El ejemplo es Lang Lang? Necesitamos músicos con la integridad de Pinchas Zukerman [que ofreció un magnífico concierto la noche del martes], sino este circo se nos llevará a todos por delante”, lanzó Prat el miércoles en la comida de presentación de la segunda temporada del ciclo que dirige Víctor Medem. Por cierto, la Filarmónica suele elegir el programa que tocará cada músico (algo bastante raro en estos tiempos) para adaptarlo a la identidad de su proyecto.
El próximo año el ciclo se abrirá realmente el 4 de diciembre de 2013 (aunque en noviembre se haya programado un concierto fuera de abono con Viviane Ganger al violín y Alexei Volodin al piano para interpretar las Variaciones Goldberg] con la Sinfonía Júpiter a cargo de la Sinfónica de Viena y la pianista Maria Joao Pires. Valery Gergiev, habitual de Ibercamera, volverá el año próximo con la Novena de Mahler y la orquesta del Mariinsy; también regresará Zukerman, esta vez dirigiendo y tocando el violín con la Royal Philharmonic Orchestra, de la que es el director invitado principal. El ciclo se cerrará en mayo con la orquesta sinfónica de Chaikovsky y la pianista Yulianann Avdeieva.
Daniel Verdú
El Concertino